Ante la alerta por una la variante omicrón de COVID y contagios, López Obrador convocó a sus seguidores a llenar el zócalo de la Ciudad de México acompañado de la Jefa de Gobierno de la capital, Claudia Sheinbaum y de su gabinete para presentar su discurso en el marco de la celebración de sus primeros tres años de gobierno.
Con una alta popularidad y un discurso divisionista, el presidente Andrés Manuel López Obrador celebró en la multitudinaria concentración en el centro de la capital mexicana la mitad de su mandato con logros que parecieran estar meramente en una realidad alterna, su realidad: finanzas estables, peso sin devaluación, el no incremento de deuda ni préstamos de organismos mundiales, impuestos sin aumentos y otros más, a pesar de los
“ataques diarios de sus opositores con críticas banales y sin fundamentos”.
Sobre el hecho de que la prensa lo acuse de estar militarizando el país, sostuvo que bajo su gestión la fuerza armada no se ha visto involucrada en violaciones de derechos humanos, masacres, torturas ni ejecuciones extrajudiciales.
Lo cierto es que más militares ocupan cada vez más espacios en el ámbito civil y reciben recursos y contratos públicos como nunca antes, incluyendo el mismo proceso de vacunación. Así como el uso de fuerza excesiva contra migrantes centroamericanos al sur del país. Pero en lugar de asumir responsabilidad de ello, el presidente dijo en su discurso que esto era la herencia de administraciones anteriores y que la violencia homicida ya se contuvo.
Además de reiterar que el Ejército es “pueblo uniformado”, no hizo mención que ellos están en proceso de apropiarse de la seguridad pública por sus instrucciones presidenciales, ni que los 36,000 homicidios anuales por tercer año consecutivo son de hecho un máximo histórico que debe atenderse con carácter de urgencia.
Del tema económico destacó el crecimiento del sector agropecuario durante la pandemia, pero omitió decir que este sector sólo constituye el 4% de nuestra economía y que, al tercer trimestre de este año, que nuestra economía atraviesa por uno de los momentos más críticos de su historia reciente y que las expectativas de inflación se encuentran por encima del 7% en este cierre de año.
Además, el presidente insistió en que las remesas y los programas sociales fueron la estrategia de contención de la crisis, cuando las remesas son producto de la reactivación económica de Estados Unidos, de sus programas de liquidez y estímulos fiscales para la pequeña y mediana empresa; en definitiva, de la solidaridad inconmensurable de los paisanos en el exterior.
Presumir como un logro histórico los miles y miles de remesas que los connacionales envían a México desde Estado Unidos, es reconocer el fracaso de los gobiernos en México. Todo esos migrantes salieron de sus regiones por la falta de oportunidades, la pobreza, la inseguridad y porque en México no hay futuro. ¿Entonces, qué presume?
A medio camino de su gobierno, AMLO ha decidido dormir el dulce sueño de la ignorancia autoinducida. De quien decide no ver sus retos y aprender de sus errores, sino inventarse éxitos y celebrarlos. Esta mitad del sexenio quedamos más atrás que a medio camino del trayecto hacia el país que López Obrador nos prometió que llegaríamos algún día.
Tal vez su discurso es un anhelo o un deseo, pero no. Organizar un evento, convocar a incondicionales, utilizar recursos del erario para movilizarlos y aprovechar la tribuna para autelogiarse, es excesivo y lastimoso. Alabo en boca propia, es vituperio.
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