Estas líneas…
+ Drenajes en fuga: como nunca, Guaymas contaminado por aguas negras; falla casi todo el rebombeo y no se dan explicaciones; opacidad de CEA mantiene inquieta a la población
Agustín Rodríguez L.
GUAYMAS, Son.- Hace tiempo se habla de dos grandes desastres que ocurren en el puerto: el de tipo ecológico es uno; el sanitario el otro, pero ambos tienen el mismo origen, las fugas de aguas negras que, en estos momentos se multiplican y vierten libremente, como nunca.
Ni en la época del panista Bernardino Cruz Rivas, cuando el gobierno del priísta Armando López Nogales retiró el apoyo a Guaymas por razones de color político, era tan grave el problema, pese a que era muy, muy grave.
El propio personal de la Comisión Estatal del Agua, responsable de operar también el sistema de drenaje de la ciudad y en Empalme (incluye San Carlos y las comunidades yaquis), está sorprendido de lo que no se ha podido hacer.
Para que usted, lector que se suma a quienes critican el “olor a Guaymas”, se dé una idea de lo que ocurre en este “puerto de puertos”, como lo llamó un capitán de la armada de Cortez llamado Francisco de Ulloa al descubrirlo en 1539, le voy a platicar esto con la mejor intención.
Es la de que Sergio Ávila Ceceña, administrador estatal de CEA, renuncie, o haga algo por corregir el problema, porque el administrador local, Iván Cruz Barriente, despacha encerrado a piedra y lodo y solo sale para retirarse a su residencia de San Carlos, arrendada como prestación del rico, pero empobrecido organismo, a su representante.
Mire: Guaymas tiene 11 instalaciones con equipo para rebombeo de aguas negras. Cada una de ellas tienen 3 bombas que interactúan y, en teoría, una entra a operar cuando alguna de las dos restantes falla.
A través de esos sistemas se conduce el agua de desecho, calculada entre 350 y 400 litros por segundo que, al fallar el impulso por las razones que usted quiera, el líquido no va a las lagunas de oxidación de destino, sino que desbordan en cualquier calle de la ciudad más cercana a esas instalaciones y hoy, en este momento, el 75% de las aguas negras de la ciudad fluyen por las calles.
Gran parte de esa agua sucia contamina, por ejemplo, el estero de Miramar, a unos metros de la residencia del presidente del Consejo Consultivo del Agua en Sonora; el dato serviría a la Profepa si se interesara en frenar la polución marina en el litoral guaymense, que tiene años creciendo sin restricción; otra gran fuga está al lado del aeropuerto, cuyos directivos están preocupados por la afectación de la humedad a la base de la pista de aterrizaje, y contamina también suelos ejidales de San José de Guaymas, en viaje hasta los estanques acuícolas al lado del estero empalmense.
Si no es suficiente, en pleno Centro Histórico de la ciudad, alrededor de los bellos edificios del neoclásico creados por nuestros ejemplares empresarios de principios del siglo pasado, ruedan millares de litros de drenaje diarios hacia la bahía, esa misma bahía que durante décadas se lucho para limpiar y el hecho fue obra insignia de Carlos Zataráin cuando fungió como alcalde. Ojalá el “Bebo”, quien aparecerá en el equipo estatal a partir de septiembre, defienda la causa.
El arroyo “La Batuecas” es otro río de polución hacia la “bahía de oxidación” nuestra. El desastre ecológico severo, como ya lo llaman expertos aquí, se completa con fugas escandalosas en la colonia Manuel R. Bobadilla, Guaymas Norte, Adolfo de la Huerta y muchas más. El colapso existe, a partir de esos 11 rebombeos donde en lugar de 33, repito, funcionan solo 3 bombas.
¿Responderán que no hay dinero? Por favor, cuando se habla de un desastre ecológico y un desastre sanitario, esa respuesta está fuera de toda cordura.
Si el sector Salud se decidiera a explicar el efecto sobre la salud de los guaymenses, no nos va a gustar ni siquiera un poco lo que está ocurriendo, pues las estadísticas de personas con enfermedades relacionadas con la contaminación, es enorme. Y tiene tiempo ya.
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