SONORA STAR | LA IMPORTANCIA  DE QUE MÉXICO SE INVOLUCRE EN TEMAS INTERNACIONALES

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SONORA STAR | LA IMPORTANCIA DE QUE MÉXICO SE INVOLUCRE EN TEMAS INTERNACIONALES

Por Luis Fernando Heras Portillo
Desarrollador de negocios

Pues se llevó a cabo la reunión del G7 por allá en Canadá, a la que asistió la presidenta de México como invitada. Desafortunadamente, los miembros del G7 se reunieron un día antes de que llegara la presidenta. Tuvieron una cena, platicaron de lo que tienen que platicar entre ellos por ser miembros: básicamente Italia, Canadá, Francia, Alemania, Japón, el Reino Unido y los Estados Unidos de América. En pocas palabras, sí estuvo Donald Trump.

Ahí estuvieron, llegaron a acuerdos, conversaron sobre temas que solo ellos conocen y que
comúnmente no divulgan por ser estratégicos. Y después de eso, pues se vino, literal, la bomba: la guerra de misiles entre Israel e Irán.

Entonces Trump se levanta, prácticamente estuvo un día y al día siguiente se va al Consejo Nacional de Seguridad allá en Washington, a tomar decisiones sobre la virtual guerra —o la guerra en marcha— entre Israel e Irán, pero ahora con tintes de una posible intervención directa de Estados Unidos, con amenazas contundentes a los iraníes: que se rindan o serán destruidos. Incluyen advertencias sobre la destrucción de los búnkers donde supuestamente guardan armamento nuclear, y afirmaciones como: “Tenemos el arma secreta, el arma poderosa que no solo puede destruir sus instalaciones, sino también eliminar a su líder y acabar con este problema”. Es decir, barruntos y tormentas de guerra.

Así que, el hecho de que México haya tenido una participación es sumamente interesante. De hecho, fue la primera vez que la presidenta Sheinbaum coincidía cara a cara como jefa de Estado con Donald Trump. Hubiesen podido platicar sobre los problemas comunes que afectan a ambos países: migración, redadas, fentanilo, cárteles, combate al narcotráfico, comercio bilateral, el T-MEC… todos los temas que involucran a ambos jefes de Estado. Pero no se pudo dar. Lo único que hubo fue una llamada —dice la presidenta— de quince minutos, muy agradable. Bueno, ya habrá oportunidad de que se vean frente a frente.

Es interesante porque la presidenta aprovechó la reunión. Le sacó jugo, porque hubo invitados y ella llevó propuestas, no solo los bonitos balones de fútbol con motivos indígenas que le regaló al primer ministro de Canadá. A Trump no alcanzó a regalarle el suyo, pues ya se había ido. Se lo guardarán y se lo darán después. Lo importante es que tuvo la oportunidad de dialogar con varios líderes, sobre todo con el presidente de la India, el país más poblado del mundo, y con la presidenta de la Comunidad Europea, entre otros.

La presidenta hizo una serie de planteamientos adecuados para una red de esta naturaleza. Planteó, por ejemplo, una cumbre para el bienestar. Lamentablemente, cuando uno escucha ese término —“bienestar”— suena ya muy repetido. En México lo tenemos hasta en la sopa, nos lo impusieron desde hace años. Pero plantearlo en el contexto internacional, frente a los países más poderosos del mundo, suena, sinceramente, a “¿what?” ¿Qué significa eso?

Obviamente, ella propone mayor equidad, posibilidades de comercio justo, paz duradera… conceptos atractivos e interesantes para un jefe de Estado. Propuso impulsar el desarme, realizar un cónclave mundial para el bienestar económico y el comercio justo. Pidió una comunidad internacional más equitativa y sostenible. Y uno podría pensar: está bien, tiene lógica.

EFE/Isaac Esquivel

Pero, en mi opinión, cometió un error estratégico: hizo una propuesta como si fuera la líder de todos los países de la CELAC. Y no estoy mezclando peras con manzanas. El G7 son los siete que ya mencioné. El G20, que es el grupo de las veinte economías más poderosas del mundo —incluyendo China y Rusia— es otra cosa, y México forma parte de él. Pero esta no era una reunión del G20. Sin embargo, la presidenta —seguramente por consejo de algún asesor— propuso que se hiciera una cumbre mundial que incluyera a los países de la CELAC.

Eso, si Trump hubiera estado presente, habría causado una controversia del tamaño de “Llorarás”. Porque ahí sí hay problemas serios. ¿Y por qué? Pues porque en la CELAC hay 33 países latinoamericanos, entre los cuales hay tres o cuatro que son abiertamente adversarios —enemigos, literalmente— del G7: Venezuela, Nicaragua y Cuba. Imagínese llevarlos a una cumbre con los países del G7. Si esa cumbre fuera en Estados Unidos, arrestarían a Nicolás Maduro por terrorismo; tiene órdenes de aprehensión vigentes en ese país. Entonces, esa propuesta de incluir a la CELAC estuvo completamente fuera de lugar.

Es como si lo invitan a una boda y de repente usted propone que en vez del grupo musical pongan mariachis, y que en vez de sopa de fideo sirvan sopa de calabaza. La propuesta está fuera de contexto. Los conceptos iban muy bien: bienestar, comercio justo, relaciones internacionales, inversión en México. Pero salir a defender a Venezuela, Nicaragua y Cuba —tres dictaduras descaradas y cínicas— no fue, ni remotamente, sensato. Lamentablemente, seguramente fue una idea sembrada por alguno de sus asesores, con vínculos con el expresidente, que siempre traía ese discurso en la cabeza.

Una lástima, porque la presencia de México en ese escenario, entre la élite de las economías del mundo, era muy valiosa. Pero rematar con una propuesta en defensa de dictadores repudiados mundialmente fue un desatino. No obstante, bien por la presidenta, por sus propuestas, por su presencia como jefa de Estado entre los grandes. Porque México es grande.

Recordemos que somos la catorceava economía del mundo —algunos dicen la doceava— y el Plan México aspira a que seamos la décima. Ahí la llevamos. Pero ya, por favor, quitémonos de la espalda a los cubanos, nicaragüenses y venezolanos… me refiero a sus dictadores. Dejemos de meterles dinero, de subsidiarlos, de pretender que los consideren como si fueran lo que no son: unos tiranos.

En mi opinión, la asistencia de la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, a la Cumbre del G7 en Kananaskis, Canadá, del 15 al 17 de junio de 2025, tuvo una relevancia significativa para la política exterior mexicana, a pesar de la ausencia de Donald Trump, quien abandonó la cumbre de manera anticipada debido al conflicto entre Israel e Irán.

Hay tres conclusiones analíticas sobre la importancia de este hecho:

Fortalecimiento de la presencia internacional de México y diversificación de alianzas: La participación de Sheinbaum en el G7, como la primera presidenta mexicana invitada a este foro, marcó un hito en la diplomacia del país. A pesar de la cancelación de la reunión bilateral con Trump, Sheinbaum aprovechó la cumbre para sostener encuentros con líderes de Canadá, India, Corea del Sur y la Unión Europea, entre otros. Estas reuniones permitieron consolidar lazos económicos y comerciales, especialmente con Canadá, donde se discutieron inversiones y la participación de trabajadores mexicanos en programas agrícolas. Este enfoque diversifica las relaciones de México, reduciendo la dependencia de Estados Unidos en un contexto de tensiones comerciales por los aranceles impuestos por Trump.

Proyección de una agenda global propia con la propuesta de la Cumbre del Bienestar: Sheinbaum utilizó el escenario del G7 para proponer una Cumbre del Bienestar, en colaboración con la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), enfocada en promover la paz y el desarrollo económico global. En este punto debo dejar bien, en claro que estoy totalmente en contra de esa propuesta, ya que incluye los países con dictaduras como Venezuela, Nicaragua y Cuba.

 

Resiliencia diplomática frente a la ausencia de Trump: Aunque la reunión con Trump era un objetivo clave para abordar temas críticos como migración, comercio y el T-MEC, su salida anticipada no impidió que Sheinbaum mantuviera una agenda robusta. Su discurso en el pleno del G7, donde abogó por los derechos de los migrantes y una vida digna, permitió a México mantener una postura firme en temas sensibles, especialmente en el contexto de las políticas migratorias de Estados Unidos. Además, la conversación telefónica posterior con Trump demostró la capacidad de México para adaptar su estrategia diplomática y mantener canales de diálogo abiertos, a pesar de las tensiones y la falta de un encuentro presencial. Incluso hasta resultó invitada a la Casa Blanca próximamente.

Gracias por leerme, que tenga una excelente semana.

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