Por Alan Castro Parra
El verdadero carácter de un líder se revela en los momentos de crisis. No en los discursos, ni en los eventos protocolarios, ni siquiera en los aplausos. Lo que define a un gobernante son sus decisiones, su calma y su humanidad cuando la adversidad golpea sin aviso.
La tragedia del pasado primero de noviembre en la tienda Waldo’s en el centro de Hermosillo puso a prueba estas cualidades y ofreció una muestra clara del estilo de liderazgo de nuestras autoridades y sobre todo del gobernador Alfonso Durazo Montaño.
Como señala Francisco Sagasti en su libro “Gobernar en tiempos de crisis”, las situaciones difíciles no solo demandan habilidades administrativas; exigen fortaleza moral, resiliencia y comunicación efectiva, algo que sin duda ha contribuido a un buen manejo de la crisis.
En estos escenarios, los líderes no solo deben reaccionar, sino deben hacerlo con claridad, con transparencia y con humanidad. Deben ser capaces de tomar decisiones bajo presión, gestionar la incertidumbre y guiar a su equipo hacia soluciones que generen confianza.

En otras palabras, la crisis es el espejo donde se refleja la verdadera esencia de un gobernante. En el caso de la tragedia de Waldo’s, Durazo demostró un liderazgo centrado en estos principios. Desde los primeros momentos, su gobierno actuó con rapidez y decisión.
El traslado de la joven María Isabel de 20 años, quien se encontraba en condición grave, hacia el hospital Valleywise en Phoenix, Arizona, fue coordinado con atención médica especializada y acompañamiento familiar, mostrando un cuidado concreto y sensible hacia las víctimas.
Asimismo, los otros afectados, Marco, Danna y Gloria, permanecieron bajo supervisión médica integral con el respaldo permanente del gobierno estatal, reflejando un enfoque humanitario y organizado en la gestión de la emergencia.
Pero la capacidad de un líder no se limita a la acción directa. La transparencia y la justicia son componentes esenciales de la confianza pública, especialmente en tiempos de crisis. Conscientes de la necesidad de evitar cualquier percepción de conflicto de interés, el gobernador Durazo ordenó la separación del Coordinador Estatal de Protección Civil del cargo mientras la Fiscalía General de Justicia del Estado realiza su investigación.
Esta decisión evidencia no solo un compromiso con la verdad y la justicia, como lo ha reiterado en diferentes ocasiones el Gobernador, sino también una comprensión clara de la importancia de la rendición de cuentas y la transparencia en la administración pública.
La comunicación efectiva fue otro elemento clave del manejo de la crisis. Desde el primer momento, Durazo mantuvo un contacto directo y empático con las familias afectadas, mientras transmitía mensajes claros y coherentes a la ciudadanía.
Su frase “Verdad para que no haya dudas, justicia para que no haya impunidad” resume con contundencia el enfoque de su gobierno: actuar con firmeza sin perder de vista la humanidad y la sensibilidad hacia quienes sufren. Este tipo de comunicación no solo informa, sino que calma y genera confianza, dos elementos indispensables cuando la incertidumbre y la preocupación amenazan con desbordar a la población.
Además, el liderazgo de Durazo en este contexto refleja otro principio fundamental destacado por Sagasti: la adaptabilidad y el aprendizaje continuo. Gobernar en crisis implica reconocer errores, ajustar estrategias sobre la marcha y aprender de cada decisión tomada.
Muestra de ello fue rectificar inmediatamente quiénes serían los actores que estarían informando los avances de cada uno de los temas en las conferencias de prensa sobre el tema Waldo’s, demostrando su apertura no solo para escuchar los reclamos, sino reconsiderar las decisiones.
La coordinación inmediata con hospitales nacionales e internacionales, la colaboración con la Secretaría de Relaciones Exteriores, la Embajada y el Consulado de Estados Unidos en Hermosillo, y la disposición para escuchar y atender las inquietudes de la ciudadanía, muestran una capacidad de adaptación y pragmatismo que no todos los líderes son capaces de desplegar en momentos críticos.
Un liderazgo así, fundamentado en principios claros, transparencia y acción eficaz, no solo resuelve la crisis inmediata; también fortalece la confianza ciudadana y contribuye a la legitimidad institucional. En un país donde la incredulidad y la desconfianza son frecuentes, actuar con verdad y justicia no es solo una obligación ética, sino una estrategia imprescindible para mantener la cohesión social y demostrar que el gobierno puede ser un soporte confiable ante la adversidad.
Finalmente, la respuesta de Durazo ante la tragedia de Waldo’s es un recordatorio de que la verdadera fortaleza de un gobernante no se mide en discursos ni en cifras presupuestales, sino en su capacidad de actuar con calma, claridad y humanidad cuando más se necesita.
El liderazgo en tiempos de crisis exige combinar firmeza y sensibilidad, decisión y escucha, acción y comunicación. En este caso, la gestión del gobernador Durazo ofrece un ejemplo concreto de cómo estas cualidades se pueden traducir en decisiones efectivas, en alivio para las víctimas y en confianza renovada para la ciudadanía.
Gobernar en tiempos difíciles es una prueba que pocos líderes pasan con éxito. La tragedia de Waldo’s expuso la fragilidad de la vida y la necesidad de respuestas inmediatas y humanas.
Frente a este desafío, la actuación del gobernador Alfonso Durazo Montaño se distingue por un liderazgo sólido, una comunicación transparente y un compromiso inequívoco con la justicia y la reparación del daño. En definitiva, una lección clara de que el carácter y la fortaleza de un líder se revelan, sobre todo, cuando la adversidad no da tregua.



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