Continuidad
A una semana de haber arrancado oficialmente los recorridos de las “corcholatas” por el interior del país, el común denominador en las propuestas de campaña de los aspirantes a la candidatura presidencial de la coalición Juntos Hacemos Historia ha sido: la continuidad de la Cuarta Transformación en México.
Esta narrativa de continuidad se construye sobre los cimientos del proyecto iniciado por el propio presidente de la república, Andrés Manuel López Obrador, argumentando que seis años no son suficientes para transformar el país, por lo cual es necesario seguir por la misma ruta trazada por el líder moral del movimiento.
Pero dicha continuidad no solamente se ve reflejada en un mismo proyecto de nación o en una visión de gobierno similar a la del presidente López Obrador, sino especialmente en la misma figura de Andrés Manuel, su estilo y formas de gobernar, tratando de emular y, sobre todo, repetir una fórmula ya probada políticamente.
En esta semana, las principales corcholatas han resultado una mala copia de AMLO, evidenciando la falta de una nueva visión de gobierno e incluso un perfil emergente que pueda aglutinar las simpatías del movimiento y las preferencias electorales reflejadas en las urnas y por supuesto en la popularidad del presidente.
Parece que los aspirantes a suceder a Andrés Manuel en la silla presidencial no entienden que la aceptación del presidente no necesariamente será heredada, es decir la popularidad no se traspasa ni tampoco se transfiere, ni mucho menos el tratar de parecerse al presidente significaba que la gente te quiera y te acepte.
El mensaje de continuidad dentro de los discursos y pronunciamientos de las “corcholatas” ha quedado plasmado en los actos proselitistas de esta primera semana, pero también han tenido acciones sumamente preocupantes dignas de un diagnóstico de trastornos de la personalidad y hasta usurpación de identidad.
El ejemplo más claro es el primer acto de campaña de Claudia Sheinbaum, incluso antes del inicio del periodo de recorridos, en lo que podría considerarse actos anticipados de precampaña anticipada, la ex jefa de gobierno recibió el bastón de mando de mujeres de pueblos originarios, si, como el presidente.
Por otro lado, de los creadores de la Secretaría para Devolver al Pueblo lo Robado, Marcelo Ebrard propone la creación de la Secretaría de la Cuarta Transformación y de paso anunció la propuesta de que Andrés López Beltrán, el hijo del presidente quien encabece esta nueva dependencia, obviamente lo desairaron.
Y Adán Augusto López, que por sí solo parece una mala copia del presidente, renunció al presupuesto asignado por Morena para el proceso y ahora hasta presume que viaja en vuelos comerciales y clase turista, esto luego de ser señalado hace un año de utilizar el avión del ejército para asistir a actos partidistas.
De las demás “corcholatas” ¿que podemos decir?, evidentemente si tienen posibilidades de ser el candidato es por el presidente y si llegarán a ganar la presidencia de igual forma sería gracias al propio presidente, pues ni la marca de su partido, ni mucho menos su propio perfil le alcanzaría para ser una opción seria.
El único que genuinamente podría tener alguna paridad o igualdad con el actual presidente Andrés Manuel López Obrador es Gerardo Fernández Noroña, que, si bien son perfiles y estilos totalmente opuestos, su lucha y discurso casualmente generan ánimo y simpatía similar en las bases de la población mexicana.
En resumen, esta primera semana de recorrido las corcholatas han sido una mala copia del presidente queriendo emular sus actos y apostándole todo a la continuidad de su proyecto, lo cual además de quererse colgar de la popularidad del presidente, desnuda puntualmente la falta de autocrítica dentro del movimiento.
Y es que, al optar por la continuidad ciega como estrategia de cada una de las corcholatas, los alejan de la realidad y resta veracidad a sus proyectos, pues pareciera que quieren que pensemos que todas las decisiones del gobierno han sido perfectas y no hay nada que mejorar, es decir, que todo siga igual.
Sin duda hay muchas cosas que reconocerse del actual gobierno de Andrés Manuel López Obrador, sobre todo en temas de la política social y económica, sin embargo, también hay que aceptar que existen todavía grandes retos como tener un sistema de salud digno y sobre todo el tema de la inseguridad.
Entiendo que aceptar que hay alguna falla o error en el gobierno federal podría significar una arriesgada apuesta, pues sería como una espada de doble filo, por una parte, sería un acto de legitimidad, pero también podría significar un suicidio político, al filo de actos que podrían considerarse traición a la patria.
Si el proceso interno de Morena y sobre todo la encuesta tuviera una pizca de veracidad, la estrategia de ser el candidato rebelde y desmarcarse del presidente debería de funcionar positivamente, pero como estamos viendo las cosas y las hemos visto siempre, ir a contra corriente podría ser el final de sus aspiraciones.
Continuaremos dando seguimiento y analizando esta contienda interna, por cierto, este fin de semana la primera “corcholata” visitó algunos municipios del norte de la entidad, tuvimos la oportunidad de preguntarle que, dentro de la propuesta de continuidad, ¿que mejoraría del gobierno del presidente?, pendiente a la respuesta.
COMMENTS