¿Y ahora qué viene?

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¿Y ahora qué viene?

¿Y ahora qué viene?

 

Se espera que en México estas elecciones en curso sean las más grandes de la historia, con la participación de 94 millones 800 mil ciudadanas y ciudadanos inscritos en el Padrón Electoral, lo que contempla 5 millones más que en 2018, por lo que será necesaria la instalación de 161 mil casillas y la participación de más de 50 mil Supervisores y Capacitadores Electorales, según la estimación del INE.

 

El consejero Ciro Murayama explicó que, para el proceso electoral de este año, el Instituto Nacional Electoral realizará un total de 16 conteos rápidos: uno para la votación de la Cámara de Diputados y uno por cada una de las 15 gubernaturas que están en juego.

 

Para el conteo rápido, previsto en el Reglamento de Elecciones, el INE cuenta con un Comité Técnico Asesor conformado por 11 ciudadanas y ciudadanos expertos en matemáticas y estadística, quienes realizan el procedimiento para estimar las tendencias de los resultados finales de la elección. 

 

La misma noche de la elección, se tiene previsto que alrededor de las 20:00 horas (dos horas después del cierre de casillas) y mientras el consejero presidente del INE ofrezca un mensaje sobre la jornada electoral donde se darán a conocer los primeros resultados sobre la votación para las gubernaturas.

 

Los resultados oficiales de la elección surgen después de los cómputos distritales, que, en este caso, de acuerdo con el calendario electoral, inician el 9 de junio y concluyen el domingo 13 de junio.

 

Pero con la jornada electoral de este domingo no termina la contienda como tal, por el contrario, se espera que se intensifique en virtud de lo cerrado que serán los resultados de la recta final en muchas regiones del país; quienes no resulten favorecidos pedirán el reconteo de votos y algunos incluso, gritarán a los ocho vientos que hubo fraude.

 

Lo que es un hecho es que gran número de puestos de elección popular se decidirán en los tribunales electorales y no, por desgracia, en las urnas. Sin embargo, México no se agotará el 6 de junio, porque a partir del 7 deberemos escribir un nuevo capítulo en la historia donde nos preguntemos ¿y ahora qué?

 

La primera reflexión inexcusable es que un Estado digno de tal nombre no puede permitir que el crimen organizado continúe influyendo con su violencia sobre la vida económica, política y social del país. 

 

La impunidad con la que operan grupos criminales no solo está directamente relacionada a su capacidad de fuego sino a la facilidad con la que corrompe a las mismas corporaciones de seguridad que deberían defendernos y todos los sectores de nuestra sociedad.

 

La segunda reflexión es sobre la corrupción latente en la vida política del país. Se debe apoyar y fortalecer la capacidad de la sociedad civil, los medios de comunicación además de otros agentes de supervisión y rendición de cuentas para realizar investigaciones, promover medidas preventivas y exigir responsabilidades a la clase política. 

 

Tercero, directamente ligado al punto anterior, la participación y empoderamiento ciudadano. Como ciudadanos debemos vigilar, señalar y exigir resultados a los nuevos gobiernos, que quienes resulten electos, cumplan con sus promesas de campaña.

 

Es fundamental que la ciudadanía participe de forma consciente y activa en los proyectos del Estado donde las decisiones que tomen los gobiernos sean transparentes y comprobables a través de las instituciones de acceso a la información para saber en qué se invierten los paquetes presupuestales que a final de cuentas salen de nuestros impuestos.

 

Una ciudadanía informada, con conocimiento y participación fortalece el sano ejercicio de la democracia.

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