Por Alan Castro Parra
En la política sonorense parece que alguien se subió a un DeLorean, pero en lugar de programar el tablero hacia el futuro, lo puso en reversa.
Las mismas caras, los mismos discursos y hasta las mismas promesas vuelven a aparecer, como si el Reloj de Gastón hubiera detenido el tiempo.
En plena era de la inteligencia artificial y las ciudades del futuro, nuestros partidos políticos siguen empeñados en revivir figuras del pasado.
Por un lado, Manuel Ignacio “Maloro” Acosta Gutiérrez vuelve a escena, ahora como coordinador de la primera circunscripción del Partido Verde.

El exalcalde priista, recordado como uno de los peores en la historia moderna de Hermosillo se integra al proyecto de la cuarta transformación.
El Maloro Acosta parece haber encontrado en el Verde una nueva máquina del tiempo, donde lo importante no es el origen, sino el destino.
Y es que la posición que hoy tiene el Maloro solamente es de ornato, porque lo que es realmente es el nuevo dirigente del Verde en Sonora.
Pero lo que es todavía peor, será el próximo diputado federal del Verde, desplazando a los perfiles que realmente han trabajado por el partido.
El regreso de Maloro Acosta confirma que la política mexicana la reinvención no requiere de ideas nuevas, sino de reciclar personajes del pasado.
Del otro lado, Alejandro López Caballero, también exalcalde de Hermosillo, reactivo convenientemente sus fundaciones y trabajo social.
Pero difícilmente se puede creer que lo haga por su altruismo, sino porque busca visibilidad y presionar por la candidatura a la alcaldía.

Los partidos no deben reciclar políticos del pasado y querer venderlos como las soluciones del futuro, pues es prácticamente un insulto al ciudadano.
El pensar que la gente es tonta o que la gente olvida, creo que es una apuesta equivocada y muy arriesgada en estos nuevos tiempos de la política.
Lamentablemente estos regresos no son una casualidad, sino un síntoma de una enfermedad más grande que es la escasez de liderazgos.
Los partidos políticos que dejaron de apostar por la generación y formación de cuadros, y que se fueron cerrando a la sociedad, hoy no tienen a nadie.
Es por eso que los partidos se ven obligados a recurrir a las figuras recicladas, queriendo reproducir discos viejos, y muy rayados, en formato digital.
La política local vive su propia paradoja temporal, quiere avanzar hacia el futuro, pero no puede soltar el retrovisor para renovar a sus conductores.
Ni el oficialismo ni la oposición logran construir cuadros con legitimidad, con narrativa o con presencia social; prefieren desempolvar a quienes ya tuvieron su turno.
Quizá, como en la saga de Volver al Futuro, la moraleja está en entender que cambiar el pasado no garantiza un mejor futuro, sino escenarios catastróficos.
Por eso Hermosillo y Sonora no necesitan volver al 2012 o al 2015; ya el mundo cambió y se necesitan liderazgos que entiendan este 2025 y avancen al 2027.
De lo contrario, seguiremos viajando en un DeLorean que consume gasolina vieja, manejado por políticos que confunden la nostalgia con el porvenir.
El futuro no se construye con regresos, sino con relevos. Lamentablemente para el próximo proceso electoral veremos todavía más emisarios del pasado.


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