PILAR POLÍTICO | Le están ganando el mandado al Toño en el sur de Sonora

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PILAR POLÍTICO | Le están ganando el mandado al Toño en el sur de Sonora

Por Jesus Donaldo Guirado

Antonio Astiazarán Gutiérrez, otrora considerado la carta más sólida de la oposición rumbo a la sucesión gubernamental de 2027, atraviesa un momento político álgido. El edil oriundo de Guaymas, quien en más de una ocasión fue encumbrado en encuestas nacionales como el mejor alcalde de México, parecía haber fincado una ventaja colosal sobre cualquier eventual contrincante. Sin embargo, esa proyección hoy se percibe menguada.

El porqué no es un misterio para la grey política. Por un lado, el mal asesoramiento ha derivado en decisiones que, aunque menores en apariencia, han sido perniciosas en sus efectos. Morena, con una estrategia ceñida y sin dilapidar recursos, ha sabido permear en sectores donde el “Toño” dejó un vacío: el sur, prácticamente en abandono, y el norte, donde la presencia municipal se ha tornado marginal.

La coyuntura actual permite ver cómo la maquinaria oficialista, sin estridencia pero con cálculo quirúrgico, ha ido desbancando la narrativa que posicionaba al alcalde como “la única, pequeña opción” para un relevo opositor. En política, como en la guerra, no basta con haber alcanzado la cúspide; se requiere mantenerla con pulcritud estratégica y con la aptitud de anticipar el próximo movimiento del adversario.

Astiazarán enfrenta así un reto insoslayable: recomponer su proyección, recobrar el beneplácito de comarcas hoy desencantadas y evitar que la inercia adversa se convierta en una debacle irreversible. La sucesión aún está distante, pero la política no perdona la procrastinación; quien se confía en la ventaja pretérita, corre el riesgo de ver cómo, en silencio y por la espalda, le arrebatan el mandado.

Retomando uno de los puntos torales: el sur de Sonora permanece en un estado de completo abandono político por parte de Antonio Astiazarán. En este tablero, debe recordar que nunca es temprano para hacer campaña, pero sí puede ser tarde. No se trata de emprender una extensa cruzada proselitista —pues sigue siendo mandatario de la capital sonorense—, sino de comprender que, con un equipo versado y proactivo, ya habrían raspado el camino para que él solo tuviera que pavimentar.

El tiempo corre. En un bimestre, Morena soltará a sus “corcholatas” estatales y, de ese cónclave, muy probablemente emerja la figura que contenderá por la gubernatura. La advertencia es clara: mantener los pies en la tierra. Astiazarán conquistó Hermosillo con 143 mil 647 votos, cifra nada desdeñable, pero que palidece frente a los 419 mil 662 que le dieron el triunfo a Alfonso Durazo en la elección estatal pasada. Incluso, en la misma contienda municipal, María Dolores del Río, por Morena, obtuvo 120 mil 260 sufragios, evidenciando que la diferencia en la capital no es insalvable para el oficialismo.

Pensar que solo con Hermosillo podrá conquistar la gubernatura es una falacia. El verdadero botín político está en el limbo electoral del sur profundo, un electorado indeciso, huérfano de atención y que, en manos de un candidato sagaz, podría definir la elección. Más aún si se considera que Morena tampoco ha trabajado con ahínco esa región, lo que deja un espacio fértil para la siembra política.

El panorama electoral que enfrenta Antonio Astiazarán es complejo por tres razones insoslayables. Primero, la geografía política de Sonora no se gana con una sola ciudad; requiere un entramado territorial que articule capital, norte y sur bajo una narrativa cohesionada. Segundo, su nueva aventura partidista le resta el voto duro que otrora le proporcionó el PAN, y aunque su marca personal es fuerte, no es infalible ante el voto corporativo de Morena. Tercero, la inercia del poder actual juega en su contra: Morena llega con la maquinaria estatal aceitada y con la capacidad de permear de forma discrecional en las comarcas más alejadas. El reto, por ende, es estratégico: expandir presencia sin dilapidar recursos, capitalizar el desgaste de la administración estatal y, sobre todo, impedir que la percepción de abandono en el sur se convierta en una debacle política.

En suma, Antonio Astiazarán enfrenta un momento decisivo en su trayectoria política. Pasó de ser la esperanza más sólida de la oposición a transitar por un escenario donde la ventaja inicial se ha visto menguada por errores estratégicos, abandono territorial y el avance sigiloso de sus adversarios. La política, como la marea, no espera a quien se confía; exige presencia constante y lectura precisa de la coyuntura.

Si Toño no logra permear en el sur, recomponer su estructura y diversificar su base electoral más allá de Hermosillo, difícilmente podrá competir en igualdad de condiciones en 2027. La contienda no se gana con una plaza, sino con un mapa entero, y quien aspire a la cúspide estatal debe entender que el poder se construye día a día, voto a voto, comarca por comarca. El tiempo para corregir el rumbo no es mañana: es hoy.

Ramón Flores, Adolfo Salazar y Heriberto Aguilar.- Corcholatas

La cuenta regresiva para las corcholatas sonorenses

En menos de un bimestre, Morena habrá de develar a sus “corcholatas” estatales, y con ello comenzará a definirse el tablero político rumbo a la contienda por la gubernatura. La expectativa es alta y los corrillos ya perfilan a varios aspirantes que, con distintas fortalezas y flancos débiles, buscan encabezar la sucesión.

En primer plano, Adolfo Salazar Razo, secretario de Gobierno, figura entre las cartas más viables. Su cercanía con Alfonso Durazo no es un secreto y, en política, la proximidad al poder es un activo que puede ser determinante. Salazar ha sabido moverse con discreción, evitando estridencias, pero fortaleciendo su red de apoyos en la estructura estatal.

Otra opción con peso es la senadora Lorenia Valles. Posee una sinergia notable con la mayoría de alcaldes morenistas y, en el contexto nacional, comparte género con la presidenta Claudia Sheinbaum, lo que podría ser un guiño estratégico en la narrativa de paridad. No obstante, su talón de Aquiles es la gente que se ha “sumado” a su proyecto: más que fortalecer, algunos aliados terminan siendo un lastre político.

Por su parte, Heriberto Aguilar ha demostrado una lectura fina del tablero. Sin mucho ruido mediático, ha tejido alianzas clave y mantiene amistades influyentes dentro del propio proyecto presidencial. Su perfil técnico y su visión de largo plazo lo colocan como uno de los principales contendientes, aun sin desplegar un proselitismo desaforado.

El PT tendrá también a su estandarte: Ramón Flores. Incansable, ha recorrido cada rincón de Sonora, cosechando simpatías tanto en el ámbito social como en el político. Su presencia territorial es innegable, y su capacidad para permear en distintas comarcas podría darle un lugar privilegiado en la contienda interna.

Por el Partido Verde, la única carta visible es Omar del Valle Colosio. Su cercanía con el gobernador es indiscutible y le otorga un espacio de interlocución privilegiado, aunque más que perfilarse como una corcholata real, su capital político podría servirle como ficha de negociación para asegurar presencia y acuerdos en la futura administración.

El alcalde de Cajeme, Javier Lamarque, ha manifestado abiertamente su intención de buscar la gubernatura. Sin embargo, la incógnita persiste: ¿su gestión municipal será suficiente para competir con el resto de aspirantes que ya juegan en ligas estatales? El tiempo y los resultados marcarán la diferencia.

Finalmente, no se puede descartar la posibilidad de una candidatura joven. El hecho de que la próxima gubernatura sea de apenas tres años abre un resquicio para figuras emergentes que, con frescura y audacia, podrían irrumpir como sorpresa en los próximos meses.

La selección de la corcholata de Morena será, en buena medida, un cálculo de fiabilidad electoral y capacidad de cohesionar a la grey política estatal. Durazo buscará un perfil que garantice continuidad a su proyecto y evite fracturas internas. Si bien la afinidad personal con el gobernador es un factor, el termómetro real será la aptitud de cada aspirante para sumar en el sur profundo y en la capital, los dos polos que decidirán la elección. Las alianzas, la percepción social y la ausencia de pasivos políticos serán, en esta coyuntura, más valiosas que cualquier discurso.

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