“Sapiens. De animales a dioses”, de Yuval Noah Harari: un libro para toda persona curiosa | Prisma por David Omar Guirado V.

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“Sapiens. De animales a dioses”, de Yuval Noah Harari: un libro para toda persona curiosa | Prisma por David Omar Guirado V.

“Sapiens. De animales a dioses”, de Yuval Noah Harari: un libro para toda persona curiosa

 

Hace dos millones de años nuestros antepasados, los primeros homo sapiens eran unos animales que vivían en una parte de África y su impacto en el mundo no era mayor que el de los leones, las cebras, hienas o cualquier otra especie.

 

Ahora los humanos hemos conquistado el mundo entero y hemos cambiado nuestro entorno.

 

Este libro trata sobre esto, contesta a muchas preguntas que puede tener cualquier persona curiosa, como por ejemplo por qué solo sobrevivió el Homo Sapiens de entre las especies de Homo, todo lo que implicó la revolución agrícola y su gran impacto en la cantidad de humanos en el planeta, la influencia de las religiones en la evolución histórica, la revolución científico-tecnológica desde hace 500 años y que ha explotado con mucha fuerza en los últimos 200, entre muchos temas más.

 

Es un libro muy recomendable en el que Yuval Noah Hararim, profesor de Historia de la Universidad Hebrea de Jerusalén, aborda la historia de la humanidad en su conjunto, sin centrarse en datos y fechas concretas sino en los hechos más relevantes de nuestra historia. Toda persona con un mínimo de curiosidad debería leerlo.

 

“Nunca convenceremos a un mono para que nos dé un plátano con la promesa de que después de morir tendrá un número ilimitado de bananas a su disposición en el cielo de los monos”. Para Yuval Noah Harari, la diferencia crucial entre el primate humano y todos los demás animales del planeta es que los sapiens no sólo son capaces de imaginarse cosas que nunca han visto, tocado ni oído, sino además de convencer a muchos otros humanos de que sus fantasías (por muy descabelladas que sean) son verdad.

 

Cualquier chimpancé puede avisar a sus compañeros de manada sobre algún peligro con un grito específico de: “¡cuidado, un león!”. Sin embargo, gracias a lo que Yuval denomina ‘revolución cognitiva’, sólo los sapiens han desarrollado la capacidad para inventar y proclamar la existencia de algo tan falso como extraordinariamente poderoso: “el león es el espíritu guardián de nuestra tribu”. Para Harari, esta insólita capacidad para inventar ficciones y, sobre todo, para transformarlas en mitos compartidos por miles e incluso millones de personas, es la clave fundamental para explicar por qué un simio relativamente insignificante se convirtió en el amo del planeta.

 

Harari detalla el ‘arma secreta’ de nuestra especie: su insuperable capacidad para el autoengaño colectivo. “Un gran número de extraños puede cooperar con éxito si creen en mitos comunes”, explica el historiador de Jerusalén, formado en Oxford

Hoy, a principios del siglo XXI, Harari está convencido de que nuestro poder es tan inmenso que incluso estamos adquiriendo las capacidades que antaño se han atribuido a seres divinos; gracias a los avances de la ciencia y la tecnología, estamos a punto de manipular la creación de vida, ralentizar o detener el envejecimiento celular, transformar nuestra propia naturaleza genética e, incluso, la capacidad de leer la mente mediante cerebros conectados a computadoras como el proyecto de neuralink. 

 

¿Cómo hemos logrado todo esto en menos de 10,000 años, un parpadear considerando los 3.800 millones de años que han transcurrido desde la aparición de los primeros seres vivos de nuestro planeta?

 

Harari considera que a diferencia de las manadas relativamente pequeñas de simios o de los clanes de neandertales, nuestra especie ha sido la primera capaz de concatenar redes de cooperación a gran escala: tribus, iglesias, ciudades, imperios, naciones, organismos internacionales; nada de esto hubiera sido posible si los sapiens, sólo pudieran transmitir información sobre cosas que realmente existen, como el peligro de los depredadores o los árboles donde crecen frutos.

 

Únicamente nuestra especie es capaz de inventar (y sobre todo de compartir masivamente), relatos imaginarios sobre entidades que sólo existen en nuestra mente creativa, desde ‘el pueblo elegido de Dios’ hasta ‘la nación libre y soberana’ o incluso el modelo económico de los estados modernos.

 

Cuando un mito colectivo tiene éxito, su poder es inmenso porque permite a millones de extraños cooperar y trabajar juntos hacia objetivos comunes.

 

Desde su ‘revolución cognitiva’, los sapiens, de hecho, viven en una ‘realidad dual’: por un lado, la realidad objetiva de los leones y los árboles, sobre la que también se comunican muchos otros animales; por otro, la realidad imaginada de dioses y espíritus tribales, mitos, ficciones que sólo entienden los imaginativos sapiens.

 

El historiador israelí no menosprecia la importancia de otras habilidades humanas que también fueron determinantes a la hora de explicar nuestro éxito evolutivo, como la capacidad para fabricar y usar herramientas, que posteriormente nos llevaron a las otras grandes revoluciones en la Historia de la Humanidad: la agrícola, la industrial y la científica. 

 

Pero Harari insiste que todas estas grandes transformaciones jamás hubieran sido posibles sin que primero miles y después millones de extraños colaboraran juntos y estuvieran dispuestos a sacrificarlo todo, incluyendo sus vidas, por la colectividad.

 

“Einstein era mucho menos diestro con sus manos que un antiguo cazador-recolector. Sin embargo, nuestra capacidad de cooperar con un gran número de extraños ha mejorado de manera espectacular”, explica el historiador.

 

Pero, aunque Harari tenga razón y resulte innegable que el “pegamento social” de las verdades compartidas ha sido un factor crucial en el éxito evolutivo de nuestra especie, también es evidente que en muchos momentos de la Historia y, claro, hoy mismo, las mitologías del sapiens también han provocado la muerte de millones de personas. 

 

Solo hay que voltear al conflicto sangriento que se sigue sufriendo ahora mismo en la tierra del propio Harari entre israelíes y palestinos o la guerra entre Rusia y Ucrania.

 

Con frecuencia no se consigue que toda la gente se crea el mismo relato, y se generan dos, tres o más grupos, cada uno de los cuales se cree un relato diferente, y con frecuencia antagónico. De hecho, la mayoría de las guerras en la Historia se generan por culpa de conflictos generados por relatos antagónicos, y no se deben a una lucha por recursos.

 

De animales a dioses concluye con una inquietante reflexión: ‘A pesar de las cosas asombrosas que los humanos son capaces de hacer, seguimos sin estar seguros de nuestros objetivos y parecemos estar tan descontentos como siempre… Somos más poderosos de lo que nunca fuimos, pero tenemos muy poca idea de qué hacer con todo ese poder’. Esperemos que el éxito global de este libro ayude a algunas personas a orientarse un poco mejor en este nuevo siglo, para afrontar con mayor éxito los desafíos de un futuro incierto.

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