Rogelio Ramírez de la O: los retos del nuevo Secretario de Hacienda
Todavía sin ser ratificado por la Cámara de Diputados, Rogelio Ramírez de la O asumió el cargo de secretario de hacienda y crédito público en sustitución de Arturo Herrera, quien se perfila a ser el gobernador del Banco de México el próximo año.
Ramírez de la O llega a la Secretaría de Hacienda con la misión de sacar a la economía mexicana de una profunda caída mayor al 8.5% por la pandemia del COVID-19 y lograr las metas que sus antecesores Carlos Urzúa y Arturo Herrera dejaron pendientes.
Con el modelo económico propuesto por el Mandatario Federal que ha regido el país hasta ahora, De la O deberá replantear la política de austeridad republicana para impulsar la inversión pública y privada; su principal misión será recuperar la confianza de los inversionistas nacionales y extranjeros.
Ramírez de la O responde al perfil de un secretario con buena comunicación con el sector empresarial y financiero, los suficiente para tener la tranquilidad en los mercados y para dar un mensaje de continuidad al proyecto que se ha trazado esta administración.
De la O, de 73 años de edad, es economista egresado de la UNAM y cuenta con un doctorado en el mismo rubro por la Universidad de Cambridge, Inglaterra. En su carrera ya ha trabajado con el presidente López Obrador. En 2006, cuando AMLO fue candidato a la presidencia, De la O fungió como su asesor económico y desde esa elección ya se perfilaba para ser el Secretario de Hacienda.
También fue un fuerte candidato de López Obrador para estar al frente de las finanzas públicas del país en las elecciones de 2012. Además de su actividad en el gobierno, se ha desempeñado como director de Ecanal, una firma de análisis económico.
Aún con el estandarte de la austeridad, todavía se debe ser más eficiente en algunas propuestas de gasto público especialmente atender necesidades urgentes como el desabasto de medicamentos para los niños con cáncer, los retos del sector educativo, la creación de infraestructura y la inflación descontrolada.
Con tres años hacia adelante para que concluya el gobierno de AMLO, Ramírez de la O también tiene entre sus primeras tareas la elaboración del Paquete Económico 2022 y el pendiente que dejó su antecesor Arturo Herrera: la miscelánea fiscal.
Sin duda, uno de los desafíos más serios que enfrentará en su llegada es el reducido espacio fiscal pues los recursos serán escasos; por un lado, no hay capital económico para inversión y por otro, hay necesidades urgentes en todos los rubros.
Ramírez de la O, el nuevo secretario de Hacienda, tiene afinidad con la idea de que se puede impulsar el crecimiento económico a través del gasto público, pero el gran reto también será ver qué tanto o de qué manera logra convencer al Presidente, de incrementar el gasto y la restricción de la deuda pública en un contexto de austeridad que no termina de funcionar ni de entenderse.
A pesar que, en nombre de la austeridad han desaparecido fondos para desastres, becas e incluso dependencias completas, los únicos proyectos que se han visto beneficiados son la compra de una refinería, el tren maya y la continuidad del proyecto de dos bocas.
Mientras la economía trata de salir de la crisis, el futuro titular de Hacienda tendrá que lograr acuerdos no solo al interior del gobierno, si no con gobiernos estatales y el sector privado, por lo que también deberá abrir la puerta al diálogo y tener autonomía.
Precisamente algo que se le criticó en su momento a Arturo Herrera por su cercanía con el Presidente, pero su lejanía en la administración pública. Las empresas estatales como Gas Bienestar, Pemex y CFE definirán si el rumbo de su desempeño.
Entre las primeras actividades que De la O deberá atender es la puesta en marcha de Gas Bienestar, un proyecto que especialistas consideran que distorsionará más el mercado de gas licuado del petróleo y el cual se tiene previsto inicie operaciones en octubre del presente año.
El papel de Hacienda en esta nueva paraestatal será vital para su funcionamiento en términos económicos y para que no merme las finanzas públicas del país, así como también el mensaje que se mande al sector privado. En cuanto a Pemex, es probable que el gobierno sí busque absorber el pago de deuda de la empresa, lo cual serán buenas noticias para la petrolera, pero no para las finanzas públicas.
También su relación con la CFE será crucial pues tendrá que vigilar las implicaciones en los mercados de poner en marcha la contrarreforma energética que prioriza el uso de hidrocarburos que no solo representa un retroceso para la producción y uso de energías limpias, sino que también atenta directamente en contra de que México sea considerado un destino atractivo para la inversión.
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