Por mucho tiempo, las estrategias de desarrollo regional en México han tenido dificultades para trascender más allá del discurso político o los anuncios espectaculares. Sin embargo, el Plan Sonora ha comenzado a posicionarse como una excepción: una propuesta que no solo articula inversión, innovación y sustentabilidad, sino que ha captado la atención de inversionistas internacionales, organismos multilaterales y del propio gobierno federal.
Lo que originalmente fue concebido como un impulso local al sector energético y a la electromovilidad, hoy se proyecta como una apuesta de alcance nacional. Con la llegada de Claudia Sheinbaum al poder, y su insistente referencia al Plan Sonora como inspiración para el llamado “Plan México”, la propuesta del gobernador Alfonso Durazo ha escalado a nuevas alturas. En diversas ocasiones, la presidenta electa ha dejado claro que el modelo sonorense será el eje de una estrategia nacional para la transición energética, la industrialización tecnológica y la soberanía en recursos estratégicos como el litio.
En un país con profundas desigualdades territoriales, ¿puede el modelo sonorense ser replicado exitosamente en otras regiones?. Hay razones para pensarlo. Primero, el Plan Sonora articula una visión de futuro anclada en energías limpias —como la solar—, la producción de semiconductores, el litio y la relocalización industrial (nearshoring). No es casualidad que Estados Unidos y organismos como el Banco Interamericano de Desarrollo hayan expresado interés: se trata de sectores estratégicos en el reacomodo económico global.
Pero también hay elementos que llaman a la cautela. Sonora es un estado con condiciones geográficas, políticas y sociales particulares: su frontera con Estados Unidos, su potencial solar, y un entorno político alineado a la federación han facilitado la coordinación de esfuerzos. ¿Podría replicarse ese entorno en regiones con menor infraestructura o con conflictos políticos internos? ¿Se está diseñando una política pública incluyente que asegure que los beneficios del modelo lleguen a las comunidades y no solo a las empresas?
El reto es enorme. Si el Plan Sonora quiere ser modelo nacional, deberá demostrar no solo rentabilidad económica, sino sostenibilidad social y transparencia. Que no quede como una vitrina de proyectos, sino como una plataforma real de bienestar y transformación territorial. El próximo sexenio será crucial: si el Plan México, nutrido por la experiencia de Sonora, logra pasar la prueba de la implementación y los resultados concretos, podríamos estar ante el nuevo paradigma del desarrollo mexicano.
“Continuaremos trabajando en el Plan Sonora, que permitirá la explotación de litio y la atracción de empresas que producen vehículos eléctricos. Queremos que Sonora sea líder en el desarrollo de baterías y vehículos eléctricos, no solo en México, sino a nivel global.” -Claudia Sheinbaum
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