Los gritos de Tlatelolco, la UNAM y el Poli

HomeNacional

Los gritos de Tlatelolco, la UNAM y el Poli

David Jesús Flores Heredia
(Ciudad de México, 3 de octubre de 2022)

¿Por qué les dispararon si eran estudiantes?, le pregunta una niña de aproximadamente siete años a su madre. Es 2 de octubre de 2022 y ambas caminan por la Plaza de las Tres Culturas, en Tlatelolco, llena de jóvenes, danzantes, prensa y extranjeros. La progenitora le explica que fueron los militares. El diario El heraldo de México nos narra: “El movimiento estudiantil de 1968 en México se gestó dos meses antes del genocidio en Tlatelolco. Todo inició el 22 de julio durante una pelea de estudiantes de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y del Instituto Politécnico Nacional (IPN) en la Ciudadela. La campal fue disuelta violentamente por el grupo de Granaderos del Distrito Federal, lo que desató una ola de protestas por el abuso policial cometido contra los jóvenes. Esto provocó que policías y militares resguardaran las instalaciones de la UNAM y el IPN. Fueron más de dos meses de protestas a las cuales incluso se sumó el rector de la universidad, Javier Barros Sierra, quien marchó con sus estudiantes para exigir la salida de los militares; justo en esos meses se gestó el Consejo Nacional de Huelga (CNH), quienes convocaron a marcha el 2 de octubre, días antes de la inauguración de los Juegos Olímpicos de México 1968”.

El día designado, los grupos protestantes se dieron cita en la plaza y, al promediar casi las seis de la tarde, un helicóptero del Ejército lanzó dos bengalas, una verde y una roja, las que sirvieron como señal para que intempestivamente ingrese una fila de militares, miembros de la
Dirección Federal de Seguridad, de la Policía Judicial Federal y del Servicio Secreto, acompañados por tanques y vehículos de asalto, quienes empezaron los disparos que impactaron entre los estudiantes, niños, mujeres, profesores, vendedores y curiosos que se habían congregado. Tras dos horas de masacre, los oficiales detuvieron a los principales líderes del movimiento estudiantil y los llevaron al Campo Militar Número 1, al norte del Distrito Federal.

El Heraldo de México continúa: “A medianoche, ante periodistas extranjeros, Fernando M. Garza, director de Prensa y Relaciones Públicas de Presidencia de la República, dijo extraoficialmente que el saldo de la contienda era de cerca de 20 muertos, 75 heridos y más de 400 detenidos. Justificó que la acción militar y policial respondió a un “foco de agitación” por parte de los manifestantes y aseguró que la tranquilidad durante los Juegos Olímpicos está garantizada. A su vez, Marcelino García Barragán, secretario de la Defensa Nacional, sostuvo que el Ejército intervino en Tlatelolco, a petición de la policía, para sofocar un tiroteo entre dos grupos de estudiantes, quienes estaban armados con metralletas; que la tropa fue recibida a balazos por francotiradores; y que aquél duró aproximadamente una hora. Al día siguiente, el 3 de octubre de 1968, la matanza de Tlatelolco acaparó las portadas de los diarios nacionales y extranjeros”.

Madre e hija se detienen frente al pequeño monumento conmemorativo, colocado en 1993, a manera de túmulo mortuorio, cuyo epitafio es firmado por la escritora mexicana Rosario Castellanos como “Memorial de Tlatelolco”, donde, en el último párrafo, dice: “¿Quién? ¿Quiénes? Nadie. La plaza amaneció barrida. Los periódicos dieron como noticia principal el estado del tiempo y en la televisión y en el radio, en el cine, no hubo ningún cambio en el programa. Ningún anuncio intercalado. Ni un minuto de silencio en el banquete (pues prosiguió el banquete)”.

Hasta hoy no se conoce el número exacto de muertos y desaparecidos.

Las ánimas son rezadas en movimiento

La hermosa Plaza de las Tres Culturas estuvo poblada por los grupos organizados para la marcha desde el mediodía hasta el promediar la una de la tarde, cuando salieron formados hacia el Zócalo, gritando su consigna principal: “2 de octubre, no se olvida, es de lucha combativa” y “¿Por qué nos asesinan?, si somos el futuro de América Latina”.

No solo los jóvenes estudiantes y combativos fueron los ocupantes, también se veían dos grupos de danzantes, unos vestidos de blanco, rojo y verde, con diversos accesorios portados en la cabeza y las manos; y el otro con pieles, textiles y adornos ceremoniales de colores tierra y fuego. Ambos permanecieron en el espacio.

Karina Nava, danzante ceremonial y egresada de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), me comentó que se trataban de dos danzas en honor a las almas perdidas de los asesinados. La del atuendo claro había sido iniciada en los ochentas y representaba lo clásico
poscolonial dentro del atuendo similar a la bandera, y que emanaba un mensaje de amor y luz para la eternidad de los fallecidos. Respecto a la más étnica, en la que ella participa, me indicó que era más antigua, de tradición mesoamericana, que se elabora en base a rezos a los cuatros vientos, incienso y silbidos con un caracol para recibir a las ánimas y guiarlas hacia su rincón en el universo, dominado por el dios Tezcatlipoca o “Espejo humeante” en el lenguaje náhuatl.

Esta deidad es uno de los dioses más importantes de la cultura mesoamericana del Posclásico y particularmente importante para los toltecas y los aztecas. Era un dios creador invisible y omnipotente, deidad patrona de los guerreros y, como portador tanto del bien como del mal, era la encarnación misma del cambio a través del conflicto. Asimismo, es considerado y venerado como el dios supremo del panteón azteca.

Nava agregó que su ritual no excluye los cánticos rogando al Dios románico, porque su acto es una unión de creencias en el ser creador con la firme convicción de dar alivio eterno a los espíritus perdidos en la matanza. Efectivamente, en sus cantos se evocaban imágenes divinas y
de protección respecto al creador y, al filo del monumento, se observaban velas misioneras encendidas, platos llenos de maíz y otros productos alimenticios clásicos de México, imágenes pequeñas de cera y otras impresas, donde destacaba el dibujo de una mujer desnuda quemándose en el fuego, la que me indicaron, era la representación de un ánima.

¿Por qué nos asesinan?, si somos el futuro de América Latina

La marcha estuvo encabezada por el Movimiento 68 ProLibertades Democráticas, la gran facción de los alumnos de las Escuelas Normales Rurales –comúnmente llamados Normalistas y que son escuelas formadoras de maestros y maestras en México–, los grupos de estudiantes y pequeños sindicatos de la Universidad Autónoma de México (UNAM), el Instituto Politécnico Nacional –comúnmente llamado “el Poli”– y la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), entre otras organizaciones, los miembros de la prensa nacional y extranjera que los grababan o fotografiaban y por la población acompañante. Avanzó a paso firme sin inconvenientes con la policía que escoltó el despliegue a cierta distancia, la mayoría de los negocios alrededor estaban cerrados. Las gentes miraban con respeto a los protestantes, sus arengas eran muchas veces recibidas con júbilo, y algunos turistas los seguían con curiosidad. Varios niños deseaban unirse o bailaban al son. Los vendedores ambulantes perseguían a la grey. En el Zócalo esperaba el mitin.

Las facciones se ordenaron alrededor del estrado levantado frente al Palacio de Gobierno. El espíritu de lucha y las consignas fueron encendiendo los corazones. Los temas de la militarización y las matanzas y desapariciones de estudiantes dominaban las conferencias. La pregunta inmediata fue: ¿qué está ocurriendo en las escuelas? Para los latinoamericanos el pensar que la mítica e histórica UNAM está cometiendo abusos es inaudito. Las respuestas no se hicieron esperar.

“En el 99 hubo una huelga porque quisieron privatizar la universidad, desde ese tiempo ya las cosas han decaído. Si bien hoy no hay balas, es increíble que las instalaciones estén en tan mal estado. Las facultades de Psicología y Medicina han pedido que se revisen las estructuras
porque al menor temblor pueden venirse abajo, los servicios higiénicos, las bibliotecas, todo está descuidado. Asimismo, en mi facultad que es de políticas reina la impunidad ante el abuso y acoso sexual de algunos profesores y ni siquiera hay comedores, ni se les permite continuar
con la educación a distancia a los estudiantes que no cuentan con recursos. Y, ante los reclamos, las autoridades no brindan diálogo ni respuestas”, comentó Valeria Robles, estudiante de tercer semestre de Ciencias Políticas en la UNAM.

“No es increíble que estén en paro muchísimas escuelas y facultades. Todas las facultades están pésimas, algunas no tienen servicio médico y ni comedores”. indicó la estudiante de ingeniería, quien solo quiso ser consignada con sus iniciales P. E. Al revisar los medios y diversas páginas ligadas a las instituciones, observamos que se encuentran paradas las Facultades de Estudios Superiores: Acatlán, Iztacala, Cuautitlán; Escuela Nacional de Estudios Morelia, Colegio de Ciencias y Humanidades Plantel Sur, Escuela Nacional Preparatoria 8; Facultades: Química, Ingeniería, Contaduría y Administración y Psicología.

Además, en el mitin se pronunciaron las madres de los estudiantes asesinados Carlos Sinuhé Cueva Mejía y Luis Roberto Malagón de Gaona, quienes culparon y exigieron justicia a la casa de estudios más reconocida de Latinoamérica. Sin embargo, no solo allí hay problemas, la segunda institución más grande de México, el Instituto Politécnico Nacional también atraviesa la tormenta.

El estudiante de segundo semestre de Ingeniería Ferroviaria, Pablo Torres, indicó que en su institución los maestros se pusieron en paro porque las autoridades desvían recursos y las instalaciones y condiciones laborales son paupérrimas. Luego, esa huelga se trasladó a
los alumnos desde fines de agosto y hasta hoy no hay fecha de reanudación. Lo que le preocupa en sobremanera por la alteración del calendario educativo en relación con la lejanía de su tierra, San Luis Potosí, y sus urgencias familiares y económicas.

¿Y el futuro?

Fénix Sánchez, periodista del periódico Revolución Permanente, declaró: “Lo que se desea es cansarlos y privatizar toda la educación y lograr la militarización del país. En los ochentas se crearon las organizaciones sociales convergidas en las sindicales y estudiantiles. Sin embargo, desde los 90 sus líderes fueron comprados y han ido desvirtuando y disgregando en pequeños sindicatos, según cada gremio. Las pocas que se han mantenido y que son de corte socialista están siendo suplidas por los grupos feministas –cuya lucha es válida e importante–, pero que están siendo utilizados por las lideresas ligadas al gobierno, quienes, con la modalidad de acusar sin fundamento, hacen una fotografía con el rostro del supuesto atacante y la pegan en diversos espacios condenando sin un juicio justo. Por esta causa es que no se ve a más sindicatos apoyando la marcha, algo que antes sucedía, incluso eran un bloque unido los alumnos, los administrativos y los profesores. Ahora, los pocos que acuden lo hacen dispersos, nadie confía en nadie porque este gobierno, aliado de la burguesía, ha comprado a todos”.

Luis Fernández, longevo miembro del Comité 68, indicó: “Esta conmemoración demuestra que la memoria histórica no la hemos perdido ni debemos dejar que se olvide ni que gane la impunidad. Las acciones organizadas que si bien han decaído en número continúan en pie de lucha porque el gobierno actual sigue atentando contra los derechos humanos, desplazando pueblos como Oaxaca, Chiapas y Guerrero principalmente, y utilizando los recursos para darse atractivo ante la prensa internacional. El presidente Obrador prometió y no ha cumplido, es decir, ha engañado al pueblo, solo ha contribuido a desaparecer y desarticular los sindicatos, destruyendo su autonomía. Pero estos actos gubernamentales solo provocan que se geste el estallido social porque asfixian al pueblo y el descontento genera más organización de las víctimas y trabajo social por la libertad y la vida”.

Venceremos, venceremos

El sol de otoño continuó iluminando a los congregados. Las exposiciones se sucedían, un grupo de los llamados “encapuchados”, ligados al movimiento anarquista, protagonizaron un pequeño conato de pelea con la policía que fue rápidamente disuelto entre ambos y dejó algunas manchas de pintura alrededor. A los miembros de la brigada de Derechos Humanos se les percibía aburridos o cansados tras la jornada dominical. Los comerciantes y turistas se mezclaban entre la concurrencia.

Todos los colegas con que platiqué resaltaron el comportamiento ordenado y valeroso de los normalistas. Realmente era impresionante ver a ese grupo de jóvenes vestidos humildemente, con sus cabellos cortados al ras y su disciplina, trasluciendo en sus ojos la esperanza ante la conmemoración de un día tan importante para ellos, más aún, después del triste recuerdo de la desaparición de los 43 estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa, ocurrido en septiembre de 2014 y que hasta hoy sigue sin respuesta.

El mitin continuó con las ponencias de la Juventud Comunista de México, el movimiento “Hasta encontrarlos” de Guanajuato, la petición de libertad para el periodista australiano Julian Assange y cerró con la entonación del Himno del Magisterio, titulado “Venceremos”, que los congregados cantaron con fervor, para luego retirarse apaciblemente.

Mientras caminaba entre los vendedores de comida, libros, emblemas, banderitas, cuadros, juguetes y la gente dispersa en el Zócalo, recordaba algunas canciones alusivas al 2 de octubre, como la homónima de Maldita Vecindad, “Octubre 68” de Tex Tex o “Antes de que nos olviden” de Caifanes. De repente, sin creerlo, vi a la madre junto a su niña que venía confusa, me acerqué nuevamente para escuchar lo que platicaban, y la hija le preguntó: “¿Venceremos mami?”. Conmovida, la abrazó con ternura y le respondió: “Por supuesto, mi amor”.

COMMENTS

WORDPRESS: 0
DISQUS: