Por Jesús Donaldo Guirado
En un contexto donde la política suele perderse en la estridencia de lo inmediato, hay decisiones que, por su dimensión estructural, trazan rutas profundas y duraderas. Tal es el caso de los proyectos carreteros que avanzan en Sonora, particularmente la vía Bavispe–Nuevo Casas Grandes, impulsada por el gobernador Alfonso Durazo Montaño y enmarcada dentro del Plan Nacional de Desarrollo liderado por la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo.
La política pública, cuando se cimenta en la visión de Estado y no en la trivialidad del aplauso fácil, deviene herramienta de transformación. El reciente anuncio en Palacio Nacional, en voz del secretario de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes, Jesús Antonio Esteva, es prueba fehaciente de que Sonora no sólo ocupa un lugar geográfico estratégico, sino también uno simbólico en la agenda del nuevo humanismo mexicano.
Con seis frentes activos, 188 trabajadores, 109 máquinas y una inversión de mil 859 millones de pesos, la carretera Bavispe–Nuevo Casas Grandes se despliega no como mera infraestructura, sino como arteria de cohesión regional. Estos 67 kilómetros de asfalto representan más que cifras; son una apuesta por comunicar lo periférico, por articular comarcas largamente olvidadas en el discurso del desarrollo nacional.
El gobernador Durazo, oriundo de esa misma región serrana, comprende con claridad endógena el valor de conectar territorios históricamente relegados. Su insistencia en priorizar esta obra no es azarosa ni coyuntural: es la concreción de un compromiso político, pero también afectivo, con su tierra y su gente. Y esa voluntad de transformación encuentra eco y beneplácito en la figura de Sheinbaum, cuya visión no es la de una presidenta encerrada en los muros palaciegos, sino la de una estadista que entiende que el progreso debe permear hasta el último confín del mapa.
En paralelo, la carretera Guaymas–Chihuahua, otra columna vertebral del llamado Plan Sonora, se proyecta como un eje logístico para detonar la economía regional, aglutinando el tránsito comercial y turístico entre el corazón del estado y el altiplano norteño. No se trata aquí de obras desconectadas, sino de una estrategia integral, cuya arquitectura responde a un ideario de crecimiento con justicia territorial.
Frente a la vorágine de la política menor, estos anuncios representan una bocanada de visión estructural. Son proyectos que no se proclaman en pancartas ni se diluyen en vendettas partidistas; son acciones palpables que resisten el paso del tiempo y la amnesia electoral.
Hoy más que nunca, Sonora transita —literal y simbólicamente— por caminos de progreso. Y ese tránsito no es fortuito, sino resultado de una conjunción virtuosa entre el liderazgo estatal de Durazo y el respaldo federal de Sheinbaum. En una nación donde la cohesión territorial ha sido históricamente desigual, apostar por rutas que conecten al México profundo es, sin duda, una forma de justicia en movimiento.
La Mijita y la Comunicación del Poder: Lealtad, Juventud y Estrategia
Paloma Terán y Alfonso Durazo.- Lealtad, Juventud y Estrategia
“La política no se hace con ángeles, sino con hombres y mujeres que entienden el poder como una herramienta de transformación.” — Max Weber
En la geometría cambiante del poder político en Sonora, cada movimiento dentro del gabinete tiene un eco que resuena más allá de la coyuntura. La llegada de Paloma “La Mijita” Terán a la Coordinación del Sistema Estatal de Comunicación Social no es una mera sustitución administrativa; es un gesto deliberado, simbólico y estratégicamente orquestado desde el epicentro del proyecto duracista.
Paloma Terán no es una figura improvisada. Su paso por el Congreso local, electa por el Distrito 07 bajo las siglas del Partido Encuentro Social, le dio no solo visibilidad mediática y libertad de maniobra, sino un bastión territorial desde el cual proyectar su imagen pública. No obstante, lo que distingue a “La Mijita” del promedio parlamentario no es la curul que ocupó, sino la lealtad que profesó. Su defensa irrestricta del gobernador Alfonso Durazo, tanto en tribuna como en corrillos políticos, la posicionó como un activo confiable dentro de un sistema donde la lealtad, más que la filiación, es la moneda de mayor valor.
En política, como en la vida, hay gestos que no necesitan ser explicados, porque se comprenden en la lógica tácita de la reciprocidad. El ascenso de Paloma a un puesto nodal en el aparato gubernamental —nada menos que la voz oficial del Ejecutivo— revela una estrategia que trasciende lo inmediato: se trata de construir un andamiaje institucional sustentado en perfiles jóvenes, disciplinados y, sobre todo, ideológicamente afines al movimiento de transformación que enarbola Morena.
Lejos de ser una figura decorativa, la nueva coordinadora se incorpora al llamado “círculo de hierro” de Durazo. Desde ahí, no solo tendrá la misión de articular el discurso institucional del gobierno, sino también de hilar los mensajes con la sensibilidad social que el gobernador ha exigido como sello distintivo de su administración. No olvidemos que en marzo pasado, durante un encuentro con becarios sonorenses rumbo a Taiwán, Durazo fue enfático:
“Estoy extraordinariamente satisfecho con su entrega, capacidad y compromiso social, que son para mí valores imprescindibles en quien pretende integrarse al Movimiento de Regeneración Nacional y convertirse, en algún momento, en servidor público.”
No es casual que la apuesta sea generacional. En tiempos donde la política envejece por exceso de cálculo y falta de convicción, incorporar cuadros como Paloma Terán representa una bocanada de aire fresco, sí, pero también un mensaje al interior del movimiento: la renovación no es una promesa, sino una práctica en curso. La juventud, en este caso, no es sólo atributo biológico, sino postura ética.
Habrá quien tilde este nombramiento de recompensa o de cálculo político. Quizá lo sea. Pero incluso si lo fuera, no deja de ser una jugada que responde a una visión de largo aliento. Si algo ha entendido el gobernador Durazo es que los liderazgos se cultivan, no se improvisan; se heredan valores, no solo encargos; y se construye poder, no para perpetuarse, sino para multiplicarlo entre quienes aún creen que servir al pueblo es un acto de dignidad, no de oportunismo.
COMMENTS