Por Julio Gálvez y Noé Romo
Pecadores (Sinners) de Ryan Coogler es una película de terror y drama ambientada en el delta de Mississippi en 1932 que sigue a los gemelos Smoke y Stack, ambos interpretados por Michael B. Jordan, que regresan a su pueblo natal para intentar abrir una cantina con el dinero y alcohol que robaron durante su estancia con la mafia en Chicago, pero este plan se verá interrumpido por una fuerza sobrenatural.
Si hay algo que podemos destacar de Sinners es que es una película que se siente diferente. Ryan Coogler nos sumerge en la cultura afroamericana de los años ‘30 y lo hace precisamente a través del blues y la ambientación, retreatando los conflictos raciales del sur de Estados Unidos durante la época, lugar donde la segregación racial predominaba más que en otros lugares del país.
El uso del blues es importante ya que es a través de este género de música es que las personas de esta época expresaban sus sentimientos; enojo, melancolía, tristeza. Y la película hace un increíble trabajo utilizando la música (Noe: aspecto que fue lo que más me gustó de la película, precisamente) para ayudar a desarrollar los personajes, los escenarios y los principales conflictos durante la primera hora del filme.
El blues es un aspecto en especial esencial para el personaje de Sammie, interpretado por Miles Caton, quien es el hijo de un pastor y primo de los gemelos que sueña con ser músico de blues, a pesar de los reproches de su familia. Este conflicto es un fuerte reflejo de la temática principal de individualismo y libertad personal que resuena a lo largo de la película en personajes como los gemelos, quienes buscan abrir este club para las personas más marginadas de su comunidad a pesar de las trabas sociales, o Mary, interpretada por Hailee Steinfeld, quién no permite que ni la sociedad ni las personas cercanas a ella le digan qué hacer.
Hablando de música: la banda sonora de Ludwig Göransson, con sus predominantes arreglos y riffs de guitarra, es realmente pegajosa y realmente te hace sentir en el sur de Estados Unidos en la época.
Nos sentimos obligados a mencionar también números musicales como la interpretación de Rocky Road to Dublin por parte del elenco de vampiros (ahorita volvemos a ellos) y la increíble y psicodélica escena del solo de Sammie (Julio: Mi escena favorita y una escena que por sí sola pienso que vale la pena ver la película).
Cabe resaltar las grandes actuaciones de todo el elenco, desde el actor primerizo Miles Caton como Sammie, hasta Michael B. Jordan quien, a pesar de interpretar dos personajes físicamente iguales, hace que ambos tengan sus personalidades y manierismos diferentes y verdaderamente hace que se sientan como dos personas completamente distintas. También es importante destacar en la segunda mitad la gran actuación que nos ofrece el antagonista de Jack O’ Connell (el vampiro irlandés Remmick en la película) a quien hace años lo habíamos visto interpretar a otra clase de villano en “Eden Lake” con Michael Fassbender. Es sutilmente siniestro y encantador, haciendo que tú también quieras escuchar sus puntos al hablar.
Hablando de la segunda mitad, mucho como la película en sí, esta reseña dará un cambio algo rebuscado.
A partir de su segunda mitad es cuando se integra a la trama el tema sobrenatural de los vampiros y es precisamente aquí donde comienza nuestro conflicto principal con la película.
Esta está llena de acción, terror y suspenso que, aunque está muy bien contada, el problema recae en que se siente como si hubiera dos películas diferentes chocando entre sí. Una sobre dos hermanos afroamericanos tratando de abrir su club ante las adversidades de la época, y otra sobre un ataque de vampiros a una comunidad rural, y ambas batallan para integrarse una con la otra.
No solo es el cambio brusco, sino que se siente que el aspecto del terror a veces depende demasiado del jumpscare, o brinco repentino, para lograr su efecto y se siente un poco vacío.
Tardamos tanto tiempo en llegar a la parte sobrenatural, y para cuando ya estamos en este punto, todo pasa tan rápido y culmina tan fácilmente que se siente bastante irregular.
También se abordan demasiadas subtramas e historias diferentes, tales como las relaciones interpersonales y románticas de los diversos personajes, la relación de Sammie con la música y su familia, el pasado de los gemelos, la subtrama del Ku Klux Klan, los vampiros en sí, etc. Tantas cosas que no alcanzan a desarrollarse del todo y hacen que la película se sienta abrumadora.
A pesar de su problema de unir dos aspectos que parecen tan distantes uno del otro y de querer abarcar tantos temas causando que algunos terminen dejándose de lado, se agradece ver proyectos como Pecadores debido a su originalidad, especialmente en esta época donde estamos llenos de películas que parecen todas la misma cosa y con los cines plagados de secuelas y reboots, aunque termine sintiéndose como que mordió más de lo que sus afilados colmillos pueden masticar.
“Cinematográficamente impresionante e impecablemente actuada, Pecadores tambalea ante el peso de su saturada trama.”
Juliómetro: 7.5/10
★★★★★★★✬☆☆
“Es refrescante ver algo que se siente diferente y que aprovecha al máximo todos los recursos que el cine tiene para ofrecer, a pesar de su problema de unir aspectos que parecen tan distantes uno del otro.”
Noermostáto: 8/10
★★★★★★★★☆☆
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