EDITORIAL | Sheinbaum toma el control, la nueva configuración

HomeCOLUMNAS

EDITORIAL | Sheinbaum toma el control, la nueva configuración

Con la inminente conclusión de las mesas directivas en la Cámara de Diputados y el Senado —encabezadas hasta ahora por Sergio Gutiérrez Luna y Gerardo Fernández Noroña—, México se encuentra frente a una reconfiguración política que marcará un antes y un después en el sexenio. No se trata solo de un relevo natural en los cargos legislativos, sino del inicio de una etapa donde la presidenta Claudia Sheinbaum ejercerá, por primera vez, su verdadera fuerza política en los contrapesos institucionales.

En paralelo, se perfila la renovación de las coordinaciones parlamentarias de Morena, tanto en el Senado como en la Cámara de Diputados. Todo apunta a que Adán Augusto López y Ricardo Monreal dejarán de ser piezas incómodas que, en más de una ocasión, han regateado apoyo a la presidenta y han jugado sus propias cartas de poder. Con operadores de confianza en ambas cámaras, Sheinbaum tendrá la posibilidad de imprimir su sello, cortar de tajo con inercias heredadas y consolidar una nueva dinámica política.

Porque lo cierto es que, hasta ahora, el Legislativo había sido un terreno heredado, con piezas colocadas a conveniencia de Andrés Manuel López Obrador y operadores que, aunque en teoría servían al movimiento, en la práctica se servían a sí mismos. Con Sheinbaum colocando a sus propios cuadros, la narrativa cambiará: ya no habrá espacio para caudillos parlamentarios que confundan liderazgo con chantaje.

A esto se suma un elemento crucial: la llegada de un poder judicial más cercano a la presidenta. Tras años de tensiones entre Palacio Nacional y la Suprema Corte, el relevo en los órganos jurisdiccionales abre la puerta a una relación distinta, menos confrontativa y más funcional al proyecto presidencial.

El resultado será un tablero político completamente distinto al que dejó Andrés Manuel López Obrador. Mientras el expresidente gobernó bajo el peso de su propio liderazgo carismático, Sheinbaum empieza a delinear un estilo diferente: uno donde la disciplina, la técnica y el control institucional sustituyen al personalismo y la retórica de plaza pública.

Septiembre marcará el inicio de esa transición y será, en ese sentido, el mes de la ruptura. No porque Sheinbaum traicione la herencia obradorista, sino porque empieza a gobernar sin la sombra de su antecesor encima. El poder legislativo y judicial se alinearán a su figura, y ahí comenzará a escribirse la verdadera narrativa de su sexenio.El relevo legislativo y judicial es, en esencia, un corte de cuentas con el pasado inmediato. Sheinbaum entiende que un gobierno no se consolida con discursos, sino con control del poder. Y eso, a diferencia de sus predecesores, lo está ejecutando con precisión quirúrgica. La pregunta que queda en el aire es si esta nueva etapa significará mayor gobernabilidad o, por el contrario, un riesgo de concentración de poder. Lo cierto es que, a partir de ahora, México dejará de mirar hacia atrás para entender cómo gobierna Claudia Sheinbaum.

COMMENTS

WORDPRESS: 0
DISQUS: