Alcaldía de Hermosillo, ¿tumba o catapulta política?

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Alcaldía de Hermosillo, ¿tumba o catapulta política?

Por Alan Castro Parra

Sin lugar a dudas vivimos tiempos de transformación, las reglas del juego están cambiando y se están rompiendo paradigmas. Uno de ellos era que la gente no tiene memoria o que olvidaba rápido, eso lo utilizaban para justificar que aún haciendo un mal gobierno, la gente seguía votando por ese mal político.

La realidad es que era un argumento que de alguna forma insultaba la inteligencia de la ciudadanía y por supuesto que denigraba el servicio público. De tal manera que veíamos a políticos saltando de una posición a otra, aun teniendo fama de corrupto o en su defecto, de ratero. Esto bajo el dicho popular de: “más vale malo por conocido, que bueno por conocer”.

Históricamente hay posiciones que contrario a esa lógica, representaban una tumba política para quienes pasaban por ahí, como es el caso de la Alcaldía de Hermosillo. Una ciudadanía que en diferentes etapas políticas ha demostrado ser un electorado muy maduro, al grado de en su momento votar por las primeras alcaldesas en el país, permitir las primeras alternancias y sobre todo, castigar los malos gobiernos.

Un municipio con esas características definitivamente significaba para muchos una tumba política, que si bien muchos pudieran jactarse de salir bien librados de su paso por la alcaldía, pocos pueden presumir que consecutivamente después de su administración pudieron lograr una crecimiento en una posición electoral de más nivel.

Prueba de ello es que ningún ex presidente municipal de Hermosillo ha podido llegar a la gubernatura del estado, ejemplos hay muchos. Sin embargo, como ya lo comentamos, son tiempos de transformación y este supuesto, también puede romperse, sobre todo en la coyuntura política que estamos viviendo.

No solo por el mayor acceso al internet que influye para que la gente esté más enterada de los temas públicos, y por ende cuente con más juicio, o bien, mayor sentido crítico hacia sus gobernantes. Sino por la actual administración del alcalde Toño Astiazarán, quien ya hizo historia como el primer alcalde reelecto de Hermosillo.

El Toño ya demostró que se pueden romper moldes y sobre todo que en política no hay invencibles, es decir, que se le puede ganar a Morena, dependerá por supuesto de los resultados de gobierno que obtenga en su segundo periodo para que la alcaldía no sea una tumba, sino una catapulta política.

Y ya que andamos reflexionando sobre la memoria de los ciudadanos, llama mucho la atención que algunos ex alcaldes de Hermosillo han salido a la luz pública últimamente, algunos con un aura más purificada y otros, con serias aspiraciones electorales.

Me refiero primeramente a Maloro Acosta que ya lo habíamos visto en una reunión en Washington D.C., con el diputado local del PT, Rene Garcia, ahora nos tocó verlo muy participativo en ceremonias alrededor de la toma de protesta del presidente Donald Trump en sus segundo periodo al frente de los Estados Unidos.

Recordemos que su última participación en una campaña electoral, recibió una cucharada de realidad, al perder la ciudad donde gobernaba por debajo de las fórmulas de Morena y el PAN, además por supuesto de entregar la alcaldía a Morena.

Dudo mucho que los hermosillenses lo recuerden con gran cariño, incluso ahora que se ha convertido en un gran representante de la iglesia cristiana a nivel internacional, en fin que ese cuento no se lo traga tan fácil la ciudadanía, pues cuanto delincuente no se ha… arrepentido. Por supuesto que tampoco creo que el Maloro quiere regresar a la política.

El otro caso es Alejandro Lopez Caballer que sin lugar a dudas nadie duda de su capacidad política y sobre todo económica para regresar y hacerle sombra a cualquier candidato de Morena, sin embargo también hay que escuchar a la ciudadanía.

Pues este caso en particular pareciera que sí puede apostar a que la ciudadanía no tiene memoria, pues aunque fue un alcalde muy popular, en su momento, ciertamente no podemos hablar de un buen resultados de gobierno o bien, obra pública que podamos reconocer como un buen alcalde.

Y no, el tener el respaldo de los padrecistas y los panistas no basta para irse por el canto de las sirenas y tirarse al mar, insisto, hay que escuchar a la ciudadanía y no tratar de insultar, pensando que ya de nada se va a acordar.

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