Texas Y Arizona Grandes Nuevos Jugadores En El Nearshoring | Sonora Star

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Texas Y Arizona Grandes Nuevos Jugadores En El Nearshoring | Sonora Star

Por Luis Fernando Heras Portillo

En los últimos años, el fenómeno del nearshoring ha cobrado gran relevancia en el panorama económico global. La reubicación de empresas, principalmente norteamericanas, de Asia a países más cercanos, como México o Estados Unidos, ha transformado las dinámicas comerciales. Sin embargo, mientras Estados Unidos ya está tomando medidas concretas, México parece estar perdiendo terreno frente a sus vecinos del norte. 

En este contexto, el estado de Arizona, con una inversión de más de 35 mil millones de dólares, y Texas, con una inversión anunciada de 15 mil millones de dólares, están consolidándose como los grandes beneficiarios de este fenómeno. Ambos estados han comenzado a desarrollar mega parques industriales con infraestructura de primer nivel, destinados a atraer empresas que buscan relocalizarse, ya sean norteamericanas, mexicanas o extranjeras. Esta iniciativa no solo busca fortalecer sus economías locales, sino también convertirse en los principales destinos para las empresas que actualmente operan en Asia.

Arizona, con su única frontera con el estado de Sonora en México, ha dado un paso significativo al iniciar obras que tienen como objetivo captar empresas tanto mexicanas como estadounidenses. Estas empresas buscan alternativas más cercanas a sus mercados de origen, y Arizona, con su inversión millonaria, se posiciona como un destino ideal. Texas, por su parte, está siguiendo una estrategia similar, con una ventaja adicional: su frontera con cuatro estados mexicanos (Tamaulipas, Coahuila, Nuevo León y Chihuahua), lo que le otorga una mayor capacidad de captar inversiones en la región fronteriza. 

La estrategia de Texas incluye no solo la construcción de parques industriales, sino también el otorgamiento de incentivos fiscales y facilidades que resultan altamente atractivas para los inversionistas. Estos parques industriales no son meros proyectos, son realidades en construcción, lo que les da una ventaja considerable frente a las promesas y anuncios que se han realizado en México.

Mientras tanto, en México, las promesas de megaproyectos industriales y corredores comerciales como el Tren Transístmico (que busca conectar los puertos de Veracruz y Salina Cruz) no han logrado materializarse de manera concreta. A pesar de que se anunció la construcción de diez polos de desarrollo industrial, hasta el momento no se ha visto ningún avance significativo. El “Mexican Moment”, esa idea de que México estaba listo para capitalizar el fenómeno del nearshoring, parece estar perdiendo fuerza. 

El estado de Nuevo León, con la llegada de Tesla y la promesa de nuevas inversiones, parecía ser una luz en este panorama. Sin embargo, muchos observadores ahora interpretan esos anuncios como más políticos que reales. La falta de avances concretos, la inseguridad jurídica y la incertidumbre sobre las reformas judiciales están generando dudas entre los inversionistas extranjeros. En este sentido, mientras Estados Unidos está tomando medidas prácticas, México parece estar atrapado en discusiones políticas y promesas vacías.

El fenómeno del nearshoring no es solo una cuestión económica, sino también geopolítica. La rapidez con la que las economías globales reaccionan a los cambios en el comercio internacional obliga a los países a adaptarse de manera ágil y efectiva. Estados Unidos ha respondido de inmediato con inversiones tangibles en infraestructura y estímulos fiscales para captar a las empresas que buscan reubicarse. En contraste, México ha tardado en reaccionar y, en muchos casos, parece estar perdiendo la oportunidad de capitalizar este fenómeno.

Un claro ejemplo de esta falta de acción es la dependencia de México del gas y la gasolina que provienen de Estados Unidos, especialmente de Texas. México no solo depende del gas para sus proyectos industriales, sino también para su consumo energético diario. En caso de que Estados Unidos decidiera interrumpir el suministro de gas o gasolina, México se encontraría en una situación extremadamente vulnerable. A pesar de los esfuerzos por construir gasoductos y plantas de licuefacción de gas, como la planta LNG en Puerto Libertad, Sonora, aún existe una gran dependencia del suministro estadounidense.

Uno de los principales problemas que enfrenta México es la tendencia a politizar fenómenos como el nearshoring. Mientras que Estados Unidos ha adoptado un enfoque pragmático y orientado a resultados, México sigue atrapado en discusiones políticas internas. La aprobación de reformas judiciales, la discusión sobre el nuevo gabinete y las disputas sobre el presupuesto distraen de la verdadera tarea: generar certidumbre y seguridad para los inversionistas.

La acción es lo que verdaderamente importa en el mundo de los negocios. Como se ha demostrado en los casos de Arizona y Texas, más allá de los anuncios y promesas, es la construcción de infraestructura y la creación de condiciones favorables para las empresas lo que atraerá inversiones. En México, las palabras y las promesas han superado a los hechos. Mientras tanto, los inversionistas extranjeros ven con mayor interés los parques industriales que ya están en marcha en Estados Unidos.

A pesar de los desafíos que enfrenta México, aún hay esperanza de que el país pueda capitalizar el fenómeno del nearshoring si toma las medidas adecuadas. La propuesta de la futura presidenta de México de construir 100 parques industriales podría ser un paso en la dirección correcta. Sin embargo, el tiempo es esencial. Para cuando esos parques estén terminados, Arizona y Texas ya habrán completado sus proyectos y estarán listos para recibir a las empresas que buscan relocalizarse.

La clave para México es actuar con rapidez y eficacia. No se trata solo de hacer anuncios y promesas, sino de generar resultados tangibles que den confianza a los inversionistas. Esto incluye no solo la construcción de infraestructura, sino también la garantía de seguridad jurídica y la creación de un entorno favorable para los negocios. México no puede darse el lujo de perder más tiempo en discusiones políticas. El nearshoring es una oportunidad que no durará para siempre, y los países que actúen con rapidez serán los que se beneficien.

En conclusión, mientras Estados Unidos avanza con decisiones concretas, México debe entender que los negocios no se manejan con promesas políticas, sino con acciones reales. El nearshoring no es un tema de política, es un tema de economía, y México debe adaptarse si quiere seguir siendo un competidor en el panorama global.

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