¿ARANCELES AL COBRE IMPACTARÍA A SONORA?

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¿ARANCELES AL COBRE IMPACTARÍA A SONORA?

Por Luis Fernando Heras Portillo

Desarrollador de negocios

 

¿Nació muerto el Plan México? Es un interrogante que se está generalizando entre el empresariado mexicano, que vio con muy buenos ojos la creación del Plan México, una iniciativa conjunta entre el sector privado de las distintas regiones del país y el gobierno federal como un mecanismo para crecer económicamente con estabilidad política.

Desafortunadamente, ni los empresarios ni el gobierno tienen la culpa de los factores exógenos que le están dando un par de estocadas, es decir, clavándole dos banderillas casi hasta el corazón, como si fuera un toro nuestra economía.

¿A qué me refiero? Simple y sencillamente al hecho de que el Plan México está sustentado en la inversión extranjera directa. Y pareciera ser que muchas de las grandes inversiones extranjeras que teníamos en lista de espera para entrar a México y formar parte del plan, ahora están considerando seriamente la propuesta de Donald Trump de regresar a Estados Unidos, donde no tendrían aranceles y recibirían estímulos fiscales.

El otro gran pilar del Plan México es el nearshoring. Pero este también parece estar sufriendo un ataque al miocardio. Las empresas que planeaban relocalizarse en México, principalmente norteamericanas y de otros continentes, lo hacían para aprovechar el tratado de libre comercio, fortalecer la economía mexicana y sacar adelante el plan. Incluso los 100 parques industriales que la presidenta anunció como parte de la iniciativa también están tambaleando, en terapia intensiva.

Por si fuera poco, el fantasma de los aranceles sigue poniendo a temblar a varios sectores. Ahora se habla del cobre, lo que representa una auténtica patada en el bolsillo de la economía sonorense. No olvidemos que Cananea y Nacozari son las dos minas con la mayor producción de cobre de todo México. El 7 % del cobre sonorense se exporta a Estados Unidos. Un arancel tendría consecuencias nefastas, obligando a buscar nuevos mercados. Sin embargo, esto no es tan sencillo en un mundo agitado. Si la tarifa se aplica al cobre, sería al de todo el mundo, no solo al de Sonora o México.

La otra opción sería usar el cobre de Sonora para autoconsumo en México, pero eso implicaría transformarlo, procesarlo y utilizarlo en la industria nacional, un proceso que podría tardar décadas. De ahí la urgencia de no seguir anclados en la exportación de materias primas, sino de industrializarlas, transformarlas y procesarlas en productos finales. La famosa industrialización de Sonora, que una y otra vez se pone sobre la mesa, pero que los gobernadores de los últimos 70 años han pateado como un bote, sin comprometerse a fondo.

1.- En principio tendríamos una Reducción de exportaciones , Estados Unidos es el principal destino del cobre mexicano (alrededor del 70% de las exportaciones totales). Un arancel reduciría la competitividad, afectando ingresos y balanza comercial y no se diga el impacto que sufriría toda la región de Cananea, Nacozari, Agua Prieta, etc.

  1. La incertidumbre podría desincentivar proyectos de expansión y exploración, especialmente en Sonora, y también en Zacatecas y Chihuahua.  
  2. Pérdida de empleos: La minería contribuye con más de 400,000 empleos directos e indirectos en México. Un golpe a las exportaciones impactaría esta cadena laboral.  

4.- El Impacto en Sonora principal productor de cobre haría un Daño económico regional; Sonora produce 85% del cobre nacional, con minas clave como “Buenavista del Cobre” (Cananea) y La Caridad (Nacozari) y si el 67% de su producción va a EUA, un arancel reduciría ingresos estatales e impactaría a la actividad económica.  

5.- La minería es clave en Sonora (ejemplo: Cananea depende en un 80% de la minería). Una caída en exportaciones podría generar despidos y afectar economías locales. 

El cobre es solo un ejemplo. Lo mismo sucede con el litio: seguimos sin avanzar. Sonora es también uno de los mayores productores de oro, pero todo se lo llevan. Exportamos ganado en pie para que lo engorden en Estados Unidos y luego nos venden la carne de regreso. Sacamos camarón gigantesco y hermoso, pero tal cual como lo pescamos, lo mandamos “al otro lado”. Si no entendemos que necesitamos diversificar la economía e industrializar nuestras materias primas, seguiremos perdiendo el tiempo para esta generación y las futuras.

Mientras tanto, el tercer pilar del Plan México debería ser la inversión privada mexicana, es decir, que los propios empresarios nacionales inviertan en su país. Pero eso es difícil predecirlo, pues las cifras indican que millones de dólares han salido del país como parte de la fuga de capitales mexicanos. Eso no pinta nada bien.

Las inversiones que aún permanecen en el país son escasas, pero valiosas. Empresas extranjeras como Mercado Libre, The Home Depot y bancos como Santander han ratificado su confianza en México con inversiones millonarias. Santander, por ejemplo, anunció 2,000 millones de dólares para banca digital, mientras que The Home Depot planea abrir cuatro o cinco tiendas nuevas al año. Más de 20 o 30 empresas ya han reafirmado su compromiso con México, lo cual es un alivio.

Ahora le toca a los grandes grupos empresariales mexicanos, como FEMSA, Bachoco y Coppel, demostrar públicamente su confianza invirtiendo en el país. Es imperativo que los conglomerados que se beneficiaron en los últimos seis años con grandes obras e inversiones, reinviertan su dinero aquí en lugar de llevárselo a otros destinos.

El riesgo es claro: lo que teníamos entre las manos se nos está yendo como arena entre los dedos. El Plan México, la inversión extranjera directa y el nearshoring están tambaleando. Hay mucho temor, incertidumbre y dudas, pero debemos mantener la frente en alto. Los grandes empresarios mexicanos deben ratificar sus inversiones en nuestro país. Solo así podremos consolidar lo que queda del Plan México.

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