El regreso de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos ha generado preocupación en México, particularmente debido a su retórica de implementar deportaciones masivas. Ante este panorama, Claudia Sheinbaum, presidenta de México desde octubre, ha adoptado una postura de rechazo hacia estas políticas, subrayando el impacto de los migrantes en ambas economías y anunciando medidas para hacer frente a posibles retornos.
Durante la conmemoración de la Revolución Mexicana, Sheinbaum destacó las contribuciones económicas y sociales de los migrantes mexicanos en Estados Unidos. Según datos del Instituto de Políticas Migratorias, los mexicanos representan el 23% de los migrantes legales y el 45% de los indocumentados en ese país. Estas cifras reflejan su relevancia en sectores como la agricultura, la construcción y los servicios. Además, las remesas que envían equivalen al 4% del PIB de México, con más de 63,300 millones de dólares en 2023.
Frente a la amenaza de deportaciones masivas, Sheinbaum declaró que su administración tiene planes para recibir a los deportados y brindarles apoyo. También mencionó la intención de presentar información detallada al equipo de Trump sobre las contribuciones de los migrantes, buscando desactivar su narrativa antiinmigrante.
Sin embargo, la viabilidad de las promesas de Trump ha sido cuestionada por especialistas. Deportar a un millón de personas al año, como ha sugerido, enfrenta barreras logísticas y económicas. Además, la mano de obra de los migrantes es esencial para la economía estadounidense, particularmente en sectores que dependen de trabajadores indocumentados.
En el ámbito comercial, Trump ha utilizado anteriormente amenazas de aranceles para presionar a México en temas migratorios. Aunque no se han anunciado medidas concretas, su historial de tensiones económicas agrega un nivel de incertidumbre a la relación bilateral. La revisión del TMEC en 2026 podría ser un punto clave para definir las dinámicas comerciales entre ambos países.
Por otro lado, México enfrenta el desafío de lidiar con un posible incremento en los flujos migratorios. Tras el triunfo de Trump en las elecciones, caravanas de migrantes se han formado en la frontera sur de México, con miles de personas buscando cruzar antes de que el republicano asuma el cargo el 20 de enero. Esto pone presión adicional en la capacidad de México para gestionar la situación, tanto en términos humanitarios como económicos.
Si bien Sheinbaum ha expresado su intención de establecer un diálogo con el equipo de transición de Trump, hasta ahora no se han delineado estrategias claras para enfrentar los posibles impactos de las políticas migratorias y comerciales del próximo gobierno estadounidense. Las semanas previas al cambio de administración serán clave para que México defina sus prioridades y busque minimizar las repercusiones negativas en la relación bilateral.
Con un escenario político incierto, las decisiones que tome México serán determinantes no solo para los migrantes, sino también para proteger los intereses nacionales en una relación marcada por tensiones históricas.
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