MONITOR | Lamarque no levanta, Toño adelanta

HomeCOLUMNAS

MONITOR | Lamarque no levanta, Toño adelanta

Por Alan Castro Parra

En las últimas semanas hemos visto cómo la figura de Javier Lamarque Cano empieza a tomar su justa dimensión, su anticipada exposición mediática ha traído consigo también un prematuro desgaste a su perfil, sobre todo en redes sociales, donde al alcalde de Cajeme no le ha ido del todo bien.

Es evidente que Lamarque anda en campaña visitando cada municipio y apareciéndose en cada evento donde se le invita, pero aún así no genera lo que debería un candidato a la gubernatura, no hay un entusiasmo genuino a su proyecto, sino una cargada evidente para apoyarlo pese a lo que pese.

Las cualidades de Javier Lamarque seguramente son bastantes, pero lo que es una realidad es que no es un perfil con imán electoral, un personaje carismático que levante simpatías, por lo cual es todavía más complicado querer generar efervescencia electoral sin la capacidad de hacer burbujas.

Es verdad que nadie dijo nunca lo contrario, es obvio que al decidirse por Javier como el potencial candidato de Morena es porque se le está apostando casi todo a la marca y no a Lamarque, pero en estas últimas semanas han generado más dudas que certezas, sobre todo porque no levanta.

Toño Astiazaran – Respaldo social

En cambio, en este último mes quien se ha ido adelantando ha sido el alcalde de Hermosillo, Toño Astiazarán, quien con algunos eventos importantes en la capital y otros cuantos eventos interesantes en el norte y sur de la entidad, ha podido generar una percepción de avanzada.

Sin duda el Toño si quiere ser competitivo para la gubernatura en el 2027 tiene que hacer una estrategia para posicionar su nombre fuera de Hermosillo, que es donde reside su principal fortaleza al ser alcalde reelecto y obtener más de 150 mil votos en el pasado proceso electoral.

Sin dejar de estar presente en el debate público y en el tema de los partidos, Astiazarán ha podido levantar interés de la sociedad, ya sea corriendo con amigos y hasta presente en la reciente creación de la red de asociaciones civiles “Sonora con Todo”, evento que a más de uno en Morena acalambró.

Por supuesto que todavía falta mucho para que Toño Astiazarán pueda significar una amenaza latente para la Cuarta Transformación, pero al paso que va y entendiendo cómo funcionan históricamente las contiendas electorales, el perverso juego de la sucesión se puede cerrar cada vez más.

Y aunque las comparaciones son odiosas, en varias ocasiones hemos contrastado cada uno de los perfiles de los posibles candidatos del oficialismo y la oposición, pero hoy traemos otro ejemplo ilustrativo para que usted entienda mejor cómo es esta carrera para convertirse en gobernador.

¿Saben cual es una clara diferencia entre Lamarque y Astiazarán?: El vehículo. 

Mientras Javier Lamarque tiene un automóvil guinda con un potente motor, y aunque se posiciona en la línea de salida muy adelantado a cualquier competidor, realmente no ha avanzado mucho desde que le dieron las llaves, es decir que ha sido mucho carro para tan poco conductor. 

Y en lo que respecta a Toño Astiazarán, hay que decir que prácticamente va trotando, pues aún no cuenta con un vehículo, o más bien está desarmado y tendrá que buscar las autoparte para poder construir ese automóvil de todos colores, aun así sigue avanzando a paso veloz rumbo a la meta.

Ciertamente Lamarque avanza lento pero por el carril rápido, es decir el carril de la izquierda, lo que tendrá que orillar a que Astiazarán si no quiere chocar por alcance a tener que rebasar por la derecha, digo si logra alcanzar al vehículo de Morena y la Cuarta Transformación. Arrancan.

Los pericos

A propósito de la reciente plaga de pericos en Hermosillo, cuya presencia ya amenaza la tranquilidad de aves nativas y el ecosistema sonorense, aquí un cuento corto de un servidor.

A menos de diez metros de mi casa está una palma de dátiles, donde cada mañana se libra una batalla entre una parvada de pericos, no se si la lucha es por el territorio o bien por los dátiles, el hecho es que pelean desde que sale el sol y hasta que se vuelve a esconder.

Difícilmente podemos ver en el suelo la caída de un dátil maduro, pues al parecer se los comen cuando todavía están verde, lo que sí es común encontrarse debajo de la palma son plumas verdes y uno que otro perico muerto, lo que me deja claro que la lucha es de vida o muerte.

Todas la mañanas al salir a trabajar escucho a los pericos graznar, a veces me imagino que se están insultando envueltos de una discusión que no lleva a ningún lado, así que lo arreglan todo a aletazos, picotazos y una que otra patada voladora, cayendo desde el cielo e impulsada por el viento.

Y aunque desde que vivo aquí he aprendido a convivir con este especie de ring avicola, el domingo pasado quise ponerle un fin, pues tampoco es tan agradable despertarme y en vez de escuchar pajaritos cantar, escuchar puros madrazos, gritos, chillidos y uno que otro moquetazo.

Mientras regaba el pequeño jardín que tengo fuera de casa, se me ocurrió la magnífica idea de cortar todos los dátiles y entonces así no habría porqué seguir escuchando día tras día esa agonía, fui por la banda con la que hace ejercicio mi mujer y empecé mi travesía. La cinta elástica me la pase por mi cintura y rodeé la palma también, poco a poco fui subiendo a pesar de mi peso, más trepando que escalando a decir verdad, pues abrazaba la palma como si no hubiera mañana, después de algunos minutos por fin logré llegar a una distancia razonable.

Para mi sorpresa los pericos eran muy grande, no como un loro parlanchín, ni como esos que te venden en jaula en medio de la carretera y terminan muriendo a la semana, no, estos pericos parecían haberlos preparado para una pelea de gallos, les he de confesar que sentí un poco de miedo.

Pero pues ya estaba arriba y como dicen por ahí, el que es perico donde quiera es verde, levanté mi mano para jalar el racimo de dátiles y los pericos me empezaron a picotear los dedos, pisotear las manos y hasta creo que uno me escupió, no me quedó más que pedir tregua y bajar de prisa, aunque me raspara toda la panza.

Hoy ya que me he sacado todas las astillas y los raspones ya no parecen arañazos, no me queda más que reconocer que extrañaría no escuchar los pericos cantar, y además que en todo caso yo estoy invadiendo su espacio desde acá, al cabo están a diez metros de mi hogar, viva la paz.

COMMENTS

WORDPRESS: 0
DISQUS: