Poder digital en pausa: el giro de Sheinbaum ante la polémica legislativa

HomeCOLUMNAS

Poder digital en pausa: el giro de Sheinbaum ante la polémica legislativa

La propuesta de una nueva Ley Federal de Telecomunicaciones ha puesto en evidencia las tensiones entre el fortalecimiento del papel del Estado en sectores estratégicos y la necesidad de garantizar derechos fundamentales como la libertad de expresión y el acceso irrestricto a la información. La iniciativa generó controversia principalmente por un artículo que facultaba al Gobierno a bloquear temporalmente plataformas digitales en casos de presunto incumplimiento normativo. Esta disposición, ampliamente cuestionada por medios, oposición y especialistas, llevó a la presidenta Claudia Sheinbaum a frenar el proceso legislativo y solicitar su revisión.

El artículo en cuestión otorgaba a la Agencia de Transformación Digital y Telecomunicaciones la facultad de suspender el funcionamiento de plataformas digitales por razones aún no definidas claramente en el texto. Aunque el Ejecutivo ha insistido en que la intención no es censurar, la redacción ambigua y la falta de mecanismos de control independientes han alimentado la percepción de que se trataba de una herramienta susceptible de uso discrecional. En un entorno político marcado por una amplia presencia del oficialismo en el Congreso, el riesgo de que esta medida se convierta en un mecanismo de presión no es descartado por los observadores.

La reacción de la presidenta Sheinbaum ha sido significativa. A diferencia de iniciativas anteriores que avanzaron sin contrapesos reales, esta vez el Ejecutivo ha dado señales de apertura al diálogo, al ordenar que se detenga el trámite legislativo y que se abra un periodo de análisis con especialistas y funcionarios. En su declaración pública, la presidenta ha afirmado que su gobierno está “en contra de la censura” y que, si el artículo genera confusión, debe ser modificado o eliminado. Este giro responde tanto a la presión pública como a la necesidad de legitimidad democrática en un contexto donde la imagen internacional de México también está en juego.

Desde una perspectiva política, el episodio ilustra la tensión entre el discurso de transformación institucional promovido por el oficialismo y los límites que impone la opinión pública, el sector privado y la sociedad civil. La inclusión de multas por la transmisión de propaganda de gobiernos extranjeros y la concentración de facultades en una nueva agencia bajo control del Ejecutivo reflejan una visión centralizadora del poder estatal. Sin embargo, la corrección de curso sugiere que, al menos en esta etapa, el gobierno está dispuesto a negociar los términos de su propia agenda.

Otro elemento relevante es el trasfondo estratégico del proyecto. El gobierno ha defendido la iniciativa como parte de un proceso para recuperar soberanía digital y garantizar la rectoría del Estado sobre el espectro radioeléctrico, uno de los activos más valiosos en la era de la información. No obstante, las dudas incluso dentro del propio gabinete sobre el alcance de la agencia propuesta indican que el diseño institucional aún no es sólido y que los mecanismos de transparencia, rendición de cuentas y control ciudadano no están suficientemente desarrollados.

En suma, el caso de la Ley de Telecomunicaciones ofrece una ventana al tipo de dilemas que enfrentará el nuevo gobierno: cómo fortalecer al Estado sin debilitar las libertades, cómo recuperar atribuciones públicas sin caer en tentaciones autoritarias, y cómo avanzar en una agenda de transformación sin perder la legitimidad que otorga el debate plural. La decisión de Sheinbaum de frenar la ley no elimina estas tensiones, pero abre la posibilidad de que su gobierno recurra al consenso más que a la imposición, al menos en temas de alta sensibilidad democrática como el control del flujo de información en una sociedad digitalizada.

COMMENTS

WORDPRESS: 0
DISQUS: