Por Luis Fernando Heras Portillo
Desarrollador de negocios
Los premios Nobel, todos, de una manera o de otra, los tenemos como referencia, ya que quienes ganan un premio Nobel tienen un lugar destacado en la economía, en la política, en la literatura, en el arte, en el conocimiento, en la habilidad o en la destreza, y en el talento superlativo. Es decir, son lo mejor de lo mejor cada año. Con esa medida, así como se elige a la mujer más hermosa del mundo a través de Miss Universo, o al mejor equipo de fútbol del mundo a través de la Copa Mundial de Fútbol, y podría seguir dando ejemplos, los premios Nobel siempre tienen algo detrás de sí: estudios, trayectoria y conocimiento, y pretenden contribuir a igualar a la humanidad.
Llama poderosamente la atención para los mexicanos, pero en particular para los sonorenses, el hecho de que los ganadores del Nobel de Economía de este año, 2024, sean tres investigadores: uno de ellos Daron Acemoglu, el otro Simon Johnson y James Robinson, todos dedicados al estudio del papel de las instituciones, es decir, de los gobiernos que manejan las instituciones en el desarrollo económico.
Este tema vuelve a ponerse en el centro del debate. Su principal contribución, de acuerdo con la Academia Sueca, ha sido demostrar, con estudios, cómo los países ricos cuentan con instituciones inclusivas, es decir, que incluyen a todos y crean beneficios a largo plazo, mientras que en las naciones pobres han proliferado instituciones extractivas, es decir, aquellas que benefician esencialmente a los que están en el poder.
Fíjense en esta reflexión tan interesante, que vale la pena seguir, porque presentan un caso muy específico, y aquí es donde entra la alusión a Sonora. Ellos comienzan examinando el caso de dos ciudades: Nogales, Sonora, y Nogales, Arizona. Obviamente, Nogales, Sonora, está en México y Nogales, Arizona, en Estados Unidos. Se supone que ambas ciudades podrían haber tenido el mismo nivel de desarrollo, puesto que comparten en buena medida historia, raíces, geografía y recursos, pero hay una enorme diferencia entre los dos Nogales.
Ellos escriben un documento, un libro, en el que señalan, por ejemplo, que la gente en promedio de Nogales, Arizona, tiene un ingreso de 30 mil dólares al año, mientras que en Nogales, Sonora, es de 10 mil dólares al año, una tercera parte. Así, se van diseccionando varias cosas que es interesante que nos queden como moraleja, porque dicen que los estadounidenses de Nogales, Arizona, tienen acceso a instituciones políticas que les permiten participar en los procesos democráticos, elegir a sus representantes y sustituirlos si tienen un comportamiento inadecuado. Pero hay mucho más. Ellos destacan que la ley y el orden en Nogales, Arizona, les permite a los habitantes realizar actividades diarias sin temor por su vida ni por su seguridad personal. No viven en un miedo constante a ser robados, ya sea en su persona, en su domicilio o en sus negocios, y tampoco temen alguna expropiación por parte del gobierno u otras cosas que puedan poner en peligro sus inversiones.
Vean qué interesante es el enfoque. En contraparte, en Nogales, Sonora, aunque los habitantes viven en una parte relativamente próspera de México, por ser frontera con un gran potencial, los ingresos de los hogares son una tercera parte de los de Nogales, Arizona. Por eso mencionan que ganan 10 mil dólares contra los 30 mil de Arizona. Esto implica que la mayor parte de los adultos de Nogales, Sonora, no posee título de secundaria; muchos adolescentes no van a la escuela, y las madres se preocupan por los altos índices de mortalidad infantil, además de las deficientes condiciones del sistema de salud público.
Ellos también mencionan la precaria democracia y la inseguridad pública en Nogales, Sonora. Todo esto nos lleva a reflexionar sobre el análisis que hacen Acemoglu y Robinson, quienes de una manera u otra están demostrando que las instituciones que México ha construido históricamente han fomentado la desigualdad extrema, la corrupción y el patrimonialismo. Este análisis, que es muy amplio, tiene como principal mérito enfocarse en que las instituciones son un factor medular para el desarrollo económico de las personas que habitan una ciudad.
Es interesante documentarse en estos temas, porque es evidente que vivimos las cosas desde la óptica de quienes gobiernan, no desde la óptica de los economistas o analistas mundiales que ven el panorama completo. Por eso dicen que los premios Nobel están en lo cierto.
Si somos dirigidos por un gobierno que desprecia a las instituciones, que las somete o que las aniquila, los mexicanos estamos condenados a seguir en el atraso, la mediocridad y la pobreza. Por eso, cuando se habla de instituciones extractivas, que alejan al ciudadano de ser parte del beneficio de esas instituciones, esto provoca y anida la corrupción y la opacidad.
Imagínense desaparecer al INAI (Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales), que estaba a punto de desaparecer, para que nadie tenga acceso a la información pública de manera obligatoria, y que todo quede al servicio de unos cuantos clanes que son dueños de la política, la economía y los negocios. Qué interesante, pero también qué duro es el contraste, el análisis y sobre todo el resultado de un premio Nobel de Economía que circula por todo el mundo como ejemplo.
En este caso, el contraste entre Nogales, Arizona, y Nogales, Sonora, en México y Estados Unidos, todo proviene de cómo se manejan las instituciones desde el gobierno. Eso es lo que somos y eso es lo que tenemos.
¿Qué tal? ¿Cómo la ven? Soy Luis Fernando Heras Portillo. Gracias por leerme.
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