PILAR POLÍTICO | Samuel Borbón: liderazgo que no se esconde cuando más se le necesita

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PILAR POLÍTICO | Samuel Borbón: liderazgo que no se esconde cuando más se le necesita

Por Jesús Donaldo Guirado

Las lluvias llegaron sin aviso y con fuerza al Pueblo Mágico de Álamos, y con ellas, los estragos propios de una temporada que históricamente pone a prueba la infraestructura y la paciencia de los habitantes. Arroyos desbordados, calles dañadas y comunidades incomunicadas como Burapaco y Mochibampo fueron solo algunos de los saldos de este reciente diluvio. Sin embargo, frente a esta situación adversa, también emergió una imagen distinta, poco común pero profundamente necesaria en los tiempos que corren: la de un alcalde que no se quedó en la comodidad del escritorio, sino que salió al terreno para enfrentar la crisis junto a su gente.

El presidente municipal, el profesor Samuel Borbón Lara, no solo acudió a las zonas afectadas, sino que lo hizo de inmediato, acompañado de directores clave de su administración, maquinaria y personal operativo. No fue una visita para la foto; fue una inspección real, con decisiones en tiempo presente, con botas llenas de lodo y un compromiso a flor de piel.

En tiempos donde muchos prefieren dirigir desde el aire acondicionado, Borbón eligió mancharse de tierra y humedad. Este gesto, que algunos pueden ver como simbólico, representa en realidad una forma de gobernar que conecta con lo esencial: la cercanía, la acción directa y la empatía. Y no es poca cosa. Porque cuando la tormenta arrecia, lo que se necesita no es una rueda de prensa, sino un líder visible, presente, dispuesto a asumir riesgos si eso significa proteger a su gente.

Claro está, las lluvias también dejaron en evidencia algunas debilidades estructurales que el municipio arrastra desde administraciones anteriores. Pero lo importante es que esta administración no soslayó el problema. En lugar de buscar culpables o escudarse en discursos vacíos, el alcalde y su equipo se movilizaron con rapidez, enfocados en lo verdaderamente importante: restablecer la seguridad, la comunicación y el bienestar de las familias.

Si bien las lluvias ocurrieron en los primeros días de julio, es bueno reconocer la gran labor del alcalde al salir de la oficina más refrigerada del ayuntamiento y, sin importar el riesgo, cuidar a su ciudadanía. Su presencia en las zonas afectadas no fue un acto aislado, sino parte de una estrategia coordinada y activa.

El alcalde fue acompañado por el Director de Protección Civil y Bomberos, Cristian Gastélum; el Director de OOMAPAS, Ismael Ruiz; el Director de Obras Públicas, Ing. Alberto Rojo; el Oficial Mayor, Robert Vega; así como elementos de la Policía Municipal, lo que nos hace ver que no sólo trabaja él, sino que pone a su equipo a ponerse la camiseta por la ciudadanía, respondiendo con responsabilidad, compromiso y acción en el momento en que más se necesitaba.

Hoy, más que una crítica, corresponde un reconocimiento. Porque la política municipal también necesita de actos como este: visibles, honestos y oportunos. No se trata de idealizar, sino de valorar cuando un funcionario cumple con lo que debe, y lo hace con vocación, con el corazón puesto en su pueblo.

El reto continúa, porque vendrán más lluvias y más necesidades. Pero si algo quedó claro en esta jornada es que Álamos cuenta con un gobierno que no se esconde, que no improvisa, y que tiene clara su responsabilidad. En momentos así, se agradece tener a alguien al frente que entiende que servir no es mandar, sino estar. Y eso, en la política de hoy, vale mucho.

Etchojoa, bajo la lupa ciudadana: cuando el poder se convierte en obstáculo

Arturo Robles y Alfredo Bustamante.- ¿Quién gobierna?

Mientras algunos municipios en Sonora demuestran compromiso con su gente, hay otros que, lejos de avanzar, se desgastan en una espiral de desorden y desgobierno. Tal es el caso del municipio de Etchojoa, donde —según diversas voces locales— no gobierna el alcalde Arturo Robles Higuera, sino el tesorero municipal, Alfredo Bustamante. Un personaje que, más que administrar con pulcritud los recursos públicos, parece obsesionado con acumular poder, incluso si eso implica vulnerar la confianza ciudadana y trastocar las prioridades del municipio.

Bustamante, descrito por muchos como “el que realmente manda”, ha convertido la Tesorería en una especie de feudo discrecional. El Instituto Superior de Auditoría y Fiscalización (ISAF) ya se ha cansado de hacer observaciones, de señalar inconsistencias que siguen sin atenderse. ¿La razón? Sencilla, aunque alarmante: el tesorero está más ocupado en mover las piezas del tablero político a su favor, utilizando como marioneta al presidente municipal, que en garantizar la transparencia del gasto.

Lo más preocupante es que, mientras las arcas municipales parecen pender de un hilo —o para algunos, ya estar “resguardadas” en la billetera de quien no debería tocarlas—, Etchojoa carece de lo más básico: liderazgo, coordinación y rumbo. Hay múltiples grupos dentro del gobierno, pero ninguno con una visión clara. Una recua de intereses encontrados que se limita a empujar en distintas direcciones sin llegar a ningún lado.

Y si hablamos de comunicación, es un terreno aún más embarrado. La dirección de Comunicación Social se ha convertido en un espacio de conveniencia personal. Su titular, lejos de desempeñar un rol institucional, ha sido visto en reiteradas ocasiones cubriendo eventos para su medio privado durante horario laboral. Las acusaciones no se detienen ahí: aseguran que ha intercambiado favores dentro del Ayuntamiento para obtener contratos en otros municipios, e incluso ha presumido tener el control de la comunicación de la senadora Lorenia Valle.

Aquí es donde la situación se vuelve aún más delicada.

Lorenia Valle ha demostrado ser una figura política de alto perfil, con un trabajo constante y una imagen sólida. Es, sin duda, una de las corcholatas más fuertes rumbo a la candidatura por la gubernatura de Sonora. Pero lo que no puede permitirse es que personajes menores manchen su trayectoria con prácticas oscuras, que lejos de sumar, restan y comprometen. Porque lo que hoy se “vende” como cercanía con una figura destacada, en realidad es humo. Un humo espeso que puede terminar por empañar el camino de quien hasta ahora ha mantenido una trayectoria limpia.

Etchojoa necesita una sacudida ética. No se trata de filias políticas, sino de principios mínimos de gestión pública. El municipio está a la deriva y sus responsables, en lugar de asumir con madurez sus cargos, se entregan a la vanidad del poder mal entendido. La ciudadanía merece más. Y quienes aspiran a liderar el estado, deben cuidar con rigor a quienes les rodean. Porque en política, el que no cuida su entorno, termina pagando un costo que no siempre se mide en votos… sino en confianza rota.

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