Por Jesús Donaldo Guirado
En la siempre convulsa arena política de Navojoa, un nombre otrora relegado a la penumbra vuelve a resonar con fuerza: Alberto Natanael Guerrero López, mejor conocido como “El Pitillo”. El exalcalde, que parecía haber quedado en el anecdotario político tras su paso por la administración municipal en 2012, ha decidido lanzar nuevamente la caña para auscultar si la ciudadanía todavía lo percibe como un referente de liderazgo. La respuesta, hasta ahora, resulta halagüeña.
Lo que a primera vista podría parecer un simple amago, en el fondo representa una coyuntura trascendental: Guerrero López se perfila como el único pilar opositor con posibilidades reales de irrumpir en las urnas. La incógnita, sin embargo, no radica en si participará, sino bajo qué siglas lo hará. Y aquí es donde el escenario se torna asaz interesante.
Después de un análisis a cómo se ha manejado Alberto Natanael, principalmente las fotos que ha compartido en redes sociales y según diversos corrillos políticos, el “Pitillo” podría encabezar no solo una fuerza aislada, sino una suerte de consorcio opositor que aglutine al PRI, PAN, PRD, Partido Sonorense y, sorpresivamente, a Movimiento Ciudadano. Una caterva de partidos que, aunque con historias de desencuentros y desencantos, parecen encontrar en él un punto de convergencia.
No es un dato menor que el Partido Revolucionario Institucional, aquel que lo acuerpó y lo llevó a la cúspide municipal en 2012, busque con su figura recuperar algo del poder local que le fue inexorablemente desbancado. El PAN, por su parte, mantiene una férrea alianza con los priistas en los últimos años, y comparte con Guerrero López ciertos postulados de practicidad administrativa que le resultan funcionales.
El caso del PRD es sui géneris: desaparecido a nivel nacional, resurge como un partido local en Sonora tras obtener en enero de 2025 el registro estatal ante el INE. Un movimiento que, aunque modesto, le otorga voz y voto en la próxima contienda.
Por su lado, el Partido Sonorense —con el beneplácito de Toño Astiazarán, quien perfila su propia pretensión de disputar la gubernatura— habría ya dado luz verde al “Pitillo”. Y quizá lo más estridente: Movimiento Ciudadano, que parecía reservado para repetir la candidatura de Adolfo Domínguez, habría trastocado su estrategia para ceder espacios a Guerrero López en la presidencia y redistribuir las diputaciones.
En un ámbito más amplio, la coordinadora estatal de MC, Natalia Rivera, ha rechazado categóricamente cualquier alianza con PRI y PAN de cara a los próximos comicios. Esta postura evidencia que, si bien a nivel estatal el partido se muestra renuente a coaliciones tradicionales, en el terreno local el tablero podría modificarse con movimientos más discretos y ceñidos a las circunstancias navojoenses.
Estamos, pues, ante una encrucijada política que podría permear irrestrictamente en la sucesión local. La figura de Guerrero López no solo resurge, sino que se erige como el epicentro de una grey política que busca no claudicar frente al dominio oficialista. Si este entramado se consolida, los comicios venideros en Navojoa no serán un mero trámite: serán el escenario de un duelo de proporciones colosales.
En política, lo que se murmura en los pasillos muchas veces antecede a lo que se grita en la plaza pública. Y hoy, en Navojoa, el nombre de Alberto Natanael Guerrero López, “El Pitillo”, vuelve a revolotear en los corrillos con fuerza inusitada.
Si bien no existen datos oficiales ni anuncios categóricos, el rumor es persistente: el exalcalde podría regresar a la contienda. No sería la primera vez que se le menciona como una carta viable, pero lo que distingue a esta ocasión es la magnitud del movimiento que se observa en torno a su figura. Como un ave fénix que emerge de sus propias cenizas, Guerrero López parece resurgir con brío en un escenario donde la oposición carece de un liderazgo consolidado.
Los analistas prudentes —y también los maledicentes— advierten que aún es temprano para hablar de certezas. Los comicios, indubitablemente, se encuentran a la vuelta de la esquina, pero en política las piezas del tablero suelen trastocarse con un simple movimiento discrecional. No obstante, hay quienes aseguran que esta vez sí se lanzará, y que lo hará bajo un esquema que aglutine fuerzas diversas, quizá irreconciliables en otros tiempos, pero hoy ceñidas por la necesidad de sobrevivir electoralmente.
El ciudadano común podría tomar esto como una falacia repetida, un eco de promesas incumplidas en pasadas sucesiones. Sin embargo, lo perceptible es que el “Pitillo” exuda vitalidad política y, contra todo pronóstico, se le abre una coyuntura que podría ser su última gran oportunidad.
Aclaro, con la debida pulcritud periodística: no se trata de información confirmada, sino de un análisis, de lo que se comenta en tertulias y se sopesa en las antesalas del poder. Si alguien quiere descalificarlo, que lo tome como palabras de un loco. Pero en la vorágine de la política, donde todo puede cambiar de golpe y porrazo, no sería la primera vez que un “loco” acierta antes que los prudentes.
El tiempo, como siempre, dirimirá estas discrepancias.
En la memoria política de Navojoa, pocas administraciones han logrado dejar un legado tan visible como la de Alberto Natanael Guerrero López. Con sus aciertos y errores —como toda gestión pública—, el exalcalde supo interpretar una exigencia social clara: infraestructura útil, incluyente y duradera. Y lo hizo apostando por proyectos de gran calado que, más allá del discurso, transformaron el rostro urbano y social del municipio.
Quizá el más emblemático de todos fue el Parque Infantil de Navojoa, una obra de más de 110 millones de pesos que, por su diseño y propósito, marcó un antes y un después. Equipado con lago artificial, pista de go-karts, toboganes, juegos, trenecito y espacios para todas las edades, este parque no fue solo un espacio recreativo: fue una apuesta política por la dignidad y el esparcimiento de las familias navojoenses. Lo que para muchos parecía una utopía, se convirtió en punto de encuentro regional y símbolo de orgullo local.
Pero la gestión de Guerrero López no se quedó en lo ornamental. En Etchohuaquila, comunidad emblemática del sur del municipio, se impulsó la construcción de un Centro Comunitario de Desarrollo con áreas de capacitación, informática y recreación, además de la entrega de 197 estufas ecológicas, que representaron no solo una mejora en salud pública, sino también en equidad social. Fue una decisión que reflejó sensibilidad hacia los sectores más vulnerables.
La infraestructura deportiva también recibió una inversión histórica. La Unidad Deportiva “Faustino Félix Serna”fue renovada con 15 millones de pesos, incluyendo canchas de pasto sintético y mejoramiento general, mientras que se destinaban otros 55 millones para pavimentar sus accesos con concreto hidráulico. La obra benefició no solo a deportistas, sino a miles de familias que por años padecieron el deterioro de esa zona en tiempos de lluvia. Guerrero entendió que fomentar el deporte era también construir tejido social.
A lo anterior se suma el ambicioso programa “Todo Pavimentado”, mediante el cual se gestionaron más de 180 millones de pesos —una cifra sin precedentes— para mejorar vialidades clave y renovar redes de agua potable y drenaje. El programa, ejecutado en 11 calles principales, no fue una promesa al aire; fue una respuesta estructural a uno de los problemas más persistentes en la ciudad.
Y como muestra de visión en temas de prevención, su administración fue pionera en implementar cámaras de videovigilancia en escuelas, comenzando con el CBTIS 64. Este proyecto, dentro del programa de Seguridad Ciudadana, permitió monitoreo en tiempo real en planteles educativos, ofreciendo tranquilidad a padres, maestros y estudiantes. Un enfoque poco habitual a nivel municipal, pero necesario en tiempos de creciente preocupación por la seguridad escolar.
Cinco obras, cinco apuestas, cinco respuestas. Guerrero López gobernó en una etapa donde la exigencia ciudadana ya no toleraba lo mínimo indispensable. Lejos de encerrarse en el despacho o en discursos vacíos, apostó por proyectos visibles, palpables y funcionales. Su legado no es perfecto, pero es evidente.
En una región donde la política muchas veces se mide en promesas incumplidas, sus acciones se convirtieron en hechos concretos que, aún hoy, siguen marcando la vida diaria de los navojoenses.
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