HomeCOLUMNAS

Un puñado de huesos, cuando acaba la esperanza y empieza la pesadilla | por Alan Castro

Un puñado de huesos, cuando acaba la esperanza y empieza la pesadilla

Por Alan Castro

 

Con la esperanza de que la paz volverá a casa, de que su hijo descansará en un lugar digno, que sabrá dónde se encuentra y no seguirá viviendo con esa incertidumbre, así es como se siente Cecilia Flores. Luego de recibir un “pitazo” del lugar dónde podría estar su hijo desaparecido, lleva más de siete días cavando sin descanso, pero con la ilusión de volver a ver a su hijo Alejandro. 

 

Sus corazonadas, su intuición de madre y las emociones a flor de piel, se mezclan con el sudor, la tierra y la fe de que su hijo volverá, aun sabiendo que ahí es cuando empezará el verdadero dolor. Desde hace siete años que “levantaron” a su hijo, Cecilia ha sobrevivido solo con la esperanza de que está vivo en algún lugar e incluso, que un día llegará a tocar la puerta de su casa.

 

Aunque su mayor deseo es encontrar a su hijo, está consciente que ahí se acabará la esperanza y empezará la pesadilla; el saber que su hijo ya no volverá y que solamente es un puñado de huesos. Aún así, son días y noches con pico y pala, haciendo hoyos en varias hectáreas de parcelas en el norte de Sinaloa, donde ha recuperado tres cuerpos, dos hombres y una mujer, ninguno ha sido su hijo.

 

El que le dio el aviso de la posible osamenta, es el padre de quien se llevó a su hijo para no regresar hasta hoy, dando santo y seña de una huerta, misma huerta que ya tumbó toda y aun no encuentra nada. Desconoce si su hijo le debía algo a alguien, pero de lo que está segura es que ya lo pagó con su muerte, por lo cual no hay razón de tenerlo sepultado mientras la duda la mata lentamente.

 

Cecilia recibió amenazas de muerte para no seguir su búsqueda, por lo cual el Presidente de la República instruyó públicamente a nivel nacional que se le brinde seguridad, ahora no está sola en su misión. Pero tampoco le hacía falta, pues, aunque la amedrentaron no se iba a retirar y abandonar a su hijo, menos después de luchar incansablemente para saber en dónde está enterrado y hoy dejarlo a su suerte.

 

Para ella, largarse sería un acto de cobardía, y aunque no es tan valiente, peleará hasta el fin de su vida por traer a su hijo a casa, pues es el pecado que está dispuesta a pagar por amarlo tanto. Recorrer hombro a hombro, con las demás madres buscadoras a sus hijas e hijos desaparecidos, rastreando las pistas, los pasos y desgraciadamente los restos en el desierto del noroeste del país.

 

A pesar que las autoridades no han hecho nada por su hijo, no pide cárcel para los culpables de la desaparición de su hijo, sino solo que le digan dónde está para finalizar su pesquisa y con ello, su agonía. Son siete años escarbando hectáreas completas de tierra, desenterrado árboles, quebrado pisos y muchas cosas más… pero la esperanza de encontrar a su hijo seguirá intacta hasta el final.

 

(Entrevista realizada el pasado 2 de junio de 2022 en “NS por la mañana” a Cecilia Flores, fundadora de Las Madres Buscadoras de Sonora)

COMMENTS

WORDPRESS: 0
DISQUS: