Por Luis Fernando Heras Portillo
Desarrollador de Negocios
Las metas del Plan México son variadas y dispersas. No digo que no sean interesantes o importantes, pero considero que les falta enfoque. Es una opinión personal y profesional, más desde mi perspectiva como empresario que como académico.
Por ejemplo, la meta de pasar de ser la economía número 12 en el mundo a ocupar el puesto 10 es algo medible, tangible y que se podrá evaluar tanto a nivel nacional como internacional.
Aspirar a una mejor posición en el ranking global de economías implica crecimiento económico, bienestar social, combatir la inflación, reducir la pobreza y mejorar como nación. Estar en el top 10 es una meta ambiciosa, pero muy interesante.
Lograrlo, sin embargo, requiere resultados contundentes, y estos, particularmente en la generación de riqueza, provienen de la iniciativa privada, no del gobierno. Es importante recordar que el gobierno recauda impuestos y los destina a programas sociales y al mantenimiento de las empresas estatales. Por ello, el Plan México busca estimular la inversión privada en el país, promoviendo una economía mixta en la que los recursos y conocimientos de los empresarios complementen las acciones gubernamentales. Esto incluye apoyar a empresas como Pemex y la CFE, que, como monopolios estatales, tienen la responsabilidad de ofrecer licencias, permisos y desarrollar infraestructura estratégica, mientras la inversión privada genera utilidades y expande las capacidades productivas.
Otra meta destacable del Plan México es elevar la proporción de inversión respecto al PIB por encima del 25%. Es una meta ambiciosa y cuestionable, pues el gobierno no puede alcanzarla por sí solo. Se necesitará atraer inversión extranjera directa, estimada en 270 mil millones de dólares en los próximos cinco o seis años, lo cual dependerá en gran medida de las condiciones internacionales y la capacidad del país para incentivar este flujo de capital.
Una de las metas que más me entusiasma es la número 8: reducir el tiempo promedio para realizar trámites de inversión en México de 2 años y 6 meses a un solo año. Es curioso y lamentable que se reconozca que, actualmente, abrir una empresa extranjera en México toma 30 meses. Este cambio es crucial, ya que simplificar los trámites, reducir la corrupción y agilizar procesos burocráticos son pasos necesarios para el desarrollo. La digitalización y el uso de inteligencia artificial serán fundamentales para lograrlo.
Con más de 15 años de experiencia trabajando con empresas transnacionales que se han instalado en México, puedo afirmar que el tiempo es siempre un factor determinante. Proyectos como desarrollos turísticos, plantas industriales o minas requieren estudios, permisos y regulaciones que, aunque necesarios, a menudo se ven ralentizados por la burocracia y prácticas corruptas. Reducir los tiempos y garantizar transparencia no solo es factible, sino vital para atraer más inversión.
En cuanto al turismo, la meta número 12 del Plan México busca posicionar al país como uno de los cinco destinos más visitados del mundo. México ya es una potencia turística gracias a sus playas, zonas arqueológicas, museos y una riqueza cultural e histórica única. Sin embargo, lograr esta meta dependerá de cuidar los detalles.
Legislaciones como el cobro de 800 pesos a turistas que desembarcan de cruceros son contraproducentes, pues desalientan el turismo en lugar de fomentarlo. El turismo depende no solo de nuestras maravillas naturales y culturales, sino también del boca a boca. Los extranjeros que visitan México y tienen una experiencia positiva se convierten en embajadores de nuestros destinos.
Para ello, es fundamental garantizar la seguridad pública y erradicar la violencia y la delincuencia que afectan ciertos destinos turísticos. Los turistas buscan lugares para descansar, relajarse y disfrutar, no sitios donde se sientan en peligro. Detalles como estos son los que debemos atender si queremos que México sea un destino atractivo y recurrente para los visitantes internacionales.
El éxito del Plan México dependerá de su capacidad para articular estas metas ambiciosas con acciones concretas, garantizar transparencia, y promover un entorno donde la iniciativa privada y las políticas públicas trabajen de la mano para posicionar a nuestro país como líder en economía y turismo a nivel mundial. Saludos.
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