Por Luis Fernando Heras Portillo
Desarrollador de Negocios
La semana pasada fue un complica≤do reto para el nuevo gobierno federal al tener que enfrentar la difícil y a veces cruel realidad de las finanzas públicas que se reciben de una administración que dirigió al país 6 años con 0 crecimiento, y con un endeudamiento histórico que tiene que reflejarse en la nueva realidad del país. Veamos:
Deuda, inseguridad pública, alimentos, agua, inversión extranjera directa, son sin duda una mezcla difícil y complicada de asimilar en este viernes, cuando finaliza una semana que se ha llenado de turbulencia, y no necesariamente por acciones políticas, sino por factores externos que deberían interesarnos a los mexicanos y que nos ponen en alerta en materia económica.
Siempre hay elementos que llaman la atención de México, de los mexicanos, empresarios, financieros, políticos, dirigentes nacionales, organismos empresariales y banqueros; de todos aquellos a quienes vale la pena prestarles atención e intentar traducirlos en términos lo más sencillos posibles, para que la ciudadanía en general pueda entenderlos.
Estos temas comúnmente se manejan “desde arriba”, mientras que la gente de a pie solo percibe la inflación y la carestía de la vida. Imagínese usted, va por una carretera y ve el precio de la gasolina: de repente nota que la gasolina premium está en $26.99 y la verde en $23.99. Cualquier ciudadano se preguntaría qué está pasando; estamos hablando de un incremento del 20%. Y si vamos al tipo de cambio peso-dólar, vemos que pasó de $18.50 o $19 a casi $21, lo cual implica una devaluación del 10% al 12%. Claro, sabemos que hay fluctuaciones, pero estas situaciones preocupan a quienes están inmersos en el complejo problema de atender la economía nacional.
La proyección que hizo la calificadora Moody’s, que no es otra cosa que un análisis previo a la presentación de una calificación, puso a temblar a mercados, empresarios y políticos, comenzando por el secretario de Hacienda y la presidenta. Hoy se debe presentar el paquete económico que el gobierno de la república envía al poder legislativo, donde se vislumbra hacia dónde va México para 2025, 2026, 2027 y 2028, prácticamente todo el sexenio. Desafortunadamente, ayer no pintaron bien las cosas con esta opinión de Moody’s, que sugiere que México pasa de una economía estable a una negativa. Imagínese si esto se confirma cuando presenten la calificación, y aún falta ver qué dicen Fitch y Standard & Poor’s, calificadoras con poder en México.
La gran preocupación radica en que una calificación negativa para nuestra deuda, ya sea de Pemex, de la Comisión Federal de Electricidad o del gobierno federal, podría implicar dificultades para que el gobierno cumpla con sus obligaciones financieras a partir del próximo año. Recordemos que Pemex y la CFE ya no serán empresas productivas del Estado; ahora serán parte del Estado mexicano, y por lo tanto, deuda soberana, es decir, deuda del pueblo.
Aquí surge una gran inquietud: Moody’s sugiere que las reformas al poder judicial tendrán un impacto negativo en la economía y la sociedad mexicanas. Hacienda respondió rápidamente diciendo que no es cierto, que solo es un análisis y que esperemos la calificación. Sin embargo, es preocupante; a veces, es importante escuchar a los expertos, como se observó recientemente en el evento denominado Bloomberg Línea Summit, donde se realizaron análisis profundos. Ahí se subraya la gran inquietud de si México mantendrá el interés de inversión extranjera directa, algo que resulta preocupante.
Podríamos perder, literalmente como agua entre las manos, el “momento mexicano” y una parte importante del nearshoring. Muchos conglomerados estaban considerando invertir en México, pero, ¡ay Dios!, es una situación grave que podrían desanimarse debido a la desconfianza generada por la inseguridad pública y políticas públicas inciertas.
Moody’s advierte que la reforma judicial podría afectar este entorno, y una calificación negativa limitaría la capacidad del gobierno para cumplir sus compromisos financieros. Esto genera una preocupación internacional, pero lo más grave es la duda: cuando hay duda, se rompe la confianza en las decisiones necesarias para avanzar en la economía y garantizar la inversión.
Esto no afecta solo a los que ya están en México, que en su mayoría se quedarán, salvo algunos casos. Pero para los nuevos inversionistas, la incertidumbre es mayor. He visto de cerca a grupos interesados en establecerse en Guanajuato, Coahuila y Nuevo León, y puedo decir que de cuatro, tres están en pausa, esperando las calificaciones para decidir. Y esto no es política ni tiene que ver con la presidenta, Morena, la Comisión de Derechos Humanos, López Obrador, Marco Rubio, ni nada de eso.
El pasado viernes el secretario de hacienda Ramírez de la O, presentó a la Cámara de Diputados el paquete económico que dibuja las expectativas que tienen de crecimiento en materia económica, el nuevo gobierno; y al margen de las cifras y los números que habremos de conocer en el transcurso de esta semana, es evidente que nuestro país enfrenta un grave proceso inflacionario, un déficit en el gasto público y un escasez de dinero que le va a dificultar hacerle frente a todos los compromisos de campaña contraídos por la presidenta Claudia Sheinbaum y que fueron expresados en su toma de posesión; ya veremos cómo nos va en esta nueva circunstancia, ya que la política económica funciona diametralmente opuesta a la política partidista y a la política social ya que, hay muchos factores externos como la deuda con organismos internacionales, fondos y bancos , que se manejan con otros valores y con otros criterios.
Los peligros contra el Nearshoring y también contra la desconfianza de los inversionistas extranjeros directos. Hay que sumar la llegada agresiva y disruptiva de Donald Trump en enero del próximo año al poder, las cosas pudieran ponerse más complicadas en un ambiente de posible caos, que no estén en manos del gobierno de México de atender y resolver. Todos estos factores estarán muy presentes en los próximos meses.
Gracias por leerme. Saludos.
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