PILAR POLÍTICO | La prematura desesperación política: una estrategia fallida

HomeCOLUMNAS

PILAR POLÍTICO | La prematura desesperación política: una estrategia fallida

Alberto Vazquez.- Huatabampito

Por Jesús Donaldo Guirado

En el fragor de la contienda electoral que, aunque pretérita en su arranque, se avizora inexorable, se percibe una desaforada desesperación por parte de aquellos que, con vehemencia desmedida, buscan instaurarse en la palestra política. No hay mayor falacia que suponer que una exposición temprana garantiza el beneplácito popular; por el contrario, quienes hoy se exponen con premura corren el riesgo de ser vilipendiados y, en un abrir y cerrar de ojos, defenestrados del escenario político.

La historia nos ha demostrado que la desesperación es una consejera perniciosa. En los comicios, la guerra sucia rara vez es una estrategia fecunda, pues genera un encono irreconciliable. Mejor sería, para quienes aspiran a ocupar escaños, optar por una guerra fría, un ajedrez estratégico donde la pulcritud en el discurso y la pertinencia de las propuestas primen sobre la estridente maledicencia.

Un claro paradigma de lo que no debe hacerse lo encarna Morena, donde la contienda intestina parece haber desbancado la unidad ideológica. En este partido, “el que no te mete el pie, te empuja”; una frase que encapsula la pugna interna que carcome su cohesión y lo sume en una vorágine de desavenencias. A pesar de ser un partido que aboga por la colectividad, sus adeptos se encuentran en una permanente vendetta, como si fueran parte de una caterva disgregada, olvidando que su fortaleza yace en la cohesión con sus aliados naturales: el Partido del Trabajo y el Partido Verde.

Contraponiéndose a este desorden, el alcalde de Álamos, Samuel Borbón, funge como un ejemplo de magnanimidad y rectitud política. En vez de avocarse a un proselitismo irreflexivo, ha optado por fincar su legado en la labor concreta y el beneficio tangible de su grey política. Con una inversión de 15.7 millones de pesos, el gobernador Alfonso Durazo Montaño, en conjunto con la Unión Ganadera Regional de Sonora (UGRS), ha impulsado la adquisición de maquinaria que fortalecerá la infraestructura rural de la región. Esta acción, que podría parecer discrecional, tiene un carácter toral: la rehabilitación de 1,200 kilómetros de caminos de terracería y el impacto directo en la calidad de vida de cientos de familias.

La sinergia entre Borbón y el mandatario estatal se traduce en hechos concretos, no en una perorata hueca de promesas difusas. En esta misma línea de acción destaca Alberto Vázquez Valencia, otro edil que ha optado por una gestión con una clara visión de futuro. La revitalización del Malecón de Huatabampito es un testimonio de su compromiso con el desarrollo turístico y económico de la región. Mientras otros dilapidan su capital político en reyertas estériles, él lo invierte en generar condiciones propicias para la inversión y la prosperidad.

En Navojoa también se ha estado trabajando para el beneficio local. Uno de los principales logros ha sido la mejora del parque acuático del DIF, una iniciativa que no solo ha embellecido este espacio de recreación, sino que además lo ha convertido en un entorno más inclusivo y seguro para los navojoenses. Estas acciones, que parecen menores en comparación con los grandes proyectos de infraestructura, tienen un impacto directo en la calidad de vida de las familias, permitiendo que la comunidad goce de espacios de esparcimiento dignos y accesibles para todos.

Es imperativo que los actores políticos comprendan que la política no es una carrera de velocidad, sino una maratón. Aquellos que sucumben a la impaciencia, que se exponen sin una estrategia bien delineada, solo logran desgastarse antes de tiempo, convirtiéndose en figuras efímeras en la arena pública. La historia está repleta de estos nombres, otrora promisorios, hoy relegados al olvido.

En la travesía rumbo a 2027, la prudencia, la consistencia y la labor tangible deberán ser los pilares de quienes aspiren a trascender. La política no es un ring de boxeo, sino un tablero donde la paciencia y la estrategia determinan quién se erige victorioso en la historia.

No obstante, las sombras del autoritarismo y la iconolatría siguen permeando la praxis política en algunos sectores. Hay quienes pretenden instaurar una hegemonía donde la discrepancia es vista como una afrenta, olvidando que la democracia se nutre del disenso y la intersubjetividad. La política, en su esencia, es un campo de ideas en pugna, no un feudo donde los déspotas dictan la narrativa a su antojo.

Resulta entonces menester que la ciudadanía ejerza un escrutinio constante sobre sus representantes. No basta con aplaudir obras o anuncios grandilocuentes; se requiere una fiscalización irrestricta y una participación activa que impida que la historia política de nuestra nación se siga escribiendo con los mismos vicios de otrora. De no hacerlo, el ciclo de la estulticia política continuará su inexorable curso, relegando a la sociedad a un estado de permanente desencanto.

La debacle de muchas administraciones políticas no ha sido la falta de recursos, sino la falta de voluntad para administrar con pulcritud y transparencia. La prodigalidad en el gasto, sumada a la inoperancia burocrática, ha sido una laceración para el desarrollo del país. Pero no todo está perdido: hay líderes que han demostrado que es posible gobernar con eficiencia sin caer en el estruendo de la propaganda vana. Es a esos liderazgos a los que debemos mirar, pues allí radica la esperanza de un porvenir venturoso.

COMMENTS

WORDPRESS: 0
DISQUS: