Por Jesús Donaldo Guirado
En la política sonorense, donde las declaraciones altisonantes y los ataques disfrazados de opinión son pan de cada día, hay un fenómeno que comienza a llamar la atención: la insistente crítica —sin mucho fondo— al Partido del Trabajo, y en particular, a la figura de Ramón Ángel Flores Robles.
Diputado federal y comisionado nacional del PT, Flores no ha construido su trayectoria con discursos vacíos ni poses mediáticas. Ha trabajado con constancia y resultados concretos, recorriendo Sonora de norte a sur, con una presencia activa en los municipios y comunidades que rara vez reciben atención real. Desde Nogales hasta Huatabampo, ha estrechado la mano de miles de ciudadanos, no en eventos de ocasión, sino en el terreno, donde se sienten y se conocen las verdaderas necesidades.
El 19 de marzo de 2025, presentó un proyecto de decreto para reformar la Ley General de Pesca y Acuacultura Sustentables, buscando que el programa “Bienpesca” beneficie también a los pescadores no formalizados. Este acto, que para otros habría significado una simple nota de prensa, fue una verdadera incursión en la realidad marginal de cientos de familias que dependen del mar para sobrevivir.
Semanas después, el 9 de abril, se sumó a una iniciativa toral: la incorporación del bienestar animal en la currícula educativa nacional. No fue una simple pretensión demagógica, sino un paso progresista que permea valores cívicos desde las aulas. ¿Qué motivación más noble puede tener un legislador que la de formar desde la niñez una conciencia más compasiva?
Sin embargo, mientras los frutos de su labor comienzan a exudar reconocimiento entre los ciudadanos, ciertos actores políticos —esos que se anidan en los corrillos del poder sin haber tocado jamás el polvo de las comunidades— han optado por la vendetta mediática. Se lanzan balas de salva, acusaciones sin sustancia, pretendiendo asestar mandarriazos que no han logrado sino revolotear en el limbo de lo anecdótico.
No se trata aquí de blindar con zalamería a ningún personaje. Pero sí de exponer la incongruencia: ¿acaso molesta tanto la eficacia?, ¿duele ver que un partido históricamente considerado menor empiece a tener protagonismo en la coyuntura política del estado? ¿O simplemente les aterra que el PT tenga una corcholata legítima para 2027?
La figura de Ramón Flores —acuerpado, magnánimo en el trato pero férreo en el discurso— ha comenzado a perfilarse como la cúspide de una posible alianza con Morena. Y aunque aún no se dirime el mecanismo de sucesión, su nombre está ya en el cónclave informal de aspirantes con fiabilidad.
No es el único nombre en la palestra. El secretario de Educación, Froylán Gámez Gamboa, coterráneo comprometido y versado en la gestión pública, también representa una carta halagüeña para la izquierda sonorense. Pero su dedicación plena a la reconfiguración del sistema educativo —cuyos desafíos son tan colosales como urgentes— ha limitado su incursión en el proselitismo político.
Ante esto, cabe una reflexión que va más allá del partidismo: si los resultados y la cercanía con el pueblo —en un estado aún anegado por desigualdades— no son suficientes para dignificar una aspiración legítima, entonces hemos caído, otra vez, en el fango de la política como espectáculo.
Lo que debería ser un debate de aptitudes y propuestas, ha sido trastocado por la animadversión y el artificio. Pero la historia es inexorable: siempre termina por filtrar la espuma y dejar solo la sustancia. Y en esa sustancia, guste o no, Ramón Flores ha demostrado tener peso específico.
En política, como en la vida, hay quienes exudan encono porque no saben fecundar esperanza.
Carmelo Vázquez: liderazgo desde la cama, compromiso desde el corazón
Carmelo Vazquez.- Liderazgo de corazón
En tiempos donde abundan los políticos de escritorio, alejados de la realidad y cercanos solo al reflector, hay quienes desafían los estándares con hechos, no discursos. Uno de ellos es Carmelo Vázquez Valencia, coordinador del Partido del Trabajo en el distrito 07 de Sonora, quien —literalmente desde la cama— continúa demostrando que el compromiso con la gente no tiene horario, ni condición física, ni excusa válida.
Vázquez Valencia se encuentra en recuperación tras una cirugía en la rodilla, pero eso no ha sido obstáculo para seguir operando políticamente con eficiencia y sensibilidad. Con la pierna lastimada, sí, pero con la mano siempre firme junto a Ramón Ángel Flores, su aliado en el trabajo social y político, han seguido impulsando actividades de alto impacto comunitario.
Desde su convalecencia ha organizado la entrega de despensas y comidas en distintas comunidades del sur sonorense, incluyendo acciones especiales como la celebración del Día del Padre. También ha promovido la distribución de equipo médico, conscientes de que la salud no puede esperar y mucho menos ser rehén de los tiempos electorales.
Esta labor no ha sido en solitario. Ha contado con el respaldo solidario del líder nacional del PT, Ramón Flores, con quien ha tejido una red de apoyo que ha permitido llevar esperanza a quienes más lo necesitan. Lejos del protagonismo, este binomio político ha demostrado que el trabajo territorial y la empatía no están reñidos con la eficiencia.
En medio del desánimo político que muchas veces permea en las regiones más olvidadas, la figura de Carmelo Vázquez se yergue —aunque aún postrado— como ejemplo vivo de que el liderazgo no se mide por la postura, sino por la entrega. Su voluntad inquebrantable le ha ganado el respeto de comunidades enteras y ha dejado claro que su futuro político no solo es viable, sino necesario.
Porque en un escenario político cada vez más saturado de palabras huecas, los hechos terminan por hablar más fuerte. Y Carmelo Vázquez, incluso desde una cama, ha hablado claro: el compromiso con el pueblo no se opera… se ejerce. Sin descanso, sin pretextos y con el corazón en la causa.
Morena en el sur de Sonora: la ausencia que también es estrategia (¿o descuido?)
Algo ocurre —o más bien, deja de ocurrir— en el sur de Sonora con el partido que hoy gobierna México. Morena, fuerza dominante a nivel nacional, parece diluirse en su versión local conforme más se avanza hacia el sur profundo del estado. En municipios clave del Distrito 07 como Navojoa, Huatabampo, Etchojoa, Álamos o Benito Juárez, el partido simplemente no se siente. Y no es percepción: es ausencia.
De cien personas encuestadas en esas regiones, ninguna pudo identificar con claridad quién es el dirigente municipal de Morena. Tampoco supieron nombrar al coordinador distrital, ni mucho menos ubicar la sede del Comité Ejecutivo Municipal del partido. Las oficinas de Morena, si es que existen físicamente, se han convertido en un mito urbano, tan abstractas como la estrategia territorial que parece no existir. En contraste, cuando se les preguntó por el alcalde en turno, muchas personas sí pudieron responder… pero casi siempre con algún comentario negativo.
Mientras Morena se mantiene en las sombras —en las penumbras, como dicen allá—, la oposición se reorganiza, avanza y gana terreno. No con actos multitudinarios ni campañas espectaculares, sino con algo más peligroso: constancia y presencia. En política, la ausencia no se perdona, y mucho menos se olvida.
La reciente visita de la presidenta Claudia Sheinbaum a Vícam, así como las giras de líderes nacionales por el estado, podrían ser un llamado de atención para quienes dirigen (o deberían dirigir) al partido en esta zona estratégica. Sonora es pieza clave en el ajedrez político del norte del país, y su sur —históricamente marginado— hoy exige organización, no discursos.
El riesgo es claro: si Morena sigue esperando a que lleguen los tiempos de las “corcholatas” para activarse, es muy probable que ya no haya terreno qué defender. Las candidaturas no deben ser la chispa que encienda al partido, sino la consecuencia de un trabajo previo, serio y permanente.
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