Por Luis Fernando Heras Portillo, Desarrollador de negocios internacionales
Veía el encabezado de una nota del periódico nacional Reforma que refleja exactamente lo que sucede en este momento en la guerra comercial internacional. Dice: A China, hiel y al mundo, miel. La nota tiene varios puntos sin desperdicio. Explica que Donald Trump desistió de su agresivo plan para implementar altos aranceles contra la mayoría de los países del mundo, pero re-enfocó sus baterías en castigar a China.
Ahora sí podríamos decir que habrá una batalla cuerpo a cuerpo, peso a peso, para subirse al ring. Cada quien tomará las decisiones que tenga que tomar en materia comercial para llevar sus economías conforme a sus intereses. En el mundo de la competencia internacional, es evidente que China ha tenido un avance insospechado, realmente impresionante, en materia tecnológica, científica, de infraestructura y se ha convertido en el país comunista —porque esa es su naturaleza— más capitalista del mundo.
Hoy actúan más capitalistas que la Gran Bretaña, que Alemania, que los propios Estados Unidos y Canadá. Son hombres y mujeres de negocios por todo el mundo. Ah, pero allá en su país, la cosa es diferente: hay una clase política que concentra el poder absoluto en el Partido Comunista. Lo que en otros países serían el poder Ejecutivo, Legislativo y Judicial, allá están en un solo puño. Esto les da la capacidad para competir y enfrentar una guerra comercial con el país más poderoso del mundo.
Aquí la gran diferencia es la balanza comercial. Es decir, lo que China le vende a Estados Unidos y lo que Estados Unidos le vende a China. Es evidente que los chinos se han infiltrado por todos los medios —chuecos o derechos— con tal de conquistar el mercado estadounidense. Ya lo avizoramos hace más de 10 o 15 años, cuando se empezaba a saturar el puerto marítimo de Long Beach. Escuchábamos una y otra vez, en las temporadas comerciales altas, que había barcos haciendo fila, así, en lista de espera para poder llegar al puerto, bajar sus contenedores y satisfacer el apetito de los distribuidores y todas las cadenas comerciales que esperaban productos procedentes de China. Aclarando que no todos eran de China.
Por eso, cuando vimos los aranceles de Trump a una lista enorme de países, veíamos ahí a Vietnam, a Indonesia, al mismo Shanghái, a Hong Kong, a Taiwán, veíamos a muchos otros países que tienen que ver con los tigres asiáticos, incluyendo Japón y Corea del Sur. Todos, desconcertados.
Pero esta medida del presidente Trump y su equipo tiene mucho que ver con la advertencia que le habían hecho, tanto el secretario de Comercio como el secretario del Tesoro: era importantísimo demostrarle al mundo que los chinos se comen a cualquiera y le sacan ventaja a todo, incluso haciendo trampa, literal.
En México ya vivimos el caso muy claro: decenas de almacenes tienen productos chinos. ¿Cuándo? ¿Cómo entraron al país? Pues por corrupción. Ellos la provocaron, y los mexicanos la aceptaron. Hablo de los últimos tres años, porque es mercancía nueva. Sea del SAT, de la Marina, de comandantes de puerto o de la dependencia que sea, se permitió la entrada de contrabando.
Así como el huachicol, que vimos descaradamente en barcos gigantescos —hasta en Sonora—. Aquí en Guaymas, por ejemplo, apareció un barco con diésel, y al declarar qué contenía, dijeron que era “lubricantes energéticos” y cosas así. Los chinos han buscado con estrategias, entre ellas la corrupción directa, sobornar a oficiales para que sus productos entren.
Pero cuando llegan a las tiendas, no tienen pedimentos de importación ni pago de impuestos. Solo aquí en Sonora se confiscaron 150 millones de pesos en un par de tiendas, y ya se habían confiscado otras más. Los señores no hicieron la importación correspondiente.
Y eso es un punto a favor de Donald Trump. Porque le da la razón. Y uno debe entender: ¿cómo no vas a ser competitivo si no pagas impuestos internacionales ni nacionales, y haces lo que sea con tal de vender tus productos?
Por eso este cambio radical de Trump —anunciado recientemente— respecto a los aranceles (excepto a China, que al contrario, los subirá), provocó un giro inesperado en los mercados bursátiles, uno nunca antes visto en la historia. Después del anuncio, el Nasdaq —que representa a las empresas tecnológicas— ganó 12.16%, que créame, en materia bursátil, es una locura. Así como cayó, así subió. Es una variación que no se había visto en 20 o 25 años.
Lo mismo pasó con el Dow Jones, que tuvo una variación importante de casi el 10%, algo que no sucedía en los últimos 17 años.
En México, vimos cómo el dólar se fue prácticamente a los 21 pesos, o algo así, y terminó ayer en 20.74.
Por eso, ya finalmente, como lo he dicho en varias ocasiones: México ha sido el país más prudente, cauteloso y cuidadoso en esta guerra comercial. Porque son muchas las fintas, como en el box o la lucha: muchos anuncios, muchos dimes y diretes pero a la hora de aplicar, vuelve la serenidad.
Y nuestra presidenta y su equipo han tenido eso: serenidad. Se han movido, han hecho llamadas, visitas, viajes, conversaciones, pero México, afortunadamente —y lo podemos decir con tranquilidad— ha sabido capear bien esta crisis financiera internacional, para bien de los mexicanos.
No estoy diciendo que todo está bien, ni que es miel sobre hojuelas, ni que todo está mejor. Puede mejorar muchísimo, más si hacemos alianzas estratégicas con Estados Unidos. Porque de lo contrario, ni modo que nos vayamos con los chinos, o con los rusos.
Es momento de recuperar, por parte de nuestro gobierno, un proyecto especial para Norteamérica, llamándose esto México, Estados Unidos y, si Canadá no quiere, pues ahí se la echan.
La idea: instalar plantas de nearshoring, fomentar la inversión extranjera directa, y empezar a potenciar todas las posibilidades que tiene México para todos aquellos que quieran esa gran ventaja de convertirse en empresas mexicanas o en coinversión con mexicanos.
Todo esto para llevar la fiesta en paz y hacer negocios comerciales como debe ser en la geopolítica mundial, con los Estados Unidos de América, que son nuestro socio comercial.
Hablando, se entiende la gente. Que tenga una excelente semana. Gracias por leerme.
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