Por Jesús Donaldo Guirado
En el sur del estado, el eco del progreso volvió a resonar con la fuerza de las obras tangibles. La Secretaría de Bienestar, encabezada por Fernando Rojo de la Vega, dio inicio a un nuevo ciclo de acciones que fecundan desarrollo allí donde por años el abandono fue la norma.
A escasos días de cumplir su primer año en el cargo, Rojo de la Vega eligió celebrar con trabajo, refrendando que la mejor conmemoración del servicio público no se mide en discursos, sino en resultados. Desde Etchohuaquila, corazón agrícola de Navojoa, arrancó la rehabilitación integral del sistema de agua potable: una obra que, más allá de la tubería y el cemento, permeará en la dignidad de más de mil cien habitantes.
La sinergia entre el gobernador Alfonso Durazo y el secretario Fernando Rojo de la Vega ha permitido que el bienestar deje de ser una abstracción para volverse una realidad concreta en las comunidades. A este esfuerzo se suma la gestión oportuna del alcalde Jorge Alberto Elías Retes, quien fungió como vínculo decisivo para hacer posible la obra. Así, gobierno estatal y municipal confluyen en un mismo propósito: garantizar a Etchohuaquila un servicio digno y constante de agua potable.
En tiempos donde la gestión pública suele naufragar en la retórica, la obra en Etchohuaquila emerge como símbolo de practicidad y compromiso, como testimonio de que la política aún puede tener rostro humano. Rojo de la Vega, fiel a su estilo pulcro y discrecional, ha preferido el terreno al estrado, entendiendo que el bienestar no se proclama, se construye.

Samuel Borbón y Hector Sánchez.- Medallita
Porque a veces, los verdaderos actos de gobierno no requieren fanfarrias, sino constancia; no necesitan oropel, sino eficacia. Y es ahí, en esa labor silenciosa y férrea, donde se fincan los cimientos de un estado más justo y equitativo.
Pero no solo Navojoa recibió bienestar. En Huatabampo también se replicó el esfuerzo. En la comunidad de La Escalera, la Secretaría de Bienestar dio inicio a una obra de agua potable a través del Fondo de Infraestructura Social para las Entidades (FISE), que contempla la construcción de un tanque elevado y una línea de conducción para brindar un servicio digno y constante a las familias.
Con el compromiso inquebrantable del gobernador Alfonso Durazo, el gobierno de Sonora sigue impulsando acciones que garantizan derechos básicos y mejoran la calidad de vida de las y los sonorenses. Obras que, más que concreto y acero, son la encarnación del bienestar que se construye desde el territorio y para el territorio, con visión, coordinación y propósito.
El movimiento territorial de Heriberto Aguilar; Una alianza que podría marcar la sucesión sonorense
En la política, los silencios también comunican, y a veces con mayor elocuencia que los discursos. El senador Heriberto Aguilar, hombre de perfil sereno, prudente y pulcro en el ejercicio del poder, sigue desplegando una actividad pública que no pasa inadvertida. Quien otrora prefería la discreción del trabajo legislativo, hoy se muestra más cercano a la gente y más presente en el territorio, compartiendo espacios con el que muchos ya vislumbran como el próximo abanderado de Morena a la gubernatura de Sonora: Javier Lamarque Cano.

Heriberto Aguilar y Javier Lamarque.- Sucesión
Más que una coincidencia de agenda, esta cercanía refleja una alianza construida sobre la confianza, la afinidad ideológica y la lealtad recíproca. Ambos políticos se entienden más allá de la coyuntura: Lamarque, con su experiencia administrativa y temple político; Aguilar, con su visión técnica, su vocación de servicio genuino y una ética pública que rara vez se exuda en la política contemporánea.
Heriberto Aguilar representa una figura conspicua dentro de Morena, respetada por su mesura y su capacidad de diálogo, pero también por su firmeza ideológica y su compromiso con los principios del movimiento. Su trabajo en el Senado ha sido toral para fortalecer las políticas sociales y los proyectos de infraestructura que buscan equilibrar el desarrollo del país. Su estilo —ajeno a la estridencia y a la vanidad— ha logrado fincar una credibilidad poco común en tiempos de polarización.
El análisis se torna más interesante al observar el papel del gobernador Alfonso Durazo, quien en distintos eventos —compartiendo presidio con Lamarque— ha lanzado mensajes que muchos interpretan como un preámbulo de destape. En encuentros informales con ciudadanos, Durazo ha expresado su admiración por ciertos perfiles políticos, llegando a decir que, “en un supuesto en que alguno de los presentes aparezca en la boleta”, se les considere como opción. Una declaración que, aunque hipotética, deja abierta la interrogante:
¿es un guiño a la sucesión o una estrategia de simulación política mientras se define la batalla con Toño Astiazarán?
Sea cual sea el desenlace, el binomio Lamarque–Aguilar aparece como el gran beneficiado. Si el alcalde de Cajeme se convierte en candidato, Heriberto sería su aliado natural, un soporte de estructura y legitimidad. Y si el tablero se reconfigura, Aguilar podría erigirse en el garante de la continuidad morenista, con el respaldo de su trabajo, su prudencia y su cercanía con los liderazgos nacionales.
Entre hipótesis y conjeturas, lo cierto es que la buena relación entre ambos ha rendido frutos perceptibles para la sociedad sonorense. Las gestiones conjuntas, el entendimiento político y la sincronía de proyectos han permitido resultados visibles. Su vínculo, más que una estrategia, parece ser una coincidencia de propósito y visión, algo poco común en los laberintos del poder.
Solo el tiempo lo dirá, pero todo indica que Heriberto Aguilar está en el momento más sólido de su carrera política: respetado, prudente y con una reputación incólume. Si algo ha demostrado el senador es que no necesita del protagonismo para ejercer liderazgo, y que en ocasiones, las figuras más discretas son las que terminan escribiendo los capítulos más trascendentes.
Porque en política —como en la historia—, no siempre gobierna quien más ruido hace, sino quien mejor entiende el silencio del poder.
La fuerza de los hechos en Álamos; Cuando el buen gobierno trasciende las fronteras partidistas
Hay señales en la política que no necesitan mayor explicación. Una de ellas, quizá la más elocuente, es cuando los adversarios deciden dejar de serlo. Porque en un escenario donde la confrontación suele ser el combustible de la competencia, la adhesión voluntaria de un opositor al proyecto en el poder no se produce por inercia, sino por convicción.
Así ocurrió en Álamos, donde el regidor y presidente de la Unión Ganadera Local, anunció su incorporación a Morena, dejando atrás las filas del PRI. Un hecho que, más allá de su dimensión protocolaria, revela la solidez política y la legitimidad social que ha construido la administración encabezada por el alcalde Samuel Borbón.
Sánchez Valdez, quien en las pasadas elecciones compitió por la alcaldía bajo la alianza PRI-PAN-PRD, reconoció públicamente el buen trabajo, los resultados tangibles y la dirección acertada del gobierno municipal. Su decisión no responde a cálculos oportunistas, sino al reconocimiento de una gestión que ha sabido permear con hechos en la vida cotidiana de las familias alamenses.
Este gesto tiene un peso político mayor al que aparenta. No se trata sólo de una renuncia partidista, sino de un acto de confianza y reconciliación, una muestra de que cuando las administraciones son cercanas, transparentes y eficaces, las diferencias ideológicas menguan y prevalece el interés común. En otras palabras: el liderazgo de Borbón no divide, aglutina.
En tiempos donde la política nacional se debate entre el encono y la descalificación, Álamos se convierte en un ejemplo de madurez institucional y civilidad democrática. Que un ex candidato opositor reconozca públicamente el trabajo del alcalde y decida sumarse a su proyecto, habla de una gestión que ha trascendido el discurso para asentarse en los hechos.
El propio Samuel Borbón ha reiterado que el bienestar no se construye desde la trinchera partidista, sino desde la coincidencia de propósitos. Su administración, respaldada por el gobernador Alfonso Durazo, ha demostrado que la política puede ejercerse con pulcritud, resultados y sentido de unidad, sin caer en la tentación de la revancha o el sectarismo.
La incorporación de Héctor Sánchez a Morena, más que una anécdota, es una validación pública de la ruta emprendida por el gobierno municipal. Álamos, ese municipio histórico que ha aprendido a reinventarse sin perder su esencia, hoy vuelve a ser referente: no sólo por su belleza y su gente, sino por la manera en que su gobierno ha sabido convertir la confianza en motor de desarrollo.
Porque, al final, cuando los resultados son palpables, los colores partidistas se difuminan, y lo que permanece es la evidencia irrefutable de un trabajo bien hecho. Y en Álamos, esa evidencia hoy habla por sí misma.
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