Por Jesús Donaldo Guirado
En un panorama político donde otrora la juventud era tratada como una caterva marginal, relegada a la penumbra de los discursos vacuos, emerge la figura del senador Heriberto Aguilar, un actor que ha decidido no soslayar —como tantos otros— la potencia transformadora de las nuevas generaciones. Su aproximación no obedece a una pretensión efímera ni a un proselitismo político de ocasión, sino a una estrategia toral que revela una comprensión intersubjetiva del México que se está configurando.
Aguilar, desde su escueto pero significativo escaño en la Cámara Alta, ha mostrado una energía que exuda vitalidad juvenil, sin abdicar de la pulcritud institucional ni del respeto intrínseco a su investidura. Es, verbigracia, uno de esos raros casos donde la cúspide de la experiencia dialoga con el ímpetu de quienes apenas comienzan a transitar las rúas de la vida pública. Allí, entre corrillos y tertulios, el senador se muestra como un conspicuo interlocutor capaz de aglutinar ideas y fecundar iniciativas.
En cada encuentro con jóvenes —que para otros políticos representan un segmento fácil de desbancar o manipular— Aguilar ha instaurado dinámicas que, lejos de inflamar expectativas vacías, buscan escuchar con atención cada inquietud, cada problema, cada proyecto. Lo hace sin artificio ni zalamería: escucha en corto, sopesando con rigor, y desde ahí impulsa propuestas que no trastocan los lineamientos de Morena, sino que, por el contrario, los fortalecen con una visión endógena y renovadora.
La transformación nacional, reconoce Aguilar, no puede sostenerse sobre un feudo envejecido ni sobre la estolidez burocrática que históricamente ha marginado a la juventud. “Las juventudes —ha dicho— son el pilar del movimiento”, una afirmación que no se queda en la retórica. Con ellas dialoga sobre reformas trascendentales: vivienda con orientación social, becas y pensiones constitucionalizadas, así como un Estado que prioriza, indubitablemente, al pueblo.
En tiempos donde la política suele exponerse a la maledicencia y al estridente encono, Aguilar ha decidido caminar por una senda distinta. No amaina su paso ni claudica ante la animadversión de quienes ven en la juventud una amenaza o una molestia que conviene procrastinar. Para él, los jóvenes no son una masa amorfa: son una generación pensante, propositiva, capaz de dirimir discrepancias con convicción y de aportar soluciones donde otros solo ven obstáculos.
Así, el senador está desempolvando y rescatando a quienes jamás habían tenido oportunidad de incursionar en la vida pública. Los convoca con un beneplácito sincero, los acompaña, y en ese acto magnánimo permite que la política vuelva a tener un rostro humano, lejos de la abyección grotesca y más cercana a un porvenir venturoso.
Heriberto Aguilar ha entendido algo que muchos han preferido ignorar: la transformación no se hereda a priori; se construye, se revisa, se nutre y se impulsa a posteriori con una juventud que no quiere ser espectadora, sino protagonista. Y en esa vorágine de ideas y aspiraciones, el senador se mantiene imperturbable, consciente de que el futuro —como tantas veces en la historia— pertenece a quienes se atreven a pensar y actuar con convicción.
Claro, en fechas recientes su actividad pública había amainado, en un gesto de respeto irrestricto frente al lamentable acto ocurrido en Hermosillo; una pausa que, lejos de menguar su presencia, revela la pulcritud moral y la fina estatura humana que lo caracterizan. Ese compás de silencio exhibe sus valores intrínsecos, su empatía y su calidad magnánima. No obstante, su retorno es inexorable: llegará —indubitablemente— con una fuerza renovada, henchida de convicción y propósito, mucho más robusta que la que ya exuda en su quehacer cotidiano.

Alberto Elias y Luz Argel Gaxiola.- Mercado Municipal
Un mercado que renace: la reapertura que redefine la gobernanza local
En Navojoa, donde la dinámica comunitaria suele latir con la intensidad de sus tradiciones, la reapertura del mercado municipal “Manuel Ávila Camacho” no es un hecho menor. Representa, más bien, un punto de inflexión en la forma en que el gobierno local ejerce su responsabilidad pública. Tras varios días de trabajos exhaustivos y una pausa necesaria para garantizar la seguridad, el alcalde Jorge Alberto Elías Retes oficializó el retorno a la actividad en este histórico centro de abastecimiento, una decisión que conjuga prudencia, liderazgo y compromiso social.
Lo que se vio en el recorrido no fue una simple supervisión: fue la constatación de un esfuerzo coordinado entre Protección Civil Estatal y Municipal, cuyos dictámenes motivaron reparaciones torales que ya eran insoslayables. Acompañado por su esposa y presidenta del DIF, Luz Argel Gaxiola de Elías, así como por regidores y personal operativo, el presidente municipal recorrió pasillos, verificó áreas y, como gesto simbólico, hizo sonar la emblemática “sirena” que por años ha sido parte de la identidad del mercado. Una señal clara de reactivación tras nueve días de cierre.
Los locatarios, sorprendidos y entusiastas, expresaron su beneplácito por la intervención urgente del ayuntamiento. No se trató de un simple retoque, sino de la atención a fallas que podían comprometer la integridad de comerciantes y clientes: sistemas eléctricos en deterioro, tejabanes colapsados, cornisas vulnerables y tanques de gas que pedían —desde hace tiempo— ser sustituidos. Era un escenario que ya no admitía soslayo.
El alcalde, con franqueza y mesura, explicó que más de 3 millones de pesos se invertirtieron de manera emergente, movilizando a cerca de cien personas en labores simultáneas. Una operación colosal que se suma al apoyo del Gobierno Estatal, encabezado por Alfonso Durazo Montaño, quien ha manifestado su interés explícito en mejorar la infraestructura de todos los mercados públicos de Sonora. Su respaldo, sin duda, se alinea con una visión de modernización que permite que estos espacios —tan vitales para la economía comunitaria— se mantengan seguros y funcionales.
La lista de mejoras no es menor: instalación de extintores y capacitación para su uso, detectores de humo, limpieza profunda del edificio, nuevos tanques estacionarios de gas LP, señalización de rutas de evacuación, la construcción de un amplio tejaban, una nueva cornisa en proceso y, por supuesto, la fase final de rehabilitación del sistema eléctrico general. Todo bajo la supervisión estricta de Protección Civil, cuya participación ha sido determinante para garantizar que el mercado resurja de manera ordenada y segura.
En tiempos donde la ciudadanía exige más que discursos, acciones como esta adquieren un valor especial. La reapertura del mercado municipal no es solo el restablecimiento de un espacio comercial: es la reafirmación de una administración local que entiende su papel y actúa con prontitud, sensibilidad y sentido de responsabilidad. Un gobierno que reconoce que la seguridad no es negociable y que la infraestructura digna es, siempre, un derecho de la comunidad.



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