Alito Moreno, la hecatombe del PRI | Monitor por Alan Castro

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Alito Moreno, la hecatombe del PRI | Monitor por Alan Castro

Alito Moreno, la hecatombe del PRI

Por Alan Castro

En diferentes etapas de la historia política del país, el Revolucionario Institucional ha superado diversas crisis, si bien podríamos decir que ha sabido adaptarse a los tiempos, se ha llevado consigo un desgaste significativo, pasando de ser el partido hegemónico durante setenta años, a reducirse a ser la tercera fuerza a nivel nacional actualmente.

Sin lugar a dudas, el PRI vive hoy la peor crisis en su historia y en todos los sentidos, me refiero al aspecto político, social y electoral, perdiendo incluso su identidad ideológica, su prestigio y confianza ante la ciudadanía, y por supuesto, teniendo los resultados electorales más catastróficos en los últimos treinta años que han ido a la debacle en las urnas.

La hecatombe del PRI tiene nombre y apellido, se llama Alejandro Moreno Cárdenas, quien desde este momento ya se podría calificar como el peor presidente que ha tenido el partido en su historia, tanto en términos cualitativos como cuantitativos, llevando al tricolor a una espiral de malas decisiones que los han hundido en una profunda crisis.

 

Primeros movimientos telúricos

Luego del tsunami electoral en contra del PRI y los partidos tradicionales en el 2018, que permitió la llegada de Andrés Manuel López Obrador a la presidencia de la república, se habló en el tricolor de una urgente renovación e incluso refundación del mismo, pues se pronosticaba una catástrofe de mayores dimensiones si se seguía por el mismo camino.

Es así como en el 2019, tras una accidentada renovación de la dirigencia llegaba Alejandro Moreno Cárdenas a la presidencia del Comité Ejecutivo Nacional del PRI, trayendo consigo un cuestionado proceso interno y la latente división del partido que se había caracterizado siempre por la institucionalidad, su disciplina y la sumisión ante sus líderes.

Eso era tan solo un aviso de lo que se venía en el Partido Revolucionario Institucional, que al momento de la llegada de Alito Moreno gobernaba un tercio de las entidades del país, encabezadas por el Estado de México, Coahuila, Sonora, Sinaloa, Zacatecas, San Luis Potosí, Tlaxcala, Guerrero, Hidalgo, Colima y Campeche, tierra de Alito.

 

Sismos electorales a la vista

El primer proceso que a Alejandro Moreno Cárdenas le tocó enfrentar como dirigente nacional, fueron dos elecciones locales en Coahuila e Hidalgo, cuyos resultados obedecían más a una realidad regional que nacional, creando un espejismo electoral para el priísmo, mismo que se resquebrajaría en mil pedazos en los años consecuentes.

Para las elecciones federales del 2021, que si bien comprendió votaciones locales en todos los estados, también se disputaron 15 gubernaturas, donde Morena ganó en once entidades, Acción Nacional en dos, además de Movimiento Ciudadano y el Partido Verde Ecologista en un estado cada uno de los partidos.

Sin embargo, el PRI no obtuvo ninguna gubernatura y lo que es peor, perdió siete entidades donde gobernaba, comenzando con su estado natal Campeche, Colima, Guerrero, San Luis Potosí, Sinaloa, Sonora y Zacatecas. Quedándose solamente con los estados de Coahuila, Hidalgo, Estado de México y Oaxaca de cara a las elecciones del 2022.

 

El desmoronamiento del tricolor

Este año, se disputaron seis gubernaturas, ganando Morena cuatro y el PAN encabezando la alianza solamente dos, mientras que el PRI de Alito Moreno perdió en Hidalgo y Oaxaca, quedándose así con solo dos gubernaturas actualmente, Coahuila y Estado de México, mismas que tendrán su proceso de elección el próximo año del 2023.

Cabe mencionar que dichas gubernaturas que hoy ostenta el PRI, según las tendencias electorales es muy probable que cambien de partido el próximo año, contemplando el gobierno del Estado de México, el cual simbólicamente representa el bastión tricolor y en términos electorales uno de los estados más numerosos.

Ambos estados, Edomex y Coahuila nunca han sido gobernados por otro partido que no sea el PRI, y de perderse el partido pasaría en solo cuatro años de dirigencia de Alejandro Moreno Cárdenas, de gobernar once estados a no gobernar ninguno, arrojando al tricolor a un vacío electoral que pondría en riesgo su registro de cara a las elecciones del 2024.

 

Terremoto político de gran proporción 

Pero no solamente es la divisoria política interna y los desastrosos resultados electorales los que ha caracterizado la presidencia de Alejandro Moreno Cárdenas, sino sus decisiones que van desde hacer plurinominal a todos sus allegados, como también imponerlos en candidaturas y dirigencias partidistas, además de sectores y organizaciones.

Y si bien este es un mal que podría perseguir a todos los ex presidentes del CEN del PRI, la política fuera del partido es lo que lo ha llevado al partido al margen del precipicio, el negociar con el gobierno federal y poner en riesgo la alianza con el PAN, le orillaron a finalmente llevarle las contras a Andrés Manuel López Obrador en la reforma eléctrica.

Luego de esta decisión, se filtraron audios de Alito Moreno como gobernador de Campeche y ya como dirigente priísta, evidenciando posibles delitos electorales y actos de corrupción que dieron pie a una serie de denuncias ante la Fiscalía General de la República, por lo cual en breve podría estar enfrentando un proceso penal en su contra.

Por si fuera poco, el dirigente nacional del PRI a través de unos audios, salieron a la luz pública unas conversaciones, pero sobre todo su pensamiento retrograda y peligroso contra la prensa y los periodistas, en un contexto nacional de encono y polarización hacia los medios de comunicación, y un ambiente violento contra quienes ejercen el periodismo.

 

Más temblores y réplicas regionales

Aunado al desprestigio de Alito Moreno y del propio PRI, además de las derrotas electorales y el evidente centralismo, desde la cúpula priísta ha emprendido una serie de mecanismos antidemocráticos para seguir manteniendo el control en algunos estados de la república, como lo pretende hacer en estos momentos en la dirigencia priísta de Sonora.

Por medio del delegado del CEN del PRI han generado un proceso de renovación viciado de origen, donde lejos de privilegiar los acuerdos y buscar el consenso, han generado una marcada división en el priísmo sonorense con base a destituciones e imposiciones en sectores y organizaciones del partido, y por supuesto para la dirigencia del partido.

La intromisión de la dirigencia nacional en la renovación estatal ha sido evidente, al grado de tumbar a una fórmula rumbo a la elección de consejeros, método de selección elegido incluso antes de lanzar la convocatoria, misma que contemplaba varios candados nacionales que evidentemente llevaban dedicatoria para favorecer a una fórmula.

 

El cataclismo de Alito Moreno

Si se consuma esta imposición en Sonora, se podría originar un éxodo sin precedentes de militantes del PRI hacia otros partidos políticos, pero los priístas sonorenses no son los únicos inconformes al interior del instituto político, sino varias corrientes al interior del tricolor quienes exigen una necesaria renovación de toda la dirigencia nacional.

Corrientes de opinión al interior del PRI, gobernadores actuales y ex presidentes del partido se han manifestado en contra de la continuidad de Alito Moreno, pero lejos de reconocer sus errores y hacerse a un lado ante la profunda crisis del partido, se aferra a los muros de una institución que ha llevado a la ruina y hoy solo quedan vestigios de lo que fue.

El cataclismo del PRI, es más que latente de cara al próximo proceso electoral, donde hay inexistentes posibilidades de competir por la presidencia de la república, aunque Moreno Cárdenas siga con su obsesión de ser candidato, lo cual sí sería un suicidio de su agonizante carrera política y la muerte prematura del revolucionario institucional. Catatumbo.

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