Por David Omar Guirado
A las 4 de la madrugada de este 24 de febrero (la noche del 23 de febrero para México), Rusia inició la invasión de Ucrania abriendo paso a lo que podría ser una tercera guerra mundial.
Afirmando que la operación militar pretende “proteger a las personas de los abusos y del genocidio que son objeto por parte del gobierno ucraniano desde hace ocho años”, Vladimir Putin, el presidente ruso, inició los bombardeos bajo la mirada atónita de una comunidad internacional que le pide que se detenga en nombre de la “humanidad”. La guerra, que venía anunciándose en las últimas semanas y meses, ahora es una realidad.
Este conflicto desde el primer día agita de sobremanera los mercados y las bolsas de todo el mundo, las consecuencias para la economía mundial, ya trastocada por la pandemia, serán inminentes. ¿Cómo afecta a México y a su población?
Primeramente, en el precio de los energéticos. Tanto el petróleo como el gas natural han registrado un aumento especialmente en la zona euro. Esto se ha convertido en la principal señal del nerviosismo en los mercados internacionales. México, un importador casi absoluto de gas natural y un importante comprador de gasolinas, se verá afectado.
Rusia y Ucrania son actores muy relevantes en los mercados energéticos: gas natural, petróleo y gasolinas. Rusia es el segundo productor petrolero del mundo. Tras ser sancionado y bloqueado por la comunidad internacional, México presentará algunos efectos cruzados.
Primero, el aumento en los ingresos por exportaciones –que se han reducido como parte de la política presidencial– y un precio más en las gasolinas y gas natural. La Secretaría de Hacienda ya ha llevado al tope los estímulos al consumidor para la compra de gasolinas absorbiendo la totalidad del Impuesto Especial sobre la Producción y Servicios (IEPS) de la gasolina regular y ha dejado el estímulo para la premium en un 82.75%, mientras que el del diésel en 88.46%.
Si Europa decide voltear hacia el mercado estadounidense para comprar gas natural licuado, los clientes europeos podrían ofrecer un mejor precio que los mexicanos lo que provocaría una escalada de precios. Lo cual es algo difícil de suceder, pues transportar los combustibles desde América a Europa, resulta oneroso.
Así mismo, el peso y otras divisas de países en vías de desarrollo se deprecian día a día. Las inversiones se mueven hacia el oro y el dólar.
Hay tres grandes regiones fértiles productoras de alimentos: Kansas, la Pampa Argentina y Ucrania, los “graneros del mundo”. En este sentido, puede preverse que el mercado de alimentos experimentará importantes afectaciones que podrían a su vez generar cambios estratégicos para otros productores de alimentos.
Concretamente Ucrania y Rusia son grandes exportadores de trigo, aceite vegetal, semillas de girasol, papa y maíz. Si bien México podría sacar provecho ante un desequilibrio del mercado de producción alimentaria, somos importadores de muchos productos elaborados con estos insumos, además desequilibraría la capacidad de satisfacer la demanda en el mercado interno, como el caso del aguacate.
En definitiva, esta guerra traerá para México y para el mundo más inflación (un incremento en los precios de productos de la canasta básica y materias primas necesarias para la industria) y un menor crecimiento económico. En el contexto actual de una ya existente crisis económica y sanitaria, una guerra es lo peor que nos puede pasar.
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