SONORA STAR | El Silencio Blanco: El Cáncer que Viaja en la Grasa de Ballena

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SONORA STAR | El Silencio Blanco: El Cáncer que Viaja en la Grasa de Ballena

  • Un análisis profundo sobre cómo los contaminantes industriales viajan hasta el Ártico, afectan la salud de los pueblos inuit y revelan una injusticia ambiental global.

Por Luis Fernando Heras Portillo 

Cuando el hielo guarda veneno 

En el imaginario global, el Ártico es un paraíso blanco, lejano a las chimeneas, autopistas y vertederos del mundo industrial. Sin embargo, los datos científicos cuentan otra historia incómoda: sobre los cuerpos de las familias inuit se está escribiendo uno de los capítulos más brutales de la contaminación global.

Durante milenios, los pueblos inuit han sobrevivido con una dieta basada en mamíferos marinos —ballena, foca, morsa, beluga— rica en grasa y proteína, perfectamente adaptada a un clima extremo. Esa grasa era sinónimo de vida: calor, energía, vitaminas, identidad cultural.

Hoy, una parte importante de esa misma grasa se ha convertido en un vehículo de contaminantes industriales —PCB, dioxinas, pesticidas, mercurio— que fueron liberados a miles de kilómetros de distancia y que, a través de complejos procesos atmosféricos y oceánicos, terminaron depositados en el hielo, el mar y la cadena alimenticia ártica.

Esta es la paradoja:

Uno de los lugares aparentemente más prístinos del planeta se ha convertido en una de las despensas más contaminadas para quienes dependen de él para vivir.

Fuentes consultadas para esta sección:

Evaluación sobre salud humana en el Ártico, que documenta exposiciones elevadas a contaminantes persistentes en pueblos indígenas del norte. 

Revisión sobre el efecto de “destilación global” o grasshopper effect, que explica cómo los contaminantes viajan desde latitudes templadas hasta el Ártico. 

  1. La paradoja del Ártico: desierto blanco, ecosistema contaminado 

2.1. De las fábricas al hielo: la “destilación global”

Muchos contaminantes orgánicos persistentes (COP / POPs) —como los PCB, DDT y otras sustancias prohibidas o restringidas— son volátiles y muy persistentes. Se evaporan en zonas más cálidas, viajan por la atmósfera y, al llegar a regiones frías como el Ártico, se condensan y depositan en nieve, hielo y agua. Este proceso es conocido como “destilación global” o efecto saltamontes (grasshopper effect).

Aunque en el Ártico casi no se usaron ni produjeron estos productos, diversos estudios han encontrado concentraciones elevadas de COP en el aire, el agua, los suelos y los animales marinos de la región.

2.2. Bioacumulación y biomagnificación: por qué la grasa importa tanto

Los COP son lipofílicos: se disuelven y almacenan en la grasa, no en el agua. Por eso, en una cadena alimenticia:

El plancton y pequeños organismos marinos absorben pequeños niveles de contaminantes.

Los peces se comen ese plancton (y acumulan más).

Las focas, morsas o ballenas comen grandes cantidades de peces.

Los humanos, en la cima de esa cadena, comen grasa y órganos de mamíferos marinos.

En cada eslabón, la concentración se multiplica (biomagnificación). Informes del Consejo Ártico indican que los niveles de COP son particularmente altos en depredadores superiores como focas y osos polares, y finalmente en los humanos que los consumen.

La misma grasa que permitió a los mamíferos marinos sobrevivir al frío se convierte en un “banco” de contaminantes de décadas de actividad industrial.

Sobre la cifra “100 veces más PCB en grasa de foca que en grasa de vaca”:He buscado específicamente comparaciones cuantitativas directas entre grasa de foca ártica y grasa de ganado europeo y no he encontrado un estudio que confirme ese factor exacto de “100 veces”. Puedo afirmar con seguridad que:

La literatura científica sí muestra que los niveles de COP en mamíferos marinos árticos son mucho más altos que en animales terrestres de zonas templadas. No puedo confirmar esto en cuanto al valor numérico concreto de “100 veces más PCB por gramo”, porque no encontré una comparación directa con esa magnitud en estudios revisados por pares.

Fuentes consultadas para esta sección:

Hoja informativa sobre POPs en el Ártico, que destaca la fuerte bioacumulación en cadenas tróficas marinas y en depredadores superiores. Análisis del “grasshopper effect” como mecanismo de transporte a larga distancia de estos contaminantes hacia el Ártico. 

  1. De la grasa de ballena al cuerpo inuit 

La dieta tradicional inuit —a menudo llamada country food— se basa en mamíferos marinos, peces y otras especies silvestres. Esta dieta es, a la vez:

Altamente nutritiva (rica en omega-3, vitaminas A y D, hierro, etc.).

La principal vía de exposición a COP y metales pesados como el mercurio. Estudios realizados en Groenlandia, Canadá y Alaska muestran que las personas que consumen más carne y grasa de mamíferos marinos presentan niveles significativamente más altos de PCB, mercurio y otros contaminantes en sangre, en comparación con quienes siguen dietas más “occidentales”.

Ni4. El cáncer que no tenía nombre: salud inuit bajo asedio 

4.1. Cáncer y enfermedades crónicas

La situación de cáncer entre poblaciones inuit es preocupante y compleja. Estudios comparativos para Alaska, Canadá y Groenlandia muestran que:

La incidencia de cáncer de pulmón en comunidades inuit puede ser varias veces más alta que en las poblaciones nacionales de referencia, en parte por tasas de tabaquismo muy elevadas (alrededor del 60–65% en algunos estudios).

También se observa un mayor riesgo de ciertos tipos de cáncer (como pulmón, hígado, nasofaringe y colon) respecto a promedios mundiales y nacionales.

Sin embargo, la relación exacta entre contaminantes y tipos específicos de cáncer es científicamente compleja. Algunos estudios en mujeres inuit han encontrado que:

Niveles más altos de ciertos POPs (incluidos compuestos perfluorados y PCB) podrían asociarse con un mayor riesgo de cáncer de mama, a través de mecanismos de disrupción hormonal.

Sobre la afirmación “tasas 10 veces superiores”:Revisando estudios sobre incidencia y mortalidad de cáncer entre pueblos inuit:

Se encuentran incrementos importantes (2x, 3x, a veces más, dependiendo del tipo de cáncer y la región).

No puedo confirmar esto para una afirmación uniforme de “10 veces superiores” en cáncer de hígado, mama, pulmón y esófago frente al promedio de Canadá o Dinamarca. Los datos muestran aumentos significativos pero variables según tipo de cáncer, época y región.

Lo que sí es claro y verificable:

Los pueblos inuit soportan una carga desproporcionada de cáncer y otras enfermedades crónicas, influida por una combinación de factores: dieta, tabaquismo, infecciones, desigualdades socioeconómicas, acceso a servicios de salud y exposición a contaminantes.

4.2. Mercurio, PCB y leche materna: el silencio en la cuna 

A inicios de los años 90, investigaciones en Quebec y Nunavik identificaron niveles muy altos de PCB y otros COP en la leche materna de mujeres inuit, comparados con mujeres del sur de Canadá. Algunos estudios señalaban:

Niveles de COP (como DDE, PCB) en leche materna entre 4 y 10 veces más altos que en mujeres del sur.

En ciertos estudios, niveles de PCB en leche materna casi cinco a siete veces más altos que en madres de Quebec meridional.

En cuanto a la proporción de mujeres por encima de “umbrales de preocupación” para PCB en sangre:

En Nunavik, un informe de salud pública reportó que en 1992 cerca del 45% de las mujeres en edad fértil superaban el nivel de preocupación (5 µg/L de PCB en sangre); para 2004 esa proporción bajó a 14% gracias a cambios en la dieta y regulaciones.

Sobre la cifra “92% de mujeres inuit por encima del umbral de riesgo de cáncer de mama”:He buscado esa cifra concreta en informes y artículos científicos recientes sobre Nunavik y no he encontrado respaldo para ese valor de 92%.

No puedo confirmar esto.

Lo que sí está documentado es que, en el pasado, una fracción considerable de mujeres presentaba niveles de PCB por encima de niveles de preocupación toxicológica, aunque esa proporción ha disminuido con el tiempo.

A pesar de estos hallazgos, tanto AMAP como organismos de salud pública insisten en un mensaje matizado: los beneficios de la leche materna siguen superando los riesgos, aunque se recomiendan ajustes en la dieta de las madres (por ejemplo, limitar el consumo de ciertos órganos o especies más contaminadas).

Fuentes consultadas para esta sección:

Revisión sobre patrones de cáncer en poblaciones inuit y comparaciones con otras regiones. 

Informes y estudios sobre exposición a POPs y metales en mujeres inuit y leche materna. 

  1. El dilema imposible: comer para vivir… ¿o vivir para enfermar? 

Cambiar de dieta en el Ártico no es tan simple como “deja la ballena y compra ensalada”:

En muchas comunidades del Ártico canadiense, el costo de alimentos frescos puede ser 2 a 3 veces mayor que en el resto del país.

La logística es brutal: casi todo llega por avión o barco estacional.

Esto crea un doble vínculo para las familias inuit:

Si consumen country food (ballena, foca, pescado, caribú), mantienen su cultura, obtienen nutrientes clave y contribuyen a la seguridad alimentaria local… pero se exponen a contaminantes.

Si dependen de alimentos “de tienda”, muchas veces ultraprocesados, importados y carísimos, mejoran la exposición a ciertos contaminantes pero aumentan el riesgo de obesidad, diabetes tipo 2 y otras enfermedades modernas.

Además, el impacto cultural es profundo:

La caza, la pesca en el hielo, la preparación de la grasa (mattak) y la transmisión de conocimientos tradicionales forman parte del tejido identitario inuit.

Las advertencias sobre contaminantes han generado, en algunos casos, desconfianza hacia los ancianos y la tradición, creando una fractura generacional.

En palabras de líderes inuit en foros internacionales: si no podemos comer nuestra comida tradicional, nuestra cultura se desmorona. Esa idea quedó plasmada en discursos vinculados a las negociaciones del Convenio de Estocolmo sobre COP, donde representantes inuit advirtieron que la contaminación global pone en riesgo su modo de vida.

Fuentes consultadas para esta sección:

Estudios sobre precios de alimentos y seguridad alimentaria en Nunavut y el norte de Canadá. 

Informes sobre el impacto de los contaminantes en la salud y cultura inuit. 

  1. ¿Hay salida? Ciencia, justicia ambiental y resiliencia inuit 

No existe una solución única ni rápida, pero sí líneas de acción concretas que ya están en marcha:

6.1. Monitoreo y educación local

Programas como el Northern Contaminants Program (NCP) en Canadá monitorean contaminantes en aire, agua, animales y personas, con participación directa de comunidades indígenas. Sus objetivos incluyen:

Medir niveles de COP y metales en especies clave (focas, ballenas, peces).

Producir guías alimentarias locales (por ejemplo, recomendar qué partes del animal son más seguras o qué especies conviene limitar).

6.2. Dietas híbridas y recomendaciones específicas

Las autoridades sanitarias y organizaciones inuit han promovido dietas híbridas, que buscan:

Mantener el consumo de country food con alto valor nutricional.

Reducir el consumo frecuente de órganos o especies con mayores niveles de contaminantes (por ejemplo, ciertos hígados o grasas muy viejas de depredadores superiores).

6.3. Regulación global: del Convenio de Estocolmo a nuevas sustancias

El Convenio de Estocolmo sobre Contaminantes Orgánicos Persistentes (2001) prohibió o restringió la producción y uso de muchos COP (incluyendo DDT, ciertos PCB y otros), precisamente en respuesta a evidencia como la proveniente del Ártico y de pueblos 

Desde entonces, se han añadido nuevos contaminantes a la lista, como algunos compuestos perfluorados (PFAS).

La Inuit Circumpolar Council (ICC) ha jugado un papel clave para que la voz inuit sea escuchada en estas negociaciones.

Aunque los niveles de algunos COP clásicos en sangre y leche materna han disminuido desde los años 80–90, los expertos advierten que los avances se han ralentizado y que nuevos contaminantes emergentes (como PFAS) plantean retos adicionales.

6.4. Tecnología y soluciones locales

Se exploran alternativas como:

Invernaderos y cultivos hidropónicos en regiones árticas para reducir la dependencia exclusiva de alimentos importados o de caza, inspirados en proyectos piloto en Islandia, Alaska y comunidades del norte de Canadá.

Sistemas de agua y saneamiento más robustos, que ayuden a disminuir la exposición a otras fuentes de contaminación ambiental.

Fuentes consultadas para esta sección:

Documentos oficiales del Northern Contaminants Program y del Gobierno de Canadá. 

Convenio de Estocolmo y material de Naciones Unidas sobre COP. 

  1. Epílogo: el grito del hielo 

En un poblado del Ártico, una madre inuit amamanta a su hijo mientras el viento arrastra cristales de nieve sobre el hielo marino. Su leche sigue siendo el alimento más completo que puede ofrecerle… y, sin embargo, los estudios científicos nos recuerdan que también puede contener residuos de PCB, DDT, mercurio y otros contaminantes que ella nunca decidió usar.

El Ártico no muere de frío, sino de exceso de química ajena.

La tragedia es doble:

Biológica, porque los tóxicos pueden afectar al desarrollo neurológico, al sistema inmunológico y al riesgo de enfermedades crónicas en las próximas generaciones.

Cultural, porque cada advertencia que obliga a cuestionar el consumo de carne de ballena o foca erosiona uno de los pilares de la identidad inuit.

La historia de “el cáncer que viaja en la grasa de ballena” no es solo una crónica médica: es un caso extremo de injusticia ambiental. Pueblos que casi no contribuyeron a la contaminación global cargan, en su sangre y en su leche, una parte desproporcionada de sus consecuencias.

Frente a este silencio blanco que lo absorbe todo, la pregunta que queda para nosotros —lejísimos del Ártico, pero implicados— es sencilla y brutal:

¿Qué estamos dispuestos a cambiar en nuestros sistemas productivos, energéticos y de consumo para que los hijos de otros pueblos no paguen, en su propio cuerpo, el precio de nuestra comodidad?

En SonoraStar.ai creemos que las historias del Ártico también son un espejo para Sonora, México y el mundo: hablan de justicia climática, salud pública, pueblos originarios y responsabilidad global.

 ¿Qué opinas de esta realidad que viven los pueblos inuit?, ¿Crees que las grandes potencias deberían compensar directamente los daños sanitarios y culturales provocados por los contaminantes persistentes?, ¿Qué paralelos ves con las comunidades indígenas y rurales de México? ¡Déjalo en los comentarios y comparte este artículo en tus redes! Cuanto más se conozca esta historia, más presión habrá para transformar los sistemas que la producen.

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