Por Jesús Donaldo Guirado
En tiempos pasados, Navojoa destacó por la calidad de su infraestructura vial, un reflejo de la planificación y gestión responsable que hizo de sus calles un modelo para la región. Las arterias que conectaban a la ciudad con sus comisarías rurales y municipios cercanos eran reconocidas tanto por su diseño como por su buen mantenimiento. Sin embargo, desde el término de la gestión de Alberto Natanael Guerrero López en 2015, el panorama ha cambiado de manera drástica. Aquel alcalde, popularmente conocido como “el Pitillo”, dejó en su partida una ciudad que poco a poco se fue alejando de la eficiencia en el mantenimiento de su red vial, un aspecto fundamental para la conectividad y movilidad de los ciudadanos.
Hoy, uno de los reflejos más palpables de este deterioro es la Avenida Mariano Jiménez, una de las arterias más importantes no solo para Navojoa, sino también para los municipios cercanos. Esta vía no solo conecta diversos puntos dentro de la ciudad, sino que también facilita el acceso a comisarías rurales como San Ignacio, Misa, La Campana, y ofrece un acceso vital hacia municipios vecinos como Huatabampo y Etchojoa. La relevancia de esta avenida va más allá de su función de transporte local; se trata de un nexo esencial para la economía, el comercio y la vida cotidiana de miles de personas que dependen de ella a diario.
Sin embargo, esta avenida, que en tiempos pasados era una muestra de modernidad, hoy se encuentra en un estado lamentable. Uno de los episodios más reveladores del poco interés por mantenerla en condiciones óptimas ocurrió en 2023, cuando se llevaron a cabo trabajos de construcción en el crucero de Mariano Jiménez y Agustín Melgar, con una inversión de $313,076. Los residentes de la zona, lejos de ver mejoras, han señalado que el resultado no fue el esperado, y que el costo de la obra no se corresponde con la calidad del trabajo realizado, lo que ha generado un profundo descontento. La sensación de haber recibido “gato por liebre” no es exclusiva de los vecinos, sino que también afecta a los automovilistas y transportistas urbanos que deben transitar por esta vía, cuyas condiciones cada vez son más precarias.
Lo que hace aún más inquietante la situación es que esta avenida, lejos de ser una simple vía de paso, es una de las arterias clave para el sur de Sonora, vinculando a la ciudad con el resto de la región. En su momento, se había proyectado un plan para mejorar la infraestructura vial de la zona, incluidas medidas como la creación de una ciclovía que conectara Mariano Jiménez con la calle Etchojoa por medio de un puente, hasta llegar al Boulevard sonora, mejorando la movilidad de los más de 300 ciclistas que transitan diariamente por allí. A esto se sumaba la propuesta de convertir la calle Abasolo y Mariano Jiménez en un par vial, beneficiando la conectividad entre el oriente y el poniente de la ciudad. Las medidas eran acertadas, dada la amplitud de las banquetas y la vialidad, que contaba con el espacio necesario para incluir carriles exclusivos para bicicletas.
Sin embargo, se cree que el desarrollo de este proyecto se vio truncado por el estado deplorable de la infraestructura existente, lo que ha obstaculizado el avance de iniciativas tan necesarias para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos. Es importante destacar que no se requiere una pavimentación nueva, sino una rehabilitación mediante un simple recarpeteo, lo que implicaría una solución relativamente accesible, pero que podría transformar de manera significativa la conectividad de las comunidades aledañas y la movilidad dentro de Navojoa.
El panorama es claro: la ciudad está siendo gravemente afectada por la falta de mantenimiento y visión a largo plazo en cuanto a su infraestructura vial. La promesa de progreso y desarrollo urbano que alguna vez representó esta red de calles está en serio peligro si no se toman medidas inmediatas.
Por ello, es fundamental que el actual alcalde, Jorge Alberto Elías Retes, quien fue respaldado por las comisarías que dependen de estas vías, no se limite a realizar un diagnóstico superficial. En lugar de postergar las decisiones, es necesario que se realice un análisis exhaustivo y se prioricen proyectos de rehabilitación y mantenimiento que devuelvan a Navojoa la infraestructura que una vez tuvo. De lo contrario, la ciudad seguirá cayendo en el olvido, afectando no solo a sus residentes, sino a la región en su conjunto. En este sentido, el agradecimiento de las comisarías que lo apoyaron hasta el último segundo debe ser correspondido con acciones concretas, especialmente en un contexto en el que la vialidad nunca había estado en condiciones tan deplorables.
Es hora de que Navojoa recupere el rumbo en cuanto a su infraestructura vial, y que sus autoridades asuman la responsabilidad que les corresponde.
Desde esta columna se confía que el alcalde Jorge Alberto Elías Retes será agradecido con personas de estas comisarías que lo apoyaron hasta el último segundo, incluyendo personas del centro de la ciudad, esperemos si llegue a una rehabilitación porque nunca se había visto en tan pésimas condiciones.
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