PILAR POLÍTICO | ¿Quién será la corcholata de Morena en 2027?

HomeCOLUMNAS

PILAR POLÍTICO | ¿Quién será la corcholata de Morena en 2027?

Por Jesús Donaldo Guirado
La sucesión en Morena parece adelantarse inexorablemente. El simple murmullo de los corrillos políticos ya permea la discusión pública: ¿quién portará la estafeta en 2027?
Algunos analistas sostienen, casi con tono de sentencia, que la candidatura debe recaer en un senador. El nombre de Lorenia se menciona con frecuencia, al igual que el de Heriberto, ambos con trayectoria suficiente para fincar una aspiración legítima. Sin embargo, en el ajedrez político nada es lineal: siempre hay vendettas soterradas, pactos tácitos y una grey política que se mueve al vaivén de la coyuntura.
La idea de que Javier Lamarque pudiera convertirse en “la corcholata” no solo es ambivalente, sino arriesgada. Los datos son incontrovertibles: casi el 90% de los cajemenses se siente inseguro, y esa laceración social ha trastocado la imagen de su gobierno. Esas cifras, lejos de halagüeñas, resultan perniciosas para un proyecto que pretende mostrarse como sólido y magnánimo.
El gobierno estatal ha intentado instaurar nuevos mecanismos de seguridad, pero los resultados han menguado frente a una percepción ciudadana que se exaspera día con día. No olvidemos que Lamarque ya fue candidato a gobernador en 2015, con apenas un 2.8% de votos: una pretérita incursión que dejó en claro sus límites.
Cierto es que Morena hoy aglutina un voto duro casi irrestricto, y que incluso una figura desbancada podría encontrar acomodo en su vasto aparato proselitista. Pero frente a un Toño Astiazarán, recientemente aclamado como uno de los alcaldes mejor evaluados del país, la contienda sería desigual.
A Lamarque aún le queda tiempo para cambiar estrategias y saciar, al menos en parte, las demandas de seguridad y bienestar. No obstante, si la lógica política no se trastoca, todo indica que la corcholata morenista deberá salir del Senado, donde la fiabilidad y el peso específico de sus figuras parecen ofrecer mayor certidumbre.
La pregunta, entonces, no es si habrá un senador en la boleta, sino cuál de ellos logrará, con pulcritud y astucia, ceñirse la investidura.
No se trata de una competencia descarnada. En la praxis política, la cohesión de equipo es menester toral: al final de cuentas, todos deberán amalgamarse en torno a la candidatura que surja. Sin embargo, dentro de ese abanico, el nombre de Lorenia Valles emerge con fuerza inusitada.
En marzo de 2025 alcanzó una aprobación del 63.2%, consolidándose como la senadora con mayor respaldo electoral del país, según el ranking de Hersalcop Group. Ese dato no es menor: revela una legitimidad perceptible que trasciende coyunturas y la coloca en la cúspide de la grey política sonorense.
Su trabajo legislativo ha sido prolífico. Impulsó la reforma a la Ley General de Educación para incluir la salud mental como parte intrínseca del derecho constitucional a una educación integral y de calidad, una medida que, verbigracia, coloca al bienestar emocional de niñas y jóvenes en el centro del debate. Asimismo, respaldó programas de becas universales, útiles escolares y uniformes gratuitos, tejiendo un puente entre las políticas de bienestar federal y las exigencias locales.
En paralelo, su incursión en el sector productivo resultó estratégica: colaboró en la creación del Consejo Estatal de Minería de Sonora, órgano que articula a actores públicos y privados para potenciar proyectos que ya aportan más del 20% del PIB estatal. A ello se suma su respaldo a la política exterior mexicana, particularmente en la relación con Estados Unidos, donde apoyó acciones conjuntas en seguridad, control de estupefacientes y dinamismo económico regional.
El saldo es contundente: Lorenia ha conjugado un perfil legislativo sólido con presencia territorial. Su liderazgo en comisiones, su promoción de reformas estructurales y su apertura a la participación ciudadana han fecundado un capital político difícil de soslayar.
Si Morena busca una candidata que combine fiabilidad institucional, respaldo social y proyección nacional, Lorenia Valles aparece como una opción halagüeña. Ciertamente, en política nada es incontrovertible, pero hoy su figura exuda un aire de inevitabilidad que permea las discusiones internas y coloca su nombre en el vórtice de la sucesión.
En el tema del agua, Heriberto Aguilar ha tenido un papel central: promovió infraestructura vital para el desarrollo social y económico de Sonora, articulando esfuerzos con programas federales y estatales. Estos avances se han convertido en los logros más visibles del primer año del nuevo gobierno en materia de bienestar.
En el plano partidista, fortaleció la estructura territorial desde lo local, reafirmando valores fundacionales y consolidando una militancia cercana a la ciudadanía. Ese binomio —obra pública tangible y arraigo político— robustece su perfil como una opción rumbo a la sucesión.
Al final, Morena deberá recordar que la sucesión no es una vendetta interna, sino un ejercicio de cohesión. Desde este análisis, se columbra a Lorenia Valles como la opción más sólida; Heriberto, como una alternativa respetable; y Lamarque, como una carta francamente dudosa. Sin embargo, más allá de nombres, el desafío será trabajar en equipo y adaptarse a la dinámica de un partido que, con todo y sus discrepancias, sigue siendo el eje toral de la política sonorense.

COMMENTS

WORDPRESS: 0
DISQUS: